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España España · Barcelona
Voto de Sémele:
7
Comedia. Acción Ambientada en Los Ángeles durante los años 70. El detective Holland March (Ryan Gosling) y el matón a sueldo Jackson Healy (Russell Crowe) se ven obligados a colaborar para resolver varios casos: la desaparición de una joven, la muerte de una estrella porno y una conspiración criminal que llega hasta las altas esferas. (FILMAFFINITY)
15 de junio de 2016
3 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las películas de colegas (al estilo "Arma Letal" o "Tango y Cash") suelen caer simpáticas. Dos tipos tan antagónicos como el agua y el aceite parecen predestinados a entenderse por un bien común, a pesar de que no se llevan nada bien y que se ponen "verdes" mutuamente a la más mínima. La gracia no radica tanto en la trama, que suele ser lo de menos, sino en las situaciones cómicas y rocambolescas que se crean dada la mala relación.

Aquí, los dos "colegas" predestinados a "entenderse" son Holland March (Ryan Gosling) y Jackson Healy (Russell Crowe), un detective y un matón a sueldo, cuyas vidas se cruzan por la misteriosa desaparición de una chica.

Se trata básicamente de una película de colegas forzosos con muchas dosis de humor y mucha acción trepidante. Con grandes dosis de golpes, puñetazos, tiros, caídas de risa, choques de coche y accidentes varios. Los dos personajes, a los que dan vida Gosling y Crowe, no parecen muy despiertos ni demasiado inteligentes que digamos, con lo cual los momentos cómicos están más que asegurados, pero tienen la suficiente convicción para hallar una respuesta a las preguntas que se les van planteando. Ambos tienen en común una vida personal desastrosa y unas hijas adolescentes a las que difícilmente comprenden.

La trama, tal vez, está más currada que en otras películas de colegas, porque hay como tres hilos argumentales distintos (la desaparición de la chica se mezcla con un brutal accidente de coche y con la industria del porno en Los Ángeles) que van confluyendo y que hacen converger las vidas de los protagonistas. Hacía la mitad de la película hay cierta confusión porque salen muchos personajes y hay que ir recordando sus nombres y qué papel jugaban en la historia. Como todas las películas de detectives, nada es lo que parece.

La estética de los años 70 está muy lograda y el ambiente hollywoodiense se respira a raudales. El contexto en el que se mueve recuerda un poco a las novelas de Harry Bosch, pero como si se hubieran pasado por el filtro de la parodia un poco pasada de vueltas. Los dos protagonistas están genial: Russell Crowe está como siempre, aunque muy pasado de kilos y te da la sensación de que te mete un hostión y te puede mandar directamente a la luna; Ryan Gosling sorprende en su rol cómico de detective (en las antípodas de su silencioso Drive) que parece más corto de lo que es. El resto de los actores, destancando a Holly (Angourie Rice), la espabilada hija de March, y a Kim Basinger, en un breve papel, cumple con creces con su cometido.

En resumen, una propuesta muy entretenida y ciertamente divertida que no te deja respiro y te deja con buenas sensaciones.
Sémele
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