No se que tendrá Sofía Coppola, que hace de una película simple, superficial y adolescente, un espectáculo visual, lleno de emociones, murmuraciones, risas y caprichos de una “reina adolescente”, que ridículo suena eso “reina adolescente” pero así es. Esta vez Coppola nos muestra la frivolidad y ridiculeces del la burguesía através de la vida de María Antonieta, su juventud, donde vemos a una niña inexperta y caprichosa convertirse en reina. Este absurdo con otros muchos, como los caprichos de la reina, son convertidos en un umbral por el que vemos los verdaderos sentimientos de una chica perdida ante tanta exuberancia y lujos, que como muchos jóvenes nos deslumbramos a la idea de ser reyes, complacer nuestros caprichos y vivir en una burbuja perfecta sin percatarnos del mundo real, ni de los demás. Pero esta no es la verdad de nuestras vidas y no era la verdad de Antonieta, que sin querer queriendo llevo a Francia a la miseria y a ella misma a su muerte, una injusta muerte porque, como pueden darle a una niña caprichosa el mandato de un país, la vida de un pueblo, y una de las responsabilidades mas grandes, como muchos ella fue un victima de la burguesía y del deslumbrante espejo que nos muestra Coppola. Un espejo, una ilusión pastel ,rosa y pop que es irremediablemente atrayente y bella.