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Drama. Intriga. Fantástico
Diez años después de la repentina muerte de su marido Sean, la bella Anna (Nicole Kidman) acepta casarse con Joseph (Danny Huston). Pero un día Anna conoce a un niño (Cameron Bright) muy peculiar, que dice ser la reencarnación de Sean, y que le pide que no se case con Joseph. El nombre del niño: Sean. (FILMAFFINITY)
27 de julio de 2007
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se nota que tras esta extraña y desconcertante historia de reencuentros post-mortem y secretos incofesos está la mano del gran Jean-Claude Carrière, guionista habitual de Buñuel. De hecho, comparte varios puntos en común con otra malsana historia de sentimeintos ocultos y personajes desorientados surgida de su brillante cabeza: La piscina, de Jacques Deray. En ambas cintas un elemento extraño viene a perturbar la normalidad de una pareja y, en ambas, el final regresa al punto de partida aunque manteniendo bajo sus aguas las consecuencias de la tormenta.
Rodada con elegancia y una sabiduría en el encuadre encomiable y acompañada por una melancólica y a ratos juguetona partitura de Alexandre Desplat, la cinta transcurre en un clima constante de tensión y sorpresa que te mantiene suavemente hipnotizado. Únicamente unos puntos poco claros del guión y un cierto agarrotamiento en el tempo narrativo mediada la función hacen perder puntos a este exquisito y sobrio ejercicio de estilo a la europea, a medio camino entre el drama de sentimientos y el thriller paranormal.
Quien espere ver un producto comercial al uso se llevará una decepción; el que busque algo más encontrará aquí una considerable tajada de buen cine (amén de una gloriosa interpretación de Nicole Kidman: muy pocas actrices son capaces de aguantar un primer plano durante más de dos minutos sin perder un ápice de intensidad: sencillamente impresionante).
Lo mejor: Nicole Kidman.
Lo peor: demasiado cerebral, a veces.
Rodada con elegancia y una sabiduría en el encuadre encomiable y acompañada por una melancólica y a ratos juguetona partitura de Alexandre Desplat, la cinta transcurre en un clima constante de tensión y sorpresa que te mantiene suavemente hipnotizado. Únicamente unos puntos poco claros del guión y un cierto agarrotamiento en el tempo narrativo mediada la función hacen perder puntos a este exquisito y sobrio ejercicio de estilo a la europea, a medio camino entre el drama de sentimientos y el thriller paranormal.
Quien espere ver un producto comercial al uso se llevará una decepción; el que busque algo más encontrará aquí una considerable tajada de buen cine (amén de una gloriosa interpretación de Nicole Kidman: muy pocas actrices son capaces de aguantar un primer plano durante más de dos minutos sin perder un ápice de intensidad: sencillamente impresionante).
Lo mejor: Nicole Kidman.
Lo peor: demasiado cerebral, a veces.