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España España · málaga
Voto de nachete:
5
Thriller. Intriga El FBI cuenta con un departamento encargado de delitos cibernéticos que se dedica únicamente a investigar y perseguir a los delincuentes que actúan en Internet. En Portland, la agente especial Jennifer Marsh (Diane Lane) tiene que resolver un caso sin precedentes: un depredador cibernético cuelga torturas y asesinatos en una sofisticada página web que, al no dejar rastro, no puede ser desconectada. El destino de sus víctimas depende del ... [+]
12 de julio de 2009
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
También hay asesinatos guays para que la peña, siempre tan sedienta de emociones fuertes, se relaje un poco delante de la pantalla. De esto va este thriller monótono y algo presuntuoso en lo concerniente a su voluntad de denuncia, articulada de una forma excesivamente simplista. Además, como ya se ha comentado, se vale del morbo que pretende condenar para captar espectadores, creo que por una simple cuestión de torpeza intelectual, por una construcción de discurso débil.

El guión de los debutantes Robert Fyvolent y Mark Brinker sigue los patrones clásicos del cine de asesinos seriales más o menos perturbados, con la novedad (ya no tanto, ciertamente) del ámbito de Internet, esa tela de areña atravesada por males invisibles y anónimos que siembran de dudas morales un panorama de progreso tecnológico abierto a nuevas formas de corrupción humana (ventanas del individuo a su personal trastero de bajos instintos: sadismo, dolor, muerte...). La focalización de esta problemática amplia y compleja recae sobre el morbo que despierta la violencia, la fascinación de la mirada ante el sufrimiento ajeno.

Su posición es clara, pero nos la subrayan cada dos por tres por si no nos apetece pensar: un mal frecuente en el modelo narrativo del Hollywood actual. En este caso el oficio de la coguionista Allison Burnett, que adaptó al cine magníficamente la novela de Charles Baxter El festín del amor, no puede o no sabe limar/borrar estos tropezones de psicología barata que banalizan un tema que podía haber dado más de sí, y que en la pantalla aparece con la forma y el color de una papilla mainstream para públicos con los niveles de exigencia y asimilación bajo mínimos.

A Gregory Hoblit, ese impersonal pero más o menos eficaz artesano de la industria del cine palomitero actual, se le pide que entretenga y que ofrezca solidez formal y cierta atmósfera malsana, cierto clima de inquietud, algo que consigue solo a medias, cumpliendo pero sin sobresalir en ningún momento. Su trabajo está a la altura del guión: aceptable, pero sin relevancia artística perceptible. En Fracture, su anterior film, contribuyó con oficio a aportar un toque de elegancia y seriedad a un argumento bastante chorra, pero a esta historia de crímenes en la red y peliagudas cuestiones morales le falta un plus de garra, de desafío creativo para convertirse en una pieza de género digna de tener cuenta. Porque, lamentablemente, no lo es.

Lo mejor: no hay nada especialmente detestable en ella; y Diane Lane está bien, como siempre.
Lo peor: la sensación de déjà vú, la obviedad de su mensaje.
nachete
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