Una puesta en escena exquisita, con unos actores cada uno ejerciendo su papel con maestría, desde los protagonistas al ultimo secundario, el guión de John Gay y Terence Rattigan es soberbio, el entramado teatral está muy conseguido y esa radiografía intensa sobre la sociedad de la época, con sus clases sociales inamovibles, la hipocresía y la dictadura de las apariencias. Un más que merecido óscar para David Niven, que con su habitual estilo señorial nos deleita con un gran papel de un hombre que no se gusta a si mismo y por eso mismo se inventa otro, al igual que la gran Deborah Kerr como la acomplejada chica que es anulada por su madre. También un gran Burt Lancaster como un tipo vital y honrado, pero que también guarda sus cicatrices emocionales y por descontado una gran Rita Hayworth, en un papel, creo que bastante autobiográfico, como una bella mujer rica y sofisticada que esconde su vulnerabilidad con glamour y algo de cinismo . En resumen, una gran película llena de matices y interesantes detalles y hasta la canción que da titulo al film es francamente buena.