Con esta película tengo sentimientos contradictorios. Creo que es una grandísima película, preciosa, bellísima y hermosa en todos los aspectos. Pero también creo que me dejo llevar por la pasión, la pasión del primer amor y para mi único amor de mi vida.
Me dejo llevar por la nostálgica ambientación rural en la que nos sumerge Tornatore.
Me dejo llevar por la banda sonora de Ennio Morricone. Palabras mayores.
Me dejo llevar por la vida de Toto, como si fuera en una barca río abajo. Por la ingenuidad del niño que aprende de Alfredo (Philippe Noiret), en parte también la del joven y la gran interpretación de Jaques Perrin como el Salvatore mayor.
Me dejo llevar por la presencia, por el aura del personaje de Elena.
Me dejo llevar por los sueños y las emociones que se vivieron en esos cines, que no eran otra cosa que paraísos terrenales para las gentes que soñaban con otras vidas, pero aceptaban las suyas.
Me dejo llevar por el cine.
Me dejo llevar por el amor.
Me dejo llevar porque yo también he esperado muchas noches bajo la ventana de mi amada, esperando. Y de tanto esperar y esperar se te va la vida y con ella ese amor, llegando a un momento en el que solo te quedan los recuerdos, la nostalgia y las lágrimas.
Como las que caen por mi rostro cuando veo esta película.
Dedicado a ti, la mujer a la que espero.