Me dijo alguien hace poco que esta película se merecía una critica y es cierto, pero una que hablara de sus virtudes. Alguien que aprecio y que me la recomendó, que quizá habría pasado desapercibida ante mis ojos, no le habría dado la oportunidad y me habría perdido una historia de amor y tiempo preciosa.
Chico y Rita es una obra vital, colorida, como digo de tiempo como protagonista en apariencia ausente y silencioso, que se nos muestra desde ese principio con Chico, ya viejo, volviendo a su habitación después de una jornada limpiando zapatos, empezando a recordar los tiempos con su amigo en el Tropicana y a aquella mujer que no podría olvidar jamas.

Se cuenta la historia de dos amantes remando en el barco de la vida rumbo hacia el éxito y un futuro en una tierra donde no esta prohibido soñar y aspirar a cumplir los sueños.
Inspirada en un personaje como Bebo en el que Trueba pone su atención, plasmando esa historia cercana a una Erase una vez en América, en La Habana eso si, con predominancia de romance y música y ambas de una manera apasionada. Pues es la pasión la que mueve a los dos, a Chico y a Rita, y a veces también el orgullo, y la vida se encarga del resto.

Hay dos razones por las que esta película merece muchísimo ser vista. La primera es la música, que convierte la película en un viaje que nadie desearía que acabara, ni perderse.
La segunda es la animación, que transporta de una forma maravillosa a La Habana o Nueva York. El dibujo es fantástico y en algunos momentos de quitarse el sombrero.
Y mis razones personales ademas serian los ojos de Rita y sus caderas. No, no es trata de Rita Hayworth, esta es la otra Rita.

Una cosa que he notado, y cualquiera puede percibir a poco que le de una oportunidad, es el cariño con el que se ha tratado y realizado la película, porque el resultado lo demuestra.
Si tuviera que definirla, Chico y Rita seria... como caminar sin rumbo, algo bebido a altas horas de la madrugada y encontrar un club de Jazz abierto, con un enorme letrero de neón llamándote. Y sentir como la música, las notas, un piano te atrayera a su interior. Y entraras, y dejando el sombrero de ala ancha en el perchero, te sentaras en una mesa del fondo de un local oscuro vagamente iluminado por pequeñas lamparas, y pidieras un mojito, y de repente irrumpiera una mujer en el escenario, y con ella una voz de la que enamorarse perdidamente.