Que buen cine independiente están haciendo en Europa, el año pasado nos vimos avasallados por la maravillosa Tangerines de Estonia, este año Georgia tiene una respuesta un poco más sensorial con Corn Island, es irremediable ver un poco del cine de Akira Kurosawa en el filme, sobre al final y en la utilización de los elementos para transmitir emociones, el filme nos introduce a unos 25 minutos sin diálogos pero prodigiosos en narrativa, que manera de iniciar e interesar, el conflicto en sí, es bastante sencillo, es el interminable juego del hombre contra la naturaleza, la lucha por el bienestar, y por mantener la moralidad a pesar del ambiente político y social donde viven. Maravillosas interpretaciones y una fotografía preciosista nos dan una de las experiencias más bellas, ojala en mi país hubiera espacio para filmes así. Hacia el final, el ritmo aumenta y la tensión se siente de buena forma. Corn Island demuestra esa ley que tanto se ha olvidado en el cine, cuando hay verdadera pasión y talento, menos es siempre más en el cine. Un filme imperdible, en donde el viento habla, la lluvia atemoriza, los rostros nos golpean los instintos.