Tal vez el respaldo más valioso visualmente del nuevo filme de Ureña, es que es capaz de retratar una realidad que como sociedad no parecemos aceptar, y es la de los servidores del sexo y personas transgeneros. Basándose en un corto que realizo en años anteriores, el filme explora la relación de una mujer tránsgenero con un abandonado de la calle. Esta relación hace que el personaje central le tome cariño al nuevo joven que encontró en la calle, y se cuestiones situaciones existenciales y pensamientos de corte maternal, pero el asunto no se hila tan delgado y es un vistazo bastante superficial, como lo es también las escenas nocturnas en donde vemos como estos personajes desarrollan su vida en la prostitución casi sientendose destinadas a ello. “Nacimos para esto” dice uno de los personajes. El gran problema del film es la falta de profundidad y la caída del ritmo narrativo, y eso que el metraje no pasa de los 65 minutos, puestos ahí en la sala de cine, solo podemos pensar ¿no estarán contando algo de verdad? O ¿es otra tomadura de pelo del cine nacional?. Y en esa divagación naufraga un filme que su autor defiende con buen verbo pero que no desarrolla bien ni sus personajes ni un argumento creíble. Del otro lado, las actuaciones están muy bien y la fotografía nocturna de nuestra capital bastante estética, ya lo hemos dicho, nuestro cine no adolece en esos aspectos técnicos. Un filme que tiene su mejor vistazo en la escena del bar y sus dos protagonistas, Abrázame como antes, parece acabar cuando el inicio apenas comienza.