Dignísimo relato, lleno de belleza natural, de agua fría y de nieve helada, de gente cortada con hoz y martillo, de campesinos que cantan dialectos musicales y de una música alemana que encaja perfectamente con cada uno de los planos de la película. Me encantan estos documentales adonde se nos muestra una vida que fue y que ya no es y que quizá en estas ocasiones no miramos con nostalgia sino con añoranza. Me ha gustado esta Italia húmeda y fría tan lejana de la Cerdeña de padre padrone, pero tan cercana tanto en estética como en tiempo y en premios. Suma y sigue el cine italiano.