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Animación. Infantil
Reina es una preciosa perrita de pura raza que vive feliz en su hogar. Isabel y Jaime, la miman mucho y ella corresponde feliz a sus cuidados. Sin embargo, el día en que sus dueños deciden hacer un viaje, la vida de Reina se ve alterada; la llegada de la tía Clara con sus gatos no provoca más que sobresaltos. Menos mal que conoce a Golfo, un perro vagabundo muy simpático (FILMAFFINITY)
23 de septiembre de 2016
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Se podría decir que “La dama y el vagabundo” es la primera película original (en parte) de todas las que Walt Disney había presentado hasta la fecha. Su historia no deja de ser una anécdota en sí misma. Joe Grant, uno de los apellidos más fundamentales en la compañía Disney, tenía una perrita de raza Springer Spaniel Inglés que empezó a recibir menos atención en el momento que llegó su hijo. Eso le dio una idea para un guión sumándole al guión las travesuras y aventuras que tenía la propia perra. Pero a Disney no le convencía para nada la propuesta, más aún cuando vio que el personaje en cuestión no tenía el atractivo suficiente para que la gente simpatizara con él por la razón de que era muy buena, tierna y entrañable. Un personaje sin problemas con los cuales identificarse. Pero Disney, a mediados de los años 40, leyó el relato corto “Happy Dan, the Whistling Dog” de Ward Greene, en la revista “Cosmopolitan Magazine”. Al gran empresario se le encendió la bombilla, esa que logra deparar obras maestras, y tuvo la idea de que podían utilizar la historia de Dama, que es como se llamaba la perra de Grant (y por ende el personaje de su historia) y hacer que se enamorara de un perro callejero, irónico y vividor como el de la historia de Greene.
[...] Durante todo el metraje el contraste es patente tanto en los distintos tipos de barrios como en los hábitats de los propios personajes. No es una crítica dura pero sí una clara exposición. La dama del título, Reina, es una perra refinada, muy educada, elegante y de porte exquisito. Golfo, por el contrario, es un trota mundos, alguien que no tiene familia ni dueño, que vive el momento, el aquí y el ahora, sin reparar en el ayer ni en el mañana. Sin ir más lejos su presentación es toda una declaración de intenciones y objetivos: vive en la parte baja, sin un hogar ni un techo. Se alimenta de lo que encuentra y siempre está en busca y captura precisamente por ser un vagabundo. Incluso este apartado puede verse como una crítica hacia la pobreza, el intento de mantenerla alejada de la alta sociedad pues la gente rica intenta erradicarla con la figura de los cazadores de perros, los cuales no dudan en sacrificarlos si nadie los reclama en una de las escenas más crudas de la película, presentada fuera de campo pero de forma directa.
[...] Podría incluso verse como una película sobre el día a día de cualquier humano donde el trabajo, el hogar, la vida familiar, la llegada de un bebé, las relaciones sociales y demás tan sólo están enfocadas para que los protagonistas, es decir, los perros interactúen entre ellos alrededor de dichas situaciones y elementos. Igualmente, Walt Disney juega muy bien con la idea de trasladar la sociedad humana a la cánida. El contraste entre ricos y pobres, entre las clases sociales está expuesto de una forma clara y entendible, dejando bien claro las diferencias. Vemos como Reina es “marcada” con un collar, símbolo de propiedad y a la vez de estatus social mientras que Golfo no pues es un auténtico espíritu libre, sin necesidad de ataduras ni definiciones alrededor de una placa aun a riesgo de ser, precisamente, el elemento descolocado y desubicado una vez cruza esa fina línea entre un barrio y otro. Es importante ver como la transición tan sólo sucede un plano a otro pero está hecho de forma clara, concisa y al grano [...].
Aún viendo claro esta exposición, “La dama y el vagabundo” juega muy bien con la perspectiva y visión de los perros ante ciertas circunstancias que para los humanos son comunes pero para ellos son novedades ajenas a su vida como animales. Cómo Reina debe acostumbrarse a la llegada del nuevo inquilino de la casa y cómo pasa de ser la mimada del hogar a ser lo que es en realidad: un animal. Quizás es una de las partes más interesantes en cuestión por la razón de que tanto dibujantes como guionistas juegan en todo momento ante la incomprensión del animal y cómo le parece extraño que lo traten como lo que es en realidad, un perro, y no como una persona. También tenemos algún momento puntual cómico como la aparición de los gatos siameses, enemigos acérrimos de la protagonista y cuya aparición puede considerarse todo un logro precisamente por convertir una estancia como el salón del hogar en un auténtico campo de batalla. Pero está claro que el romance (y los problemas que conlleva el mismo) son la base y el leitmotiv de la historia. Sin ir más lejos, el tagline de uno de los pósters citaba que era “uno de las más grandes historias de amor jamás contada”. Es cierto que quizás suene un poco presuntuoso afirmar con tanta rotundidad algo tan importante como ser una de las más épicas al respecto pero no deja de ser una muy bella historia romántica.
Desde luego, el romance de la película es todo un logro. No es que invente la rueda ni sea una vuelta de tuerca sobre el tema en cuestión pero está expuesto de tal forma que es imposible no quedarse prendado ante el amor que destila la historia de Golfo y Reina. Pero donde no llega el guión lo hace la propia película donde el equipo de animación logra fusionar en una sola escena la mayor declaración al respecto. Me refiero a la mítica escena donde los dos perros comparten un plato de spaghettis bajo una iluminación perfecta, a la luz de las velas y con “Bella Notte” como fondo. Es curioso saber que esta canción, la más tierna de toda la película, iba a ser eliminada. Walt Disney decía que no funcionaría por la razón de que es inverosímil ver a dos perros comer un plato de pasta. Fue el propio dibujante, Frank Thomas, quien luchó contra capa y espada porque esta icónica balada acabara en el metraje. De haberse llevado a cabo la decisión del maestro hubiese sido, desde luego, imperdonable porque sin lugar a dudas estamos hablando de la escena más icónica de la película, un distintivo representativo de lo que es el amor pues todo está milimetrado, pensado al detalle [...].
- continua en spoiler -
[...] Durante todo el metraje el contraste es patente tanto en los distintos tipos de barrios como en los hábitats de los propios personajes. No es una crítica dura pero sí una clara exposición. La dama del título, Reina, es una perra refinada, muy educada, elegante y de porte exquisito. Golfo, por el contrario, es un trota mundos, alguien que no tiene familia ni dueño, que vive el momento, el aquí y el ahora, sin reparar en el ayer ni en el mañana. Sin ir más lejos su presentación es toda una declaración de intenciones y objetivos: vive en la parte baja, sin un hogar ni un techo. Se alimenta de lo que encuentra y siempre está en busca y captura precisamente por ser un vagabundo. Incluso este apartado puede verse como una crítica hacia la pobreza, el intento de mantenerla alejada de la alta sociedad pues la gente rica intenta erradicarla con la figura de los cazadores de perros, los cuales no dudan en sacrificarlos si nadie los reclama en una de las escenas más crudas de la película, presentada fuera de campo pero de forma directa.
[...] Podría incluso verse como una película sobre el día a día de cualquier humano donde el trabajo, el hogar, la vida familiar, la llegada de un bebé, las relaciones sociales y demás tan sólo están enfocadas para que los protagonistas, es decir, los perros interactúen entre ellos alrededor de dichas situaciones y elementos. Igualmente, Walt Disney juega muy bien con la idea de trasladar la sociedad humana a la cánida. El contraste entre ricos y pobres, entre las clases sociales está expuesto de una forma clara y entendible, dejando bien claro las diferencias. Vemos como Reina es “marcada” con un collar, símbolo de propiedad y a la vez de estatus social mientras que Golfo no pues es un auténtico espíritu libre, sin necesidad de ataduras ni definiciones alrededor de una placa aun a riesgo de ser, precisamente, el elemento descolocado y desubicado una vez cruza esa fina línea entre un barrio y otro. Es importante ver como la transición tan sólo sucede un plano a otro pero está hecho de forma clara, concisa y al grano [...].
Aún viendo claro esta exposición, “La dama y el vagabundo” juega muy bien con la perspectiva y visión de los perros ante ciertas circunstancias que para los humanos son comunes pero para ellos son novedades ajenas a su vida como animales. Cómo Reina debe acostumbrarse a la llegada del nuevo inquilino de la casa y cómo pasa de ser la mimada del hogar a ser lo que es en realidad: un animal. Quizás es una de las partes más interesantes en cuestión por la razón de que tanto dibujantes como guionistas juegan en todo momento ante la incomprensión del animal y cómo le parece extraño que lo traten como lo que es en realidad, un perro, y no como una persona. También tenemos algún momento puntual cómico como la aparición de los gatos siameses, enemigos acérrimos de la protagonista y cuya aparición puede considerarse todo un logro precisamente por convertir una estancia como el salón del hogar en un auténtico campo de batalla. Pero está claro que el romance (y los problemas que conlleva el mismo) son la base y el leitmotiv de la historia. Sin ir más lejos, el tagline de uno de los pósters citaba que era “uno de las más grandes historias de amor jamás contada”. Es cierto que quizás suene un poco presuntuoso afirmar con tanta rotundidad algo tan importante como ser una de las más épicas al respecto pero no deja de ser una muy bella historia romántica.
Desde luego, el romance de la película es todo un logro. No es que invente la rueda ni sea una vuelta de tuerca sobre el tema en cuestión pero está expuesto de tal forma que es imposible no quedarse prendado ante el amor que destila la historia de Golfo y Reina. Pero donde no llega el guión lo hace la propia película donde el equipo de animación logra fusionar en una sola escena la mayor declaración al respecto. Me refiero a la mítica escena donde los dos perros comparten un plato de spaghettis bajo una iluminación perfecta, a la luz de las velas y con “Bella Notte” como fondo. Es curioso saber que esta canción, la más tierna de toda la película, iba a ser eliminada. Walt Disney decía que no funcionaría por la razón de que es inverosímil ver a dos perros comer un plato de pasta. Fue el propio dibujante, Frank Thomas, quien luchó contra capa y espada porque esta icónica balada acabara en el metraje. De haberse llevado a cabo la decisión del maestro hubiese sido, desde luego, imperdonable porque sin lugar a dudas estamos hablando de la escena más icónica de la película, un distintivo representativo de lo que es el amor pues todo está milimetrado, pensado al detalle [...].
- continua en spoiler -
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Aún así, sabiendo que estamos ante un trabajo de orfebrería, “La dama y el vagabundo” es un clásico menor. No significa por ello que sea una película mala o por ende menos interesante pero en comparativa con los títulos vistos hasta la fecha no es más que un título de elegante puesta en escena, bellos dibujos y una clásica dirección. Pero no cuenta con una historia importante, una trama madura o como mínimo adulta a pesar de tratar temas tan serios como la diferencia de clases sociales o tan emotivos y emocionales como el amor. Y a pesar de ser el elemento más básico o, por así decirlo, fácil de representar tampoco ofrece mayor dificultad pues acaba convirtiéndose en un título de resolutiva acomodada y un tanto encorsetada (lógicamente también acorde con la época que representa y en la que fue producida). Claro está, sería ingrato obviar una serie de personajes, principales y secundarios y de escenas muy logradas que demostraban contar con un equipo de artesanos en estado de gracia. El momento del zoo con el castor, la citada escena romántica o la acontecida en el interior de la perrera, la cual contiene una de las mejores canciones, “Es un golfo” pero también una de las mayores críticas hacia el abandono de perros, los cuales son expuestos como animales apresados y que no cesan de llorar (lágrimas incluidas). Pero también merece ser señalado uno de los clímax más tensos de todos los clásicos donde una rata de gran envergadura entra en la habitación del bebé. El plano del roedor, reconvertido en sombra, en lo alto de la cuna a punto de atacar es perturbador al igual que siniestro. Aquí la iluminación, la tensión, el ritmo y la acción son perfectos, sin una sola arista pues juega en todo momento con el miedo primigenio hacia uno de los animales más desagradables y con el bienintencionado elemento de que Golfo, a pesar de ser de los desfavorecidos y repudiados, es un héroe en ciernes.
Una de las innovaciones para “La dama y el vagabundo” es que fue la primera película realizada en Cinemascope. Dicha técnica favorecía a darle mayor realismo y profundidad a los fondos y daba mayor amplitud a los lugares a pesar de contar con menos primeros planos. Lógicamente no todos los cines estaban preparados para ello y las versiones rodadas con dicha técnica no tuvieron mucha repercusión. Aún así la película fue todo un éxito demostrando que Walt Disney seguía siendo el auténtico narrador de historias con un sello distintivo inimitable, gozando una vez más de una merecida fama. Su olfato, nunca mejor dicho, para encontrar historias que encandilaran y atrajeran al público estaba mejor que nunca. Las mieles del éxito le granjearon grandes beneficios tanto con esta película como con las estrenadas en la década de los 50. La madurez creativa funcionaba a la perfección y demostraba que sin necesidad de excederse en la perfección astronómica que él siempre ansiaba a tenor de títulos como “Fantasía”, “Pinocho” o “Bambi” entre otros podía seguir ofreciendo maravillosos clásicos ya fuesen mayores como “Peter Pan” o “Cenicienta” o menores (pero muy bien resueltos) como “La dama y el vagabundo”. Tristemente el estilo empleado a lo largo de la década de los 50 estaba a punto de llegar a su fin alcanzando, una vez más, la perfección artística con “La bella durmiente”, su siguiente título en cuestión.
Crítica aquí: https://claquetadebitacora.wordpress.com/2016/09/23/critica-la-dama-y-el-vagabundo-varios-directores-1955-amores-perros/
Una de las innovaciones para “La dama y el vagabundo” es que fue la primera película realizada en Cinemascope. Dicha técnica favorecía a darle mayor realismo y profundidad a los fondos y daba mayor amplitud a los lugares a pesar de contar con menos primeros planos. Lógicamente no todos los cines estaban preparados para ello y las versiones rodadas con dicha técnica no tuvieron mucha repercusión. Aún así la película fue todo un éxito demostrando que Walt Disney seguía siendo el auténtico narrador de historias con un sello distintivo inimitable, gozando una vez más de una merecida fama. Su olfato, nunca mejor dicho, para encontrar historias que encandilaran y atrajeran al público estaba mejor que nunca. Las mieles del éxito le granjearon grandes beneficios tanto con esta película como con las estrenadas en la década de los 50. La madurez creativa funcionaba a la perfección y demostraba que sin necesidad de excederse en la perfección astronómica que él siempre ansiaba a tenor de títulos como “Fantasía”, “Pinocho” o “Bambi” entre otros podía seguir ofreciendo maravillosos clásicos ya fuesen mayores como “Peter Pan” o “Cenicienta” o menores (pero muy bien resueltos) como “La dama y el vagabundo”. Tristemente el estilo empleado a lo largo de la década de los 50 estaba a punto de llegar a su fin alcanzando, una vez más, la perfección artística con “La bella durmiente”, su siguiente título en cuestión.
Crítica aquí: https://claquetadebitacora.wordpress.com/2016/09/23/critica-la-dama-y-el-vagabundo-varios-directores-1955-amores-perros/