Media votos
6,4
Votos
140
Críticas
139
Listas
0
Recomendaciones
- Sus votaciones a categorías
- Contacto
- Sus redes sociales
-
Compartir su perfil
Voto de claquetabitacora:
4
29 de marzo de 2016
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dreamworks no se encuentra en su mejor momento. Si en la década del 2000 se consagró como una empresa líder en ser la enemiga directa de Pixar en lo que a animación 3D se refiere y también una de las marcas que logró convertirse en una de las competencias directas de Walt Disney, la marca madre de los dibujos animados, no es menos cierto que de unos años a esta parte se está labrando un camino trastabillado a base de tropiezos (y bastante gordos) donde no hay un título destacable o reseñable más allá de alguna excepción. “Kung Fu Panda” (Mark Osborne, John Stevenson, 2008) fue un ejemplo de cómo aunar originalidad para el leitmotiv del “sé tú mismo” con el género de las artes marciales más elementales junto con leyendas, filosofía y mitología zen. Lógicamente bajo un tamiz adecuado para los más infantes pero sin perder ni un ápice la frescura que tanto la animación como la acción necesitaban. Ayudados siempre por un doblaje, tanto original como patrio, al servicio de la historia y concibiendo una original, necesaria y entretenida pieza que acababa por convertirse en un estandarte digno de encomio. Hay que añadir que tanto el diseño de personajes como la paleta de colores jugaban un todo a favor. Pero lo más importante de todo es que conseguían uno de los más pintorescos, alegres y divertidos roles de toda la factoría Dreamworks: el panda Po junto con su vitalista y desenfadada forma de entender la vida.
Tal fue el éxito que era no sería lógico dejar escapar la oportunidad. 3 años después vería la luz la consabida secuela. Esta vez la dirección corría a cargo de Jennifer Yuh. El tono era completamente distinto, se ahondaba un poco más en la historia de Po, se le confería una propuesta mucho más solemne, madura y se recurría al género wuxia como forma y fondo logrando una vuelta de tuerca no sólo aceptable sino distinta y mejor aún: profunda pero sin perder la idiosincrasia particular del propio producto en sí. Cierto es que aquello chocó al público precisamente por ser diferente. Sólo el tiempo ha demostrado que ese cambio era el correcto y acertado. Quizás la solemnidad con la cual estuvo enfocada la historia descolocó a propios y extraños al alejarse de lo establecido. Pero tristemente la suerte no siempre acompaña en el camino una vez se llega a cierto punto y para esta tercera entrega (y la que en un principio cierra el círculo) acaba por anclarse en repetir la fórmula y abusar de un humor básico, blando, pesado y excesivo sin olvidar que lo que aquí se nos cuenta no aporta nada nuevo a la historia de Po ni al producto en cuestión pues todo resulta repetitivo, formularia y sin apenas novedad.
Para esta tercera parte la dirección se reparte a medias entre Jennifer Yuh y Alessandro Carloni para ejecutar una entrega que cuenta con una facturación impecable en lo visual donde se exponen paisajes, escenarios, fantasía y aventura de una forma que sin llegar a ser diferente a lo ya visto en las dos entregas anteriores logran conseguir que en forma (no así en fondo) resulte acertada y agradecida. Escenas de acción muy bien coreografiadas aunque se abuse en cierta medida de ser lo único que ofrezca salvación para los personajes y para el guión sin reparar en que, quizás, tanto protagonistas como villanos merecían algo más de profundidad y matices más allá de repartir mandobles. A estas alturas de la saga se ha decidido darle un envoltorio paterno filial al aparecer en escena el padre desaparecido de Po y convertir tanto a éste como al padre adoptivo en uno de los elementos en discordia llegando incluso a reconvertir el tema en una especie de sitcom un tanto forzado. Pero dejando a un lado este apunte las intenciones son claras y esas son, al igual que suele suceder en las películas de entrenamientos, batallas y demás, convertir al discípulo en el maestro y mentor de cuantos le rodean, demostrar que dentro del personaje atolondrado, juerguista, bromista, vividor y alejado de responsabilidad se esconde la voz de la sabiduría y sapiencia legendaria, el maestro que nadie creía podía llegar a ser.
“Kung Fu Panda 3” centra el objetivo en intentar conseguir que sea Po el maestro, demostrar que dentro de él se esconde el mentor que conseguirá infundir sus conocimientos a todos cuanto le escuchen aunando además las dotes de líder frente a un villano mucho más fiero y maligno que cuanto habíamos conocido. Y aquí es donde radica uno de los errores que más daño le hace a la tercera parte de la trilogía. Las razones del malvado en funciones son flojas o simplemente no se sustentan por ningún lado por mucho que se le quiera dar un empaque o unos argumentos de cierta lógica. Claro, para que el círculo se cierre como es debido se recurre a tirar de momentos del pasado tanto de la primera como de la segunda entrega para que todo forme una especie de entramado casi de serial pero está claro que a poco que se analice no se aguanta por ningún lado. Hay que sumar que el diseño del personaje no ayuda ni aporta nada nuevo. Todo lo que pueda ofrecer ya lo hemos visto en la primera parte. Aquí lo único que queda es repetir lo mismo una y otra vez siguiendo la línea de puntos. Es cierto que las peleas y los enfrentamientos cuerpo a cuerpo, aunados por unos esbirros atractivos visualmente, funcionan en cierta medida pero no hay sensación de novedad, de sorpresa, de innovación o de avance. Se trata simplemente de repetir y repetir sin apenas renovar la fórmula.
- continúa en spoiler -
Tal fue el éxito que era no sería lógico dejar escapar la oportunidad. 3 años después vería la luz la consabida secuela. Esta vez la dirección corría a cargo de Jennifer Yuh. El tono era completamente distinto, se ahondaba un poco más en la historia de Po, se le confería una propuesta mucho más solemne, madura y se recurría al género wuxia como forma y fondo logrando una vuelta de tuerca no sólo aceptable sino distinta y mejor aún: profunda pero sin perder la idiosincrasia particular del propio producto en sí. Cierto es que aquello chocó al público precisamente por ser diferente. Sólo el tiempo ha demostrado que ese cambio era el correcto y acertado. Quizás la solemnidad con la cual estuvo enfocada la historia descolocó a propios y extraños al alejarse de lo establecido. Pero tristemente la suerte no siempre acompaña en el camino una vez se llega a cierto punto y para esta tercera entrega (y la que en un principio cierra el círculo) acaba por anclarse en repetir la fórmula y abusar de un humor básico, blando, pesado y excesivo sin olvidar que lo que aquí se nos cuenta no aporta nada nuevo a la historia de Po ni al producto en cuestión pues todo resulta repetitivo, formularia y sin apenas novedad.
Para esta tercera parte la dirección se reparte a medias entre Jennifer Yuh y Alessandro Carloni para ejecutar una entrega que cuenta con una facturación impecable en lo visual donde se exponen paisajes, escenarios, fantasía y aventura de una forma que sin llegar a ser diferente a lo ya visto en las dos entregas anteriores logran conseguir que en forma (no así en fondo) resulte acertada y agradecida. Escenas de acción muy bien coreografiadas aunque se abuse en cierta medida de ser lo único que ofrezca salvación para los personajes y para el guión sin reparar en que, quizás, tanto protagonistas como villanos merecían algo más de profundidad y matices más allá de repartir mandobles. A estas alturas de la saga se ha decidido darle un envoltorio paterno filial al aparecer en escena el padre desaparecido de Po y convertir tanto a éste como al padre adoptivo en uno de los elementos en discordia llegando incluso a reconvertir el tema en una especie de sitcom un tanto forzado. Pero dejando a un lado este apunte las intenciones son claras y esas son, al igual que suele suceder en las películas de entrenamientos, batallas y demás, convertir al discípulo en el maestro y mentor de cuantos le rodean, demostrar que dentro del personaje atolondrado, juerguista, bromista, vividor y alejado de responsabilidad se esconde la voz de la sabiduría y sapiencia legendaria, el maestro que nadie creía podía llegar a ser.
“Kung Fu Panda 3” centra el objetivo en intentar conseguir que sea Po el maestro, demostrar que dentro de él se esconde el mentor que conseguirá infundir sus conocimientos a todos cuanto le escuchen aunando además las dotes de líder frente a un villano mucho más fiero y maligno que cuanto habíamos conocido. Y aquí es donde radica uno de los errores que más daño le hace a la tercera parte de la trilogía. Las razones del malvado en funciones son flojas o simplemente no se sustentan por ningún lado por mucho que se le quiera dar un empaque o unos argumentos de cierta lógica. Claro, para que el círculo se cierre como es debido se recurre a tirar de momentos del pasado tanto de la primera como de la segunda entrega para que todo forme una especie de entramado casi de serial pero está claro que a poco que se analice no se aguanta por ningún lado. Hay que sumar que el diseño del personaje no ayuda ni aporta nada nuevo. Todo lo que pueda ofrecer ya lo hemos visto en la primera parte. Aquí lo único que queda es repetir lo mismo una y otra vez siguiendo la línea de puntos. Es cierto que las peleas y los enfrentamientos cuerpo a cuerpo, aunados por unos esbirros atractivos visualmente, funcionan en cierta medida pero no hay sensación de novedad, de sorpresa, de innovación o de avance. Se trata simplemente de repetir y repetir sin apenas renovar la fórmula.
- continúa en spoiler -
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Eso por un lado. El otro elemento que hace que resulte aburrida y carente de acierto es precisamente lo que se supone iba a hacer que funcionara y ese apartado no es otro que la sobre saturación y el exceso de carga en cuanto a humor se refiere. Imaginaos volcar en un plato de sopa un kilo de sal. Pues lo mismo sucede aquí con los gags, los chascarrillos, los chistes fáciles, el slapstick desproporcionado y la sobre abundancia. Hay tal cantidad de exceso que acaba por matar la película. No seré yo el que discuta o reniegue que una película familiar necesita que la comedia aparezca para hacer más liviano su visionado. Además, un producto como éste necesita o precisa del gag fácil en ciertos momentos precisamente para jugar con el contraste de un panda (un animal orondo y de movimientos torpes) en contraposición de otros animales más gráciles y ágiles. Hasta ahí puedo llegar a ser magnánimo o permisivo. Pero si casi todo el guión, casi todos los episodios, casi todos los momentos clave están inyectados en cantidades ingentes y sin límite de comedia, forzando la risa del público para conseguir que de esta forma entre mejor lo único que se está logrando es perder la perspectiva y ahogando el objetivo final. Eso conlleva a que todo se vuelva irritante, se pierda la gracia y lo que antes era un par de chistes acertados ahora se convierte en una colección de excesos. Algo que cualquiera con ciertas nociones sabe distinguir y descubrir que menos, en muchos casos, es más.
Es una verdadera lástima que el final de un ciclo se acabe tornando en algo tan poco inspirado. Se puede llegar a perdonar esa carencia de ingenio o trabajo en el guión suplantado por fantasía onírica como es el caso de ese limbo flotante que se encuentra a medio camino entre mundo el terrenal y el espiritual, un elemento visual que tiene su atractivo pero que realmente poco o nada aporta a la trama. Y es lógico pues acaba siendo un fuego de artificio sumamente forzado y sin apenas razón aparente. Llegados a este punto, donde están sobre la mesa todos los elementos de la ecuación, uno no tiene otra opción que admitir que esta tercera parte es un verdadero tropiezo tanto para la compañía como para la trilogía por mucho que sienta cierta admiración por sus dos entregas anteriores considerando incluso la primera parte como una de las piezas clave de la factoría Dreamworks. Una demostración palpable del gran problema acuciante por el cual lleva pasando desde hace tiempo la empresa que tiempo atrás era un pilar en el campo de la animación: la falta absoluta de buenas ideas (ya no digo grandes) y la desidia absoluta en lo que a guiones se refiere. Porque la animación aún siendo considerada un género con determinación propia tan sólo es la parte final, no el principio. Una buena historia es lo que hace funcionar el conjunto global, no el diseño de personajes o todo lo divertido que pueda llegar a ser. Y si en breve no espabilan mucho me temo que tendrán que empezar a cambiar los patrones. Aquí la torpeza y la vagancia no procede, precisamente, de un panda.
https://claquetadebitacora.wordpress.com/2016/03/28/critica-kung-fu-panda-3-jennifer-yuh-alessandro-carloni-artes-marciales-con-sintomas-de-cansancio/
Es una verdadera lástima que el final de un ciclo se acabe tornando en algo tan poco inspirado. Se puede llegar a perdonar esa carencia de ingenio o trabajo en el guión suplantado por fantasía onírica como es el caso de ese limbo flotante que se encuentra a medio camino entre mundo el terrenal y el espiritual, un elemento visual que tiene su atractivo pero que realmente poco o nada aporta a la trama. Y es lógico pues acaba siendo un fuego de artificio sumamente forzado y sin apenas razón aparente. Llegados a este punto, donde están sobre la mesa todos los elementos de la ecuación, uno no tiene otra opción que admitir que esta tercera parte es un verdadero tropiezo tanto para la compañía como para la trilogía por mucho que sienta cierta admiración por sus dos entregas anteriores considerando incluso la primera parte como una de las piezas clave de la factoría Dreamworks. Una demostración palpable del gran problema acuciante por el cual lleva pasando desde hace tiempo la empresa que tiempo atrás era un pilar en el campo de la animación: la falta absoluta de buenas ideas (ya no digo grandes) y la desidia absoluta en lo que a guiones se refiere. Porque la animación aún siendo considerada un género con determinación propia tan sólo es la parte final, no el principio. Una buena historia es lo que hace funcionar el conjunto global, no el diseño de personajes o todo lo divertido que pueda llegar a ser. Y si en breve no espabilan mucho me temo que tendrán que empezar a cambiar los patrones. Aquí la torpeza y la vagancia no procede, precisamente, de un panda.
https://claquetadebitacora.wordpress.com/2016/03/28/critica-kung-fu-panda-3-jennifer-yuh-alessandro-carloni-artes-marciales-con-sintomas-de-cansancio/