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Voto de claquetabitacora:
8
2000
6,5
33.959
Animación. Aventuras. Comedia
1959, Inglaterra. En el gallinero de la Granja Tweedy, la gallina Ginger sueña con un espacio más amplio y con la libertad. Cada día, intenta sin éxito escaparse del corral. La valiente Ginger se arma de paciencia y trata de hacer comprender a sus emplumadas amigas que la verja no está en torno a la granja, sino en sus mentes. Sus esperanzas se renuevan cuando un gallo americano, Rocky, aterriza en el corral. Ginger ve entonces en él al ... [+]
30 de agosto de 2016
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo que son las cosas. Como suele decirse: “En casa del herrero cuchara de palo” (aunque hay dichos que cambian la cuchara por cuchillo pero el material siempre es el mismo). Según cuenta la historia, la casa Aardman, la mítica compañía que ha dado a luz un listado de auténticas obras maestras, por extraño que parezca, no empezó con el stop-motion ni con la claymation. Para nada. Su origen no se encuentra en la “plastilina” ni la captura fotograma a fotograma. Su primer trabajo, “Aardman”, era un corto de dibujos animados cuyo original, tristemente, se perdió en un incendio para no recuperarse nunca. Fue a partir de ese momento cuando empezaron a trabajar con lo que les haría mundialmente famosos y que a día de hoy se han convertido en santo y seña de un sello inimitable. Su estilo tan peculiar, particular y con el arte necesario para insuflar a sus personajes de un carácter tan convincente hicieron que cada trabajo suyo fuese laureado con el aplauso de la crítica, la ovación del público y consiguiendo todos y cada uno de los premios a los que optaban demostrando que la (imperfecta) perfección tiene una marca registrada. La sensación de contemplar arte, detallismo e impureza a través de la poesía hecha figura (las huellas de los artistas son más que patentes dejando la sensación de cercanía y artesanía a partes iguales).
Después de batallar y trabajar en el mundo del corto, medio donde siempre se han desenvuelto como pez en el agua, su primer largometraje, “Chicken run: evasión en la granja”, tardó bastante tiempo en ver la luz. Está claro que no es lo mismo un fragmento de apenas minutos a algo mucho más serio como una película de larga duración (en comparación con lo que suele durar un corto). No fue hasta el año 2000 que dieron el salto a la gran pantalla estrenándose por “la puerta grande” con esta historia atractiva y original. Lo más importante es que sigue siendo (y estando) fresca. En cualquier historia, aparte de sus personajes, si hay algo que debe primar y funcionar desde los primeros instantes es el guión. Y aquí tanto Park como Lord consiguen, mediante un sinfín de referencias cinéfilas, un filme de exposición extremadamente detallista y contando con una lujosa, minuciosa y ante todo perfeccionista puesta en escena que queda patente nada más empezar. Es lógico que sea “La gran evasión” (John Sturges, 1963) el mayor exponente pues las referencias, los guiños y los homenajes a dicha película pueblan casi toda la película pero también es cierto que el género bélico de aventuras se convierte en la guía que sirve de enfoque a esta historia de altos vuelos y minimalistas detalles, con el deseo de libertad frente a un sistema opresor.
En este caso, el equipo va un paso más allá en lo que a ambientación se refiere. Su mayor interés es dotar a algo tan infantil y tierno como unas gallinas de sonrisa característica y afable forma de ser en auténticas prisioneras de una cadena de alimentación que no duda en acabar con ellas si no dan la productividad exigida por los encargados que regentan la granja. Aardman, en un alarde osado, convierte un simple caserío en un auténtico, triste y bastante siniestro campo de concentración donde las aves protagonistas se encuentran en un auténtico infierno. Encerradas en barracones cochambrosos, rodeadas con alambrada de espino, vigiladas bajo la amenaza de perros guardianes y siendo víctimas de asesinatos selectivos mediante la técnica del hachazo en una de las escenas más terroríficas de todo el filme (lógicamente a través del plano subjetivo para no herir más sensibilidades de las necesarias), está claro que la ambientación aquí lo es todo. En ese aspecto el arte implícito es más que suficiente para plasmar con todo lujo de detalles la tensión del momento, muy bien planificada en más de una ocasión y jugando con los fuera de campo en según qué secuencias para insinuar mejor todo lo que los directores quieren exponer. Claro, también se cuenta con unos villanos que resultan antipáticos en su forma de ser y eficaces en lo que a maldad se refiere. Granjeros reconvertidos en militares cuya estricta forma de ver el negocio lo convierte todo en un auténtico ejercicio deudor del mejor cine de prisioneros de los años 50 y 60. Ella, la líder, podría verse como una versión perversa y maquiavélica de la señorita Rottenmeier mientras que el esposo es el clásico zote que obedece sin plantearse nada en el camino.
Lógicamente, la parte de nuestras heroínas, gallinas lozanas que dentro de sus gallineros son felices bailando y disfrutando de la poca alegría que les queda, es la más visual, la más colorista, la más divertida y por ende la que hace que simpaticemos con ellas desde el primer instante gracias, también, a una gran variedad de caracteres. Y entre todas ellas, animales que no comprenden sus vidas de otra manera que poniendo huevos, como si naciesen con el automatismo activado, está Ginger, una gallina que desea ser libre, poder poner sus huevos cuando ella desee y no cuando se lo digan o dicten. Es el símbolo de la libertad y de la esperanza. Desde luego, no hay duda que la esencia de Steve McQueen en “La gran evasión” se encuentra homenajeado a través de este personaje, de entrañable forma de ser pero de actitud decisiva ante la adversidad (hay infinidad de situaciones donde el actor está homenajeado a la perfección). No se puede negar que al ser una película para todo tipo de público quizás le falle un poco el tipo de humor en ciertos momentos pues se antoja, a veces, un tanto forzado o quizás más infantil de lo necesario pero aún así no lastra el conjunto pues hay tal caudal de calidad en la concatenación de set pieces, tan lograda en su ejecución e inyectando vitalidad en los movimientos de forma tan convincente que los errores de los cuales pueda disponer acaban eclipsados por la maestría de todo su conjunto.
- continúa en spoiler -
Después de batallar y trabajar en el mundo del corto, medio donde siempre se han desenvuelto como pez en el agua, su primer largometraje, “Chicken run: evasión en la granja”, tardó bastante tiempo en ver la luz. Está claro que no es lo mismo un fragmento de apenas minutos a algo mucho más serio como una película de larga duración (en comparación con lo que suele durar un corto). No fue hasta el año 2000 que dieron el salto a la gran pantalla estrenándose por “la puerta grande” con esta historia atractiva y original. Lo más importante es que sigue siendo (y estando) fresca. En cualquier historia, aparte de sus personajes, si hay algo que debe primar y funcionar desde los primeros instantes es el guión. Y aquí tanto Park como Lord consiguen, mediante un sinfín de referencias cinéfilas, un filme de exposición extremadamente detallista y contando con una lujosa, minuciosa y ante todo perfeccionista puesta en escena que queda patente nada más empezar. Es lógico que sea “La gran evasión” (John Sturges, 1963) el mayor exponente pues las referencias, los guiños y los homenajes a dicha película pueblan casi toda la película pero también es cierto que el género bélico de aventuras se convierte en la guía que sirve de enfoque a esta historia de altos vuelos y minimalistas detalles, con el deseo de libertad frente a un sistema opresor.
En este caso, el equipo va un paso más allá en lo que a ambientación se refiere. Su mayor interés es dotar a algo tan infantil y tierno como unas gallinas de sonrisa característica y afable forma de ser en auténticas prisioneras de una cadena de alimentación que no duda en acabar con ellas si no dan la productividad exigida por los encargados que regentan la granja. Aardman, en un alarde osado, convierte un simple caserío en un auténtico, triste y bastante siniestro campo de concentración donde las aves protagonistas se encuentran en un auténtico infierno. Encerradas en barracones cochambrosos, rodeadas con alambrada de espino, vigiladas bajo la amenaza de perros guardianes y siendo víctimas de asesinatos selectivos mediante la técnica del hachazo en una de las escenas más terroríficas de todo el filme (lógicamente a través del plano subjetivo para no herir más sensibilidades de las necesarias), está claro que la ambientación aquí lo es todo. En ese aspecto el arte implícito es más que suficiente para plasmar con todo lujo de detalles la tensión del momento, muy bien planificada en más de una ocasión y jugando con los fuera de campo en según qué secuencias para insinuar mejor todo lo que los directores quieren exponer. Claro, también se cuenta con unos villanos que resultan antipáticos en su forma de ser y eficaces en lo que a maldad se refiere. Granjeros reconvertidos en militares cuya estricta forma de ver el negocio lo convierte todo en un auténtico ejercicio deudor del mejor cine de prisioneros de los años 50 y 60. Ella, la líder, podría verse como una versión perversa y maquiavélica de la señorita Rottenmeier mientras que el esposo es el clásico zote que obedece sin plantearse nada en el camino.
Lógicamente, la parte de nuestras heroínas, gallinas lozanas que dentro de sus gallineros son felices bailando y disfrutando de la poca alegría que les queda, es la más visual, la más colorista, la más divertida y por ende la que hace que simpaticemos con ellas desde el primer instante gracias, también, a una gran variedad de caracteres. Y entre todas ellas, animales que no comprenden sus vidas de otra manera que poniendo huevos, como si naciesen con el automatismo activado, está Ginger, una gallina que desea ser libre, poder poner sus huevos cuando ella desee y no cuando se lo digan o dicten. Es el símbolo de la libertad y de la esperanza. Desde luego, no hay duda que la esencia de Steve McQueen en “La gran evasión” se encuentra homenajeado a través de este personaje, de entrañable forma de ser pero de actitud decisiva ante la adversidad (hay infinidad de situaciones donde el actor está homenajeado a la perfección). No se puede negar que al ser una película para todo tipo de público quizás le falle un poco el tipo de humor en ciertos momentos pues se antoja, a veces, un tanto forzado o quizás más infantil de lo necesario pero aún así no lastra el conjunto pues hay tal caudal de calidad en la concatenación de set pieces, tan lograda en su ejecución e inyectando vitalidad en los movimientos de forma tan convincente que los errores de los cuales pueda disponer acaban eclipsados por la maestría de todo su conjunto.
- continúa en spoiler -
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
“Chicken run: evasión en la granja” también es, ante todo, un contraste entre la flema británica (el gallo del corral, quien a pesar de ser un abuelo que sólo sirve para contar historietas de sus tiempos mozos sigue manteniendo intacto su espíritu de lucha y gallardía) frente a la heroicidad americana (Rocky, el gallo escapado de un circo, es toda una declaración de intenciones, quien no duda en recurrir al engaño para conseguir siempre lo que desea y que aún así es reconvertido en un salvador a su pesar). Este contraste entre culturas es otra de las piezas del engranaje que funciona muy bien y que sin llegar a ser crítica incisiva al respecto sí puede verse como las dos caras de una misma moneda. De ahí que en más de una ocasión se enfatice el compañerismo y la lucha por los demás frente al individualismo y al sálvese quien pueda, intentando dejar a un lado las diferencias nacionales para un bien mayor. Lo que sí está claro es que el guión también es una especie de crítica hacia el maltrato, abuso y explotación animal. En ese aspecto no escatiman ni un ápice al mostrar como las gallinas son carne de derribo de no llegar a conseguir los beneficios estipulados. Es lógico que en ese aspecto el género bélico sirva como aliciente para insuflar la épica necesaria, darle un tono mucho más heroico que de costumbre y convertir el horizonte en símbolo de libertad (la forma en cómo las gallinas desean traspasar el muro es otro de los leitmotiv constantes).
Con un equipo que disfruta cada mínimo detalle, que cuenta con el ingenio y la originalidad como base, forma y fondo, logran deparar una colección de momentos inspirados que sirven como muestra de botón para comprender la magnitud de lo que podríamos llamar arte cinematográfico. De ahí que es obligatorio citar escenas como el rescate de Ginger por parte de Rocky en el interior de la máquina donde la acción, la tensión y la aventura deparan un tour de force brutal (las referencias visuales a Indiana Jones o a Star Wars son entre agradecidas y descacharrantes), el montaje paralelo entre el arreglo de dicha maquinaria por parte de los humanos y la construcción por parte de las gallinas del vehículo que las ayudará a escapar es magistral o los distintos intentos de fuga, a cual más divertido, plasman un enfoque perfecto al comprender el lenguaje cinematográfico del propio género aderezándolo con un humor exquisito para no resultar ni obvio ni chirriante. Desde luego, “Chicken Run: evasión en la granja” es una pequeña gran joya de la empresa y uno de los mejores títulos animados del género donde aventuras, romance, drama, suspense y comedia van de la mano sin soltarse en ningún momento y consiguiendo llevar a buen puerto gracias a un trabajo artesanal impecable, un ritmo perfecto y jugando además con la dosis exacta de consecuente candor para conseguir personajes magníficos que entran por el ojo nada más aparecer. Nunca unas gallinas habían deparado tanta artesanía.
https://claquetadebitacora.wordpress.com/2016/08/30/critica-chicken-run-evasion-en-la-granja-nick-park-peter-lord-2000-ansias-de-libertad/
Con un equipo que disfruta cada mínimo detalle, que cuenta con el ingenio y la originalidad como base, forma y fondo, logran deparar una colección de momentos inspirados que sirven como muestra de botón para comprender la magnitud de lo que podríamos llamar arte cinematográfico. De ahí que es obligatorio citar escenas como el rescate de Ginger por parte de Rocky en el interior de la máquina donde la acción, la tensión y la aventura deparan un tour de force brutal (las referencias visuales a Indiana Jones o a Star Wars son entre agradecidas y descacharrantes), el montaje paralelo entre el arreglo de dicha maquinaria por parte de los humanos y la construcción por parte de las gallinas del vehículo que las ayudará a escapar es magistral o los distintos intentos de fuga, a cual más divertido, plasman un enfoque perfecto al comprender el lenguaje cinematográfico del propio género aderezándolo con un humor exquisito para no resultar ni obvio ni chirriante. Desde luego, “Chicken Run: evasión en la granja” es una pequeña gran joya de la empresa y uno de los mejores títulos animados del género donde aventuras, romance, drama, suspense y comedia van de la mano sin soltarse en ningún momento y consiguiendo llevar a buen puerto gracias a un trabajo artesanal impecable, un ritmo perfecto y jugando además con la dosis exacta de consecuente candor para conseguir personajes magníficos que entran por el ojo nada más aparecer. Nunca unas gallinas habían deparado tanta artesanía.
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