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4
6,2
23.227
Comedia. Acción
Ambientada en Los Ángeles durante los años 70. El detective Holland March (Ryan Gosling) y el matón a sueldo Jackson Healy (Russell Crowe) se ven obligados a colaborar para resolver varios casos: la desaparición de una joven, la muerte de una estrella porno y una conspiración criminal que llega hasta las altas esferas. (FILMAFFINITY)
28 de septiembre de 2016
19 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
[...] “Dos buenos tipos” podría decirse que intenta recuperar aquellas maneras tan consagradas de las buddy movies ochenteras (y noventeras) pero emplazándolo todo una década (o dos) anterior a las películas que hicieron de él un gurú con renombre en Hollywood. Todo está colocado en la década de los 70, ya casi al final. Todo es decadente, la ciudad es un caldo de cultivo podrido que sirve de cuna a la pobreza, a la decadencia moral y que van a parar en brazos del cine experimental, más conocido como cine X [...] Está claro que esto es carne para una investigación privada porque al igual que la ciudad aquí algo huele muy mal. Mientras tanto Black decide presentar, cada uno a su estilo, a los dos personajes protagonistas. Uno es Holland March, un investigador privado extremadamente patético que se gana la vida estafando a señoras mayores (y un poco seniles) aún sabiendo que no está bien. Ryan Gosling encarna aquí el papel de un auténtico loser, un perdedor (des)encantado de conocerse, viudo y que tiene una hija preadolescente a su cargo. Ella está interpretada por Angourie Rice y durante todo el metraje se convierte en la voz de la conciencia de su padre, en la única que tiene algo de sentido común y que por derecho propio es la más inteligente.
El otro compañero es Jackson Healy. Un matón de medio pelo que al mejor postor vigila y protege a jovencitas de gente que intenta abusar de ellas. Parco en palabras, rudo en acciones. Sus puños hablan siempre por él y no duda en ningún instante en dejarles hacer su trabajo. Porque se le da bien, se le da muy bien. Russell Crowe es un auténtico badass que disfruta con su trabajo. No le importa estar solo, le da igual no tener una familia que le espere en casa. Él se debe a su causa y mientras le paguen por ello así seguirá. Podría decirse que los personajes de March y Healy son antagonistas, no se parecen en nada pero como suele decirse los polos opuestos se atraen porque a fin de cuentas son las dos caras de una misma moneda. El primero es un ser patético, en todos los sentidos. Sufre, se golpea, llora, gimotea, hay momentos que parece la viva reencarnación de un Inspector Clouseau de extrarradio que golpea ventanas para allanar viviendas en busca de pistas y con los cristales se corta el puño, tal cual. Llega a tal punto que uno puede tener la sensación de ver a Peter Sellers y Gene Wilder en un mismo personaje [...].
Por el contrario, el segundo es el auténtico ser confiado, decidido, seguro de sí mismo, una mole cuatro por cuatro que sabe que su trabajo no es el mejor del mundo, que los hay mejores, quizás más honrados, pero si no lo hace él lo hará otro y mientras le paguen por ello no hay nada que le impida desarrollarlo. Crowe, que en su momento fue uno de los hombres más deseados por su varonil fisonomía y su mirada fría, aquí se antoja un hombre entrado en años y más aún en vivencias, cuyo cuerpo no representa al héroe de Hollywood (y tampoco lo pretende). Aquí se trata, en todo momento, de representar los bajos fondos de una ciudad casi sin ley y en ese aspecto resulta caballo ganador. Una vez conocemos los roles antagónicos llega el momento en que las vidas de ambos se cruzarán, por circunstancias casuales o si me apuran casi por necesidad. March, en una de sus investigaciones, va en busca de una chica desaparecida llamada Amelia. Ella podría ser una parte importante del caso. Pues bien, Healy aparecerá en escena para romperle el brazo, como advertencia de que debe abandonar su investigación. Sin más. Así es como él hace las cosas [...].
Tristemente hay un problema de base y es que la película no es tan cómica como pudiera parecer, ni tan siquiera estamos ante un filme de carcajada [...]. No es problema de los actores quienes, sobre todo Gosling, se esfuerzan en conseguir provocar la sonrisa partícipe del espectador y puede decirse, sin miedo a equivocarse, que forzar una máquina a base de gags fuera de juego resulta poco menos que decepcionante. Sí, claro que hay compadreo y más aún entre dos personajes que son polos opuestos pero que se compenetran muy bien [...]. También el personaje de Haley llega a ser la parte ruda, dura, inquebrantable y en cierto sentido la que protegerá al niño grande que todos vemos. Porque una vez lleguen a compartir aventuras, una vez decidan ir en el mismo camino, la película se transformará en un thriller que intenta ir de sórdido pero a medida que avanzan en investigaciones y pesquisas se torna descafeinado, aguado y no tan atractivo como pudiera parecer. Razones hay para llegar a esa conclusión.
“Dos buenos tipos” es una película emplazada en una época donde a partir de una ambientación más o menos lograda de los 70, aquí se muestran las luces de neón, las bambalinas, la música disco, los clubs privados, la ropa kitsch, la pornografía experimental sólo que en muy esporádicas ocasiones y sin ser el centro de la trama, más como émulo de una sociedad muy ajena a la inocencia americana de décadas anteriores que como reclamo, todo expuesto y emplazado en una América nada halagüeña, donde el sueño hippie va quedando en el ostracismo mientras el capitalismo emerge sin dar cancha. Visto desde una perspectiva puramente cinematográfica, uno tiene la sensación de que la obra de Shane Black es un intento de hacer accesible lo que contó Paul Thomas Anderson en “Puro vicio” (2014). Aquel título era ambiguo, espeso, casi encriptado, extremadamente irritante y para nada atractivo, que dejaba al espectador en un estado nada agradecido por no saber (ni comprender) qué estaba pasando realmente ni qué le estaban contando. Aquí es como si el director de “Kiss Kiss Bang Bang” (2005) desmenuzara la rocambolesca viciada de Anderson y la ensamblara un guión algo más confuso de lo que pueda parecer y sin ser tan directo como intenta aparentar pero más sencillo en su resolutiva [...].
- continúa en spoiler -
El otro compañero es Jackson Healy. Un matón de medio pelo que al mejor postor vigila y protege a jovencitas de gente que intenta abusar de ellas. Parco en palabras, rudo en acciones. Sus puños hablan siempre por él y no duda en ningún instante en dejarles hacer su trabajo. Porque se le da bien, se le da muy bien. Russell Crowe es un auténtico badass que disfruta con su trabajo. No le importa estar solo, le da igual no tener una familia que le espere en casa. Él se debe a su causa y mientras le paguen por ello así seguirá. Podría decirse que los personajes de March y Healy son antagonistas, no se parecen en nada pero como suele decirse los polos opuestos se atraen porque a fin de cuentas son las dos caras de una misma moneda. El primero es un ser patético, en todos los sentidos. Sufre, se golpea, llora, gimotea, hay momentos que parece la viva reencarnación de un Inspector Clouseau de extrarradio que golpea ventanas para allanar viviendas en busca de pistas y con los cristales se corta el puño, tal cual. Llega a tal punto que uno puede tener la sensación de ver a Peter Sellers y Gene Wilder en un mismo personaje [...].
Por el contrario, el segundo es el auténtico ser confiado, decidido, seguro de sí mismo, una mole cuatro por cuatro que sabe que su trabajo no es el mejor del mundo, que los hay mejores, quizás más honrados, pero si no lo hace él lo hará otro y mientras le paguen por ello no hay nada que le impida desarrollarlo. Crowe, que en su momento fue uno de los hombres más deseados por su varonil fisonomía y su mirada fría, aquí se antoja un hombre entrado en años y más aún en vivencias, cuyo cuerpo no representa al héroe de Hollywood (y tampoco lo pretende). Aquí se trata, en todo momento, de representar los bajos fondos de una ciudad casi sin ley y en ese aspecto resulta caballo ganador. Una vez conocemos los roles antagónicos llega el momento en que las vidas de ambos se cruzarán, por circunstancias casuales o si me apuran casi por necesidad. March, en una de sus investigaciones, va en busca de una chica desaparecida llamada Amelia. Ella podría ser una parte importante del caso. Pues bien, Healy aparecerá en escena para romperle el brazo, como advertencia de que debe abandonar su investigación. Sin más. Así es como él hace las cosas [...].
Tristemente hay un problema de base y es que la película no es tan cómica como pudiera parecer, ni tan siquiera estamos ante un filme de carcajada [...]. No es problema de los actores quienes, sobre todo Gosling, se esfuerzan en conseguir provocar la sonrisa partícipe del espectador y puede decirse, sin miedo a equivocarse, que forzar una máquina a base de gags fuera de juego resulta poco menos que decepcionante. Sí, claro que hay compadreo y más aún entre dos personajes que son polos opuestos pero que se compenetran muy bien [...]. También el personaje de Haley llega a ser la parte ruda, dura, inquebrantable y en cierto sentido la que protegerá al niño grande que todos vemos. Porque una vez lleguen a compartir aventuras, una vez decidan ir en el mismo camino, la película se transformará en un thriller que intenta ir de sórdido pero a medida que avanzan en investigaciones y pesquisas se torna descafeinado, aguado y no tan atractivo como pudiera parecer. Razones hay para llegar a esa conclusión.
“Dos buenos tipos” es una película emplazada en una época donde a partir de una ambientación más o menos lograda de los 70, aquí se muestran las luces de neón, las bambalinas, la música disco, los clubs privados, la ropa kitsch, la pornografía experimental sólo que en muy esporádicas ocasiones y sin ser el centro de la trama, más como émulo de una sociedad muy ajena a la inocencia americana de décadas anteriores que como reclamo, todo expuesto y emplazado en una América nada halagüeña, donde el sueño hippie va quedando en el ostracismo mientras el capitalismo emerge sin dar cancha. Visto desde una perspectiva puramente cinematográfica, uno tiene la sensación de que la obra de Shane Black es un intento de hacer accesible lo que contó Paul Thomas Anderson en “Puro vicio” (2014). Aquel título era ambiguo, espeso, casi encriptado, extremadamente irritante y para nada atractivo, que dejaba al espectador en un estado nada agradecido por no saber (ni comprender) qué estaba pasando realmente ni qué le estaban contando. Aquí es como si el director de “Kiss Kiss Bang Bang” (2005) desmenuzara la rocambolesca viciada de Anderson y la ensamblara un guión algo más confuso de lo que pueda parecer y sin ser tan directo como intenta aparentar pero más sencillo en su resolutiva [...].
- continúa en spoiler -
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
[...] Black utiliza la ciudad de Detroit, una de las mecas y cuna de la fabricación de coches, como una especie de declaración de intenciones y una crítica hacia la corrupción del mismo mercado. Tan sólo hay que ver como durante el metraje el guión hay un discurso protesta a través de la manifestación hacia el gas nocivo que emanan los coches (cuando no había tanta regularización en los motores y en los carburantes) y que también pone el dedo en la llaga hacia los magnates, productores y directivos que se enriquecen a costa de manipular las piezas que pueden evitar las emanaciones tóxicas a través de los coches que fabrican. Sin ir más lejos la cortina de humo está en utilizar el cine pornográfico envuelto en cine experimental como arma arrojadiza [...].
Hasta aquí todo esto está bastante bien. En teoría. Pero cuando intentas convertir un thriller de acción en una comedia bufa que contiene gags más o menos acertados y personajes que se convierten en bufones dentro de una elegiaca forma de ser, es muy difícil mantener de forma constante el humor sin resultar reiterativo y un tanto saturado. No hay nada en contra de tirar por derroteros más fáciles y que entren de manera más accesible para conseguir la risa cómplice pero hay que saber hacerlo, hay que saber entenderlo y ante todo hay que saberlo plasmar. Gosling, desde luego, ha conseguido un rol definido, convincente y hasta cierto punto agradecido. Pero cuando intentas conseguir acción, misterio y risa (que no parodia) debes estar preparado para las consecuencias si el ejercicio no está bien hecho y desde luego, aún viéndose las intenciones, el resultado dista mucho de ser correcto. Nadie puede negar que hasta cierto punto los personajes que pueblan “Dos buenos tipos” podrían llegar incluso a pasar por ser carne de los hermanos Coen o incluso, si se me apura, del propio Thomas Anderson o del mismísimo Tarantino. Tienen ese sabor agridulce, envueltos y bañados en patetismo ilustrado que los maestros siempre han sabido llevar a buen puerto [...].
Todos tienen una función pero no van más allá de lo que se espera de personajes así y aunque Gosling podría ser el único que dentro de su infantiloide forma de ser (y actuar) resulta ser el más interesante en matices no va más allá. Es un personaje interesante pero no acaba siendo memorable. Se agradece que Crowe sea una auténtica bestia parda que no duda en dejar salir sus puños (demostrando que puede seguir siendo un héroe de acción si se lo propusiera) pero no deja huella más allá de ciertos momentos y por último pero no menos importante tenemos a Kim Basinger que se encuentra desubicada, perdida y muy lejos de sus papeles más destacados donde aquí se nota que su presencia es más un reclamo por ser quien es que por sus dotes interpretativas [...].
[...] Cuando tienes que retorcer un guión para parecer más maduro de lo que es, cuando tienes que marear la perdiz para hacer creer que estamos ante un título más interesante y adulto de lo que realmente es, cuando no filtras y crees que todo es válido en pos del propio género es cuando realmente estás demostrando que has perdido tu propio don, ese que te hizo rico y famoso, o no has llegado a comprender la mecánica del lenguaje del cine negro, uno que apenas te apartas de él acabas por hundirte en el fango. Sea cual sea de las dos opciones quien pierde es la película. Es comprensible que acostumbrados a las modas actuales del propio cine, “Dos buenos tipos” se pueda antojar como aire fresco y arriesgado pero desde luego, a toro pasado, la sensación real es que ni es tan acertado ni es para aplaudirlo con tanto ahínco. Porque sin lugar a dudas estamos ante un título fallido, poco agradecido y nada memorable.
https://claquetadebitacora.wordpress.com/2016/09/28/critica-dos-buenos-tipos-shane-black-2016-colegas-fuera-de-juego/
Hasta aquí todo esto está bastante bien. En teoría. Pero cuando intentas convertir un thriller de acción en una comedia bufa que contiene gags más o menos acertados y personajes que se convierten en bufones dentro de una elegiaca forma de ser, es muy difícil mantener de forma constante el humor sin resultar reiterativo y un tanto saturado. No hay nada en contra de tirar por derroteros más fáciles y que entren de manera más accesible para conseguir la risa cómplice pero hay que saber hacerlo, hay que saber entenderlo y ante todo hay que saberlo plasmar. Gosling, desde luego, ha conseguido un rol definido, convincente y hasta cierto punto agradecido. Pero cuando intentas conseguir acción, misterio y risa (que no parodia) debes estar preparado para las consecuencias si el ejercicio no está bien hecho y desde luego, aún viéndose las intenciones, el resultado dista mucho de ser correcto. Nadie puede negar que hasta cierto punto los personajes que pueblan “Dos buenos tipos” podrían llegar incluso a pasar por ser carne de los hermanos Coen o incluso, si se me apura, del propio Thomas Anderson o del mismísimo Tarantino. Tienen ese sabor agridulce, envueltos y bañados en patetismo ilustrado que los maestros siempre han sabido llevar a buen puerto [...].
Todos tienen una función pero no van más allá de lo que se espera de personajes así y aunque Gosling podría ser el único que dentro de su infantiloide forma de ser (y actuar) resulta ser el más interesante en matices no va más allá. Es un personaje interesante pero no acaba siendo memorable. Se agradece que Crowe sea una auténtica bestia parda que no duda en dejar salir sus puños (demostrando que puede seguir siendo un héroe de acción si se lo propusiera) pero no deja huella más allá de ciertos momentos y por último pero no menos importante tenemos a Kim Basinger que se encuentra desubicada, perdida y muy lejos de sus papeles más destacados donde aquí se nota que su presencia es más un reclamo por ser quien es que por sus dotes interpretativas [...].
[...] Cuando tienes que retorcer un guión para parecer más maduro de lo que es, cuando tienes que marear la perdiz para hacer creer que estamos ante un título más interesante y adulto de lo que realmente es, cuando no filtras y crees que todo es válido en pos del propio género es cuando realmente estás demostrando que has perdido tu propio don, ese que te hizo rico y famoso, o no has llegado a comprender la mecánica del lenguaje del cine negro, uno que apenas te apartas de él acabas por hundirte en el fango. Sea cual sea de las dos opciones quien pierde es la película. Es comprensible que acostumbrados a las modas actuales del propio cine, “Dos buenos tipos” se pueda antojar como aire fresco y arriesgado pero desde luego, a toro pasado, la sensación real es que ni es tan acertado ni es para aplaudirlo con tanto ahínco. Porque sin lugar a dudas estamos ante un título fallido, poco agradecido y nada memorable.
https://claquetadebitacora.wordpress.com/2016/09/28/critica-dos-buenos-tipos-shane-black-2016-colegas-fuera-de-juego/