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Voto de claquetabitacora:
2
Fantástico. Acción. Aventuras La supervivencia de la humanidad pende de un hilo, pero Beck, un héroe mortal, está decidido a salvar el mundo y a rescatar a su verdadero amor. Para conseguirlo busca la ayuda del poderoso dios Horus, con el que establecerá una alianza contra Set, el despiadado dios de la oscuridad que ha usurpado el trono de Egipto, sumiendo al país en el caos. Para ganar la batalla contra Set y sus secuaces tendrán que someterse a terribles pruebas ... [+]
22 de octubre de 2016
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sucede muchas veces, más de las que nos creemos. Una película puede ser todo lo mala que se quiera pero si ésta logra traspasar el umbral de nuestra permisividad automáticamente acaba por convertirse en algo que llegaremos a defender a capa y espada. Aunque seamos los únicos. Llega a formar parte de ese inabarcable universo llamado “Placeres culpables”. Sabes que lo que acabas de contemplar no tiene ni pies ni cabeza, que la dirección es de todo menos acertada y que todo cuanto acontece es digno de recibir una lluvia de piedras. Pero te da igual. Tú la has disfrutado, sin saber muy bien porqué (o sabiéndolo, la ecuación casi que es la misma). En inglés, que así parece más cool, se les suele llamar “Guilty pleasures”. “Dioses de Egipto”, muy a su pesar le es imposible pertenecer a ese gremio, por mucho que parezca que lo intenta y se esfuerza por ello. Alex Proyas, el padre de dos piezas de culto (para mi gusto un tanto exagerado) como son “El cuervo” y “Dark City”, ha decidido apostar por el exceso consciente de serlo. Se ha permitido un lujo mastodóntico donde el despliegue de medios intenta parecer una fiesta psicodélica digna de los años 90 pero envolviéndose en la bandera de una clase de historia alternativa sólo que utilizando los elementos básicos para darle esa patina de fantasía psicotrópica, como si quisiera a todas luces alejarse de los logros conseguidos en el cine de superhéroes actual. Como si su película intentara recuperar ese tipo de filmes basados en la aventura clásica, antigua, de la que ya por desgracia se hace menos por ser, quizás, más cara de hacer y menos rentable.

La veneración de Hollywood por el antiguo Egipto lleva existiendo desde que el cine tiene vida. Cada generación de directores intenta plasmarlo con su particular idiosincrasia. A través del terror, la Universal presentaba aquella momia decrépita en películas de papel cuché y atrezo acartonado, de sabor añejo y posible regusto por la nostalgia. A medida que los años iban avanzando se prefirió recurrir a la aventura más activa donde el lugar de las pirámides, los faraones y la cultura por los dioses grabados en piedras era el escenario propicio para carreras, efectos especiales e incluso héroes pulp. “Dioses de Egipto”, como si de una revisita se tratase a aquel universo alternativo que propuso Roland Emmerich a principios de los 90 llamado “Stargate”, aquí se nos presenta un pasado acomodado en las bondades de la imaginación rústica donde los dioses viven entre los mortales, sangran oro, se convierten en auténticos Transformers con ganas de pelea entre consanguíneos y recurren a fauna de imposible constitución (serpientes gigantes que escupen fuego, escarabajos enormes que son empleados como cabalgadura de carruaje real, etc.) para construir un cuento kitsch que en ningún momento oculta sus intenciones más primarias: dejar que Proyas maneje la cámara a su antojo para contarnos una leyenda que de haber sido un relato escrito podría haber fascinado a cualquiera en edad de sorprenderse pero para su mayor desgracia la película, en el campo visual, resulta ser un producto demodé, encorsetado y ante todo sobrecargado de incongruencias aún nadando en el mar de la fantasía más surrealista.

El reparto es de lo más variopinto que uno pueda imaginar sobre todo en un producto de este calibre pero lo que aquí se ha intentado, desde primera instancia, es captar la atención, cual trampa para ratones, con Gerard Butler como si estuviéramos ante un Leónidas de marca blanca pero que a lo mejor el espectador menos precavido pica cual ratón ante el olor del queso. Y si bien es cierto que algo de aquel personaje hay en la indumentaria, fachada y presencia del actor, todo cuanto vemos es a un actor que se auto engaña creyéndose un héroe de nuevo pero que a ojos de cualquiera es un personaje histriónico en más de una ocasión, inconsciente en sus pláticas y cargado de patetismo en sus deseos de poder y conquista. Podríamos decir que si uno analiza fríamente las intenciones de él como villano son dignas de tebeo rancio. Lástima que no haya recurrido a risa de mad doctor, hubiese redondeado la jugada. Todo lo demás es ruido y vacuidad, por mucha presencia que tenga. El resto del elenco son meras piezas de un ajedrez aburrido que ninguno resulta convincente en los arquetipos de los que dispone este producto de serie B sólo que inyectado en billetes para poder darle la clase A. Podría decirse que hasta alguien de la talla de Geoffrey Rush, que siempre ha sabido darle a sus roles el don que ofrece un actor hecho de cine, está completamente desubicado haciendo de Ra, el dios y padre de todos (aunque tengo que reconocer que su personaje es el único que se agradecen sus esporádicas apariciones). Figurantes que pasan por aquí como Pedro por su casa, aparecen y desaparecen, con el carisma a precio de saldo y sin presentar un solo personaje que pueda servir como referente o que cuente con la química suficiente como para conquistar nuestra empatía.

- continúa en spoiler -
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
claquetabitacora
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