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8
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3.651
Animación. Comedia. Aventuras
Snoopy emprende una gran misión que lo lleva a surcar los cielos como as de la aviación para enfrentarse a su archienemigo, el Barón Rojo. Mientras, su mejor amigo Carlitos Brown, inseguro pero perseverante, vivirá también una aventura épica: se enamora de su nueva vecina. Película basada en los cómics de Charles Schulz, "Peanuts", conocidos fuera de Estados Unidos por algunos de sus personajes: Snoopy o Charlie Brown. (FILMAFFINITY)
1 de febrero de 2016
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Se dice rápido pero hace ya 65 años desde que Charles Schulz publicara por primera vez las historietas “Peanuts” donde el mundo de la infancia estaba transmitido a través de los ojos del inseguro Charlie Brown y su perro Snoopy. Si por algo triunfaron (y con razón) aquellas aventuras era por la fantasía desbordante que ofrecía la vida a través de estos dos personajes protagonistas y la colección de secundarios que los rodeaban. La parte real estaba expuesta con el niño y la parte fantástica con la del cánido. Pero en sí todos fluían hacia un punto en común y ese no era otro que plasmar con total claridad la vida de cualquier infante y que ellos las disfrutaran como un conjunto de aventuras mientras que los adultos de todo el mundo veían un fiel reflejo de lo que sentían en aquellos años de experiencias que jamás se vuelven a tener una vez se cruza ese punto de no retorno que es la propia infancia. No es de extrañar que sus historias acabasen recolectando una inabarcable legión de seguidores pues si algo nos gusta más que vivir la vida es verla reflejada con una calidad tan perfecta como lo son los trazos, inventiva y originalidad de las historias de Schulz para poder rememorarla a nuestro antojo.
Es lógico admitir que cuando se decidió por parte de Blue Sky Studios llevar a la gran pantalla el universo de “Peanuts” las manos a la cabeza fue uno de los gestos más recurrentes. Por la sencilla razón de que había cierto recelo y temor por si había la posibilidad (más que probable) de que se faltara a la esencia del producto y la traslación a la gran pantalla sirviera simplemente para concatenar aventuras, acción por la acción, humor estúpido y convirtiendo a los personajes en simples piezas intercambiables sin rasgo de personalidad. La empresa es pródiga en títulos que logran captar la atención del espectador y la taquilla es cómplice con ella. Incluso podría decirse que sus películas están cargadas de personajes que más o menos han logrado calar en la cultura popular (cítese Scrat sin ir más lejos, la ardilla nerviosa de la saga “Ice Age”) pero en lo que a guiones maduros con algo más que simplemente situaciones divertidas la compañía es bastante parca. Pensar que “Peanuts” iba a convertirse en una película bajo su sello no hacía otra cosa que obligar a levantar la ceja.
Pero mira tú por dónde que los hijos del propio Schulz, Craig y Brian, estaban tras el guión con la ayuda de Cornelius Uliano. Eso significaba una cosa, sólo una. Que el legado del creador de Snoopy y sus amigos estaba, como mínimo, en las personas y manos adecuadas. Y no es para menos. Una vez vista la película uno puede respirar aliviado. Es más, se puede sentir uno orgulloso de haber contemplado algo serio, bueno, elegante y ante todo respetuoso. Para empezar lo que vemos en pantalla son unos copos de nieve dibujados al más puro estilo tradicional, como si fuese el propio Schulz quien estuviese tras esos trazos. Luego hace acto de presencia la técnica 3D, la que parece haber invadido y absorbido todas las demás técnicas animadas demostrando la poca fe en el mismo medio de los propios directores dedicados a la animación. Pero es que la elección de esta técnica está más que justificada pues sólo sirve para darle mayor volumen y profundidad a la esencia del dibujo en sí. Todo está a salvo, nada pierde validez. Tan sólo hay que contemplar los movimientos, los perfiles, los diseños, etc. Todo está en perfecta armonía y orquestado con una elegancia digna de encomio. Aquí hay calidad a paladas y en ingentes cantidades.
Cuando uno se adentra en “Carlitos y Snoopy: la película de Peanuts” siente la extraña, agradable y agradecida sensación de viajar en el tiempo sólo que en un vehículo de lujo. Porque todo está aquí. No falta nada, no sobra nada. Todos los personajes que hicieron las delicias en las tiras cómicas o en los dibujos animados de antaño siguen habitando aquí, sin haber perdido ni una sola pizca de humanidad, candor y ternura. La técnica simplemente es un envoltorio orquestado para que partamos de cero pero con una base ya reconocida y reconocible. Aquí seguimos las andanzas del siempre inseguro Charlie Brown, el niño que todos conocemos y que siempre sufre por todo, que nada le sale bien y que por desgracia su propia inseguridad magnifica los problemas y acentúa sus temores y padecimientos. A través de una cometa a modo de simbología sobre lo imposible de ciertas circunstancias y situaciones aquí Carlitos, como es conocido en nuestro idioma patrio, tendrá que lidiar, más si cabe, con sus propios miedos internos al encontrarse con la chica de sus sueños. Es a partir de aquí cuando Snoopy, junto con la ayuda de su inseparable amigo Woodstock, ese pajarillo amarillo de icónica silueta, intentarán ayudar a nuestro dubitativo amigo para que consiga sobreponerse, superar sus auto impuestos obstáculos, enfrentarse a sus miedos y conseguir conquistar la montaña más difícil: vencer la inseguridad y el miedo al fracaso.
- continúa en spoiler -
Es lógico admitir que cuando se decidió por parte de Blue Sky Studios llevar a la gran pantalla el universo de “Peanuts” las manos a la cabeza fue uno de los gestos más recurrentes. Por la sencilla razón de que había cierto recelo y temor por si había la posibilidad (más que probable) de que se faltara a la esencia del producto y la traslación a la gran pantalla sirviera simplemente para concatenar aventuras, acción por la acción, humor estúpido y convirtiendo a los personajes en simples piezas intercambiables sin rasgo de personalidad. La empresa es pródiga en títulos que logran captar la atención del espectador y la taquilla es cómplice con ella. Incluso podría decirse que sus películas están cargadas de personajes que más o menos han logrado calar en la cultura popular (cítese Scrat sin ir más lejos, la ardilla nerviosa de la saga “Ice Age”) pero en lo que a guiones maduros con algo más que simplemente situaciones divertidas la compañía es bastante parca. Pensar que “Peanuts” iba a convertirse en una película bajo su sello no hacía otra cosa que obligar a levantar la ceja.
Pero mira tú por dónde que los hijos del propio Schulz, Craig y Brian, estaban tras el guión con la ayuda de Cornelius Uliano. Eso significaba una cosa, sólo una. Que el legado del creador de Snoopy y sus amigos estaba, como mínimo, en las personas y manos adecuadas. Y no es para menos. Una vez vista la película uno puede respirar aliviado. Es más, se puede sentir uno orgulloso de haber contemplado algo serio, bueno, elegante y ante todo respetuoso. Para empezar lo que vemos en pantalla son unos copos de nieve dibujados al más puro estilo tradicional, como si fuese el propio Schulz quien estuviese tras esos trazos. Luego hace acto de presencia la técnica 3D, la que parece haber invadido y absorbido todas las demás técnicas animadas demostrando la poca fe en el mismo medio de los propios directores dedicados a la animación. Pero es que la elección de esta técnica está más que justificada pues sólo sirve para darle mayor volumen y profundidad a la esencia del dibujo en sí. Todo está a salvo, nada pierde validez. Tan sólo hay que contemplar los movimientos, los perfiles, los diseños, etc. Todo está en perfecta armonía y orquestado con una elegancia digna de encomio. Aquí hay calidad a paladas y en ingentes cantidades.
Cuando uno se adentra en “Carlitos y Snoopy: la película de Peanuts” siente la extraña, agradable y agradecida sensación de viajar en el tiempo sólo que en un vehículo de lujo. Porque todo está aquí. No falta nada, no sobra nada. Todos los personajes que hicieron las delicias en las tiras cómicas o en los dibujos animados de antaño siguen habitando aquí, sin haber perdido ni una sola pizca de humanidad, candor y ternura. La técnica simplemente es un envoltorio orquestado para que partamos de cero pero con una base ya reconocida y reconocible. Aquí seguimos las andanzas del siempre inseguro Charlie Brown, el niño que todos conocemos y que siempre sufre por todo, que nada le sale bien y que por desgracia su propia inseguridad magnifica los problemas y acentúa sus temores y padecimientos. A través de una cometa a modo de simbología sobre lo imposible de ciertas circunstancias y situaciones aquí Carlitos, como es conocido en nuestro idioma patrio, tendrá que lidiar, más si cabe, con sus propios miedos internos al encontrarse con la chica de sus sueños. Es a partir de aquí cuando Snoopy, junto con la ayuda de su inseparable amigo Woodstock, ese pajarillo amarillo de icónica silueta, intentarán ayudar a nuestro dubitativo amigo para que consiga sobreponerse, superar sus auto impuestos obstáculos, enfrentarse a sus miedos y conseguir conquistar la montaña más difícil: vencer la inseguridad y el miedo al fracaso.
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SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
A través de todos y cada uno de los personajes que aquí pueblan este lugar pacífico, casi idílico, donde los adultos no tienen forma pero sí presencia (comunicándose a través de sonidos onomatopéyicos parecidos a bocinas) y dentro de una paleta de colores muy cálidos, el mundo de los niños es presentado como un micro cosmos que también tiene su razón de ser por la sencilla razón de que nosotros, todos, lo hemos vivido, hemos estado en él y hemos tenido los mismos temores, las mismas dudas, los mismos sufrimientos, desgracias, alegrías y logros que los que tienen tanto Charlie como Snoopy y el resto de amigos y vecinos. Porque es a con todos estos personajes cuando logramos ir a una conjunción de filosofías fundamentales y elementales a través de los diálogos entre el protagonista y su amigo Linus o ver que la gente es seguidora de la fama cual masa imantada hacia una vacua moda pasajera, como esa donde ensalzan en una popularidad efímera al bueno de Carlitos por un mal entendido. Pero también hay cabida para los amores de niños, para los juegos en la calle utilizando la imaginación, los ensayos previos en casa para intentar conseguir el baile perfecto, los deberes o las clases aunado todo a través de valores elementales como la amistad, el respeto, el valor, el sacrificio o el ser uno mismo y apreciarse tal y como uno es sin importar las críticas destructivas de los demás. Pero nunca de forma pastosa o prepotente sino desde la esencia y sin perder ni un ápice de clase. Valores que por desgracia muchos adultos han ido olvidando por el camino creyendo que así será mejor.
Claro, estamos ante un título que necesita jugar con la fantasía pues ya de por sí el mismo Snoopy es el que a través de la escritura deja que su imaginación vuele para que ésta se desdoble y se convierta en escenas cargadas de aventuras, acción y tensión sin olvidar esos gloriosos planos donde se le ve a él encima de su caseta escribiendo con la máquina de escribir, elemento necesario para plasmar la letra en papel, algo tan nostálgico como idealista en sí mismo. Porque aunque hayan pequeños instantes donde quizás el humor es demasiado blando (que no infantil) tiene sentido su empleo y exposición. La película es, ante todo, una clase magistral de cómo aunar inocencia, nostalgia, sentimientos y cinematografía a partes iguales sin rechinar ni chirriar. Añadidos como Snoopy bailando al ritmo de los Gipsy Kings o el intento de éste por estar en clase, la carrera a contrarreloj de Charlie Brown para poder despedirse de su amada, la mezcla del dibujo tradicional a modo de expansión del propio medio o la escena del baile junto con la ironía de ciertos apuntes por parte del cánido son valores añadidos que complementan perfectamente a esta agradecida, sincera, bella y necesaria joya de la animación que si bien es cierto no se convierte en obra maestra poco le falta. Desde luego estamos ante uno de los mejores títulos que respeta al original y consigue ser fiel al mismo siendo todo un ejemplo a seguir.
https://claquetadebitacora.wordpress.com/2016/02/01/critica-carlitos-y-snoopy-la-pelicula-de-peanuts-steve-martino-2015-ese-fantastico-mundo-llamado-infancia/
Claro, estamos ante un título que necesita jugar con la fantasía pues ya de por sí el mismo Snoopy es el que a través de la escritura deja que su imaginación vuele para que ésta se desdoble y se convierta en escenas cargadas de aventuras, acción y tensión sin olvidar esos gloriosos planos donde se le ve a él encima de su caseta escribiendo con la máquina de escribir, elemento necesario para plasmar la letra en papel, algo tan nostálgico como idealista en sí mismo. Porque aunque hayan pequeños instantes donde quizás el humor es demasiado blando (que no infantil) tiene sentido su empleo y exposición. La película es, ante todo, una clase magistral de cómo aunar inocencia, nostalgia, sentimientos y cinematografía a partes iguales sin rechinar ni chirriar. Añadidos como Snoopy bailando al ritmo de los Gipsy Kings o el intento de éste por estar en clase, la carrera a contrarreloj de Charlie Brown para poder despedirse de su amada, la mezcla del dibujo tradicional a modo de expansión del propio medio o la escena del baile junto con la ironía de ciertos apuntes por parte del cánido son valores añadidos que complementan perfectamente a esta agradecida, sincera, bella y necesaria joya de la animación que si bien es cierto no se convierte en obra maestra poco le falta. Desde luego estamos ante uno de los mejores títulos que respeta al original y consigue ser fiel al mismo siendo todo un ejemplo a seguir.
https://claquetadebitacora.wordpress.com/2016/02/01/critica-carlitos-y-snoopy-la-pelicula-de-peanuts-steve-martino-2015-ese-fantastico-mundo-llamado-infancia/