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Voto de claquetabitacora:
6
6,4
30.983
Thriller. Intriga. Terror. Ciencia ficción
Una joven sufre un accidente de coche. Cuando despierta se encuentra encerrada en una celda bajo tierra, secuestrada por un hombre extraño (John Goodman) que dice haberla salvado del día del juicio final. El excéntrico captor asegura que el exterior es inhabitable por culpa de un terrible ataque químico, algo que no sabe si creer. Es así como comienza su pesadilla, en una espiral de desconocimiento. La mente del criminal es ... [+]
4 de julio de 2016
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
[...] Dan Trachtenberg en su primera película tras varios cortos y apadrinado por el nuevo gurú del séptimo arte deja claro con esta nueva propuesta que lo suyo no es otra cosa que crear el suspense en un escenario cerrado, casi opresivo. Todo comienza con la protagonista, Michelle (Mary Elisabeth Winstead), apareciendo en escena en el interior de su hogar. No le vemos la cara, tan sólo su cuerpo y en una decisión final lo dejará todo (el anillo de compromiso encima de la mesa es toda una declaración de intenciones) para ir lo más lejos posible a ningún lugar en concreto. Después de un accidente de carretera y unos títulos de crédito un tanto deudores de la técnica empleada por el mítico Saul Bass la escena cambia por completo. Cuando ella despierta se encuentra recluida en una especie de búnker custodiado por Howard (John Goodman), un hombre misterioso, amenazante, de carácter difícil pero que a medida que avanza el metraje descubriremos que quizás su forma de actuar es más por protección paterno filial que por desconfianza o ataque. El tercer personaje en aparecer en el interior de este laberinto y que sirve como pieza de un ajedrez tenso es Emmett (John Gallagher Jr.) el cual que decidió ayudar a Howard a construir esta especie de fortaleza para poder salvarse de lo que parece ser un ataque alienígena que ha destruido a casi toda la población.
Con apenas cuatro líneas argumentales tenemos la base de este ejercicio de estilo claustrofóbico y que rinde en cierta medida un guiño y homenaje al maestro del suspense, Alfred Hitchock, tanto en forma como en fondo (la primera escena donde ella lo deja todo atrás recuerda con fuerza al primer tercio de “Psicosis”). Éste siempre mantenía la tensión de forma activa, dejando que lo cotidiano pudiese servir como arma arrojadiza o como envoltorio de una situación desesperada, angustiante y difícil de superar para el protagonista. En este caso “Calle Cloverfield 10” juega con una simbología poco ambigua: los monstruos, en muchas ocasiones, somos nosotros mismos. Tan sólo hay que ver la figura de John Goodman quien disfruta jugando al despiste, manipulando al espectador para que en ningún momento sepamos cuales son las intenciones reales para con los personajes que le rodean. Está claro que a pesar de ser un secundario de lujo el auténtico protagonista, más allá del propio escenario, es él. Su vis ambigua y su presencia amenazante le confieren un carácter de difícil definición. Es aquí donde radica la originalidad de lo que en un principio podría haberse convertido en un puro cliché y en algo más que sobado.
Para empezar Howard es un personaje que no nos muestra sus intenciones reales en ningún momento más allá de que tan sólo está ahí para proteger a los que le rodean, en este caso Michelle y Emmett. También lo demuestra en el momento en el que rescata del accidente a ella y la cura. Incluso les da directrices específicas a los dos para poder mantenerse a salvo en el interior de este refugio, el cual se encuentra con suficientes víveres para poder aguantar el tiempo que se encuentren en el interior. Pero a medida que vamos rascando y perforando en las capas emocionales que envuelven a este personaje descubriremos (no del todo) todo hasta donde llega la maniática opresión de un ser, en apariencia, bienintencionado. Su pasado irá aflorando a cuentagotas, tan sólo para descubrir que su autoridad se convierte en casi dictadura [...].
Otro de los mayores aciertos con los cuales cuenta “Calle Cloverfield 10” es que el género al que se supone pertenece tan sólo es la punta del iceberg. El terror malsano tan sólo es un envoltorio con el cual tapar lo que realmente esconde la película: un thriller psicológico a la antigua usanza que bajo un tono casi teatral, más que nada por estar rodado con apenas tres actores y dentro de un mismo escenario, va demostrando que el hombre es un lobo para sí mismo. Cada escenario es un campo de batalla para descubrir qué se esconde detrás de las intenciones, en apariencia, bien intencionadas del propio Howard. A medida que los dos jóvenes se alían mutuamente con intención de poder escapar de los dominios de su cautivador iremos descubriendo pequeñas píldoras de violencia tensa como aquella donde Michelle logra acceder a la parte más alta y descubrir un pendiente ensangrentado junto con una llamada de socorro grabada en la ventana o el descubrimiento de una foto reveladora que deja al descubierto que quizás y sólo quizás Howard es la auténtica amenaza [...].
Con un guión a tres bandas entre Josh Campbell, Matthew Stuecken y Damien Chazelle construyen una historia que a su vez también rinden pleitesía al espíritu de aquellas películas de serie B de los años 50 donde se dejaba ver ese terror social hacia la invasión de un enemigo desconocido o sin forma definida [...]. Con cierta influencia pop de casos tan concretos como “La guerra de los mundos” (H. G. Wells, 1898) y convirtiéndose por derecho propio en una especie de episodio aventajado de la mítica serie “The Twilight Zone” estamos ante un filme que a pesar de contar con algún que otro desafortunado error de concepción (la conversación entre Michelle y Emmett a través de las paredes resulta más un impostado efecto de soledad y distancia humana que un acierto en la narrativa) y que aún teniendo un metraje milimétrico hay cierta sensación de que hay algún que otro momento irregular que hace languidecer el ritmo un tanto todo cuanto contemplamos la película está al servicio del cine de evasión junto con un terror mucho más tenso cuando implica a los seres humanos (la aparición en el exterior de la mujer pidiendo auxilio, lo que acontece en el punto culminante ante el bidón del ácido, la resolución que toma Howard y toda la tensa persecución entre éste y Michelle por todo el lugar).
- continúa en spoiler -
Con apenas cuatro líneas argumentales tenemos la base de este ejercicio de estilo claustrofóbico y que rinde en cierta medida un guiño y homenaje al maestro del suspense, Alfred Hitchock, tanto en forma como en fondo (la primera escena donde ella lo deja todo atrás recuerda con fuerza al primer tercio de “Psicosis”). Éste siempre mantenía la tensión de forma activa, dejando que lo cotidiano pudiese servir como arma arrojadiza o como envoltorio de una situación desesperada, angustiante y difícil de superar para el protagonista. En este caso “Calle Cloverfield 10” juega con una simbología poco ambigua: los monstruos, en muchas ocasiones, somos nosotros mismos. Tan sólo hay que ver la figura de John Goodman quien disfruta jugando al despiste, manipulando al espectador para que en ningún momento sepamos cuales son las intenciones reales para con los personajes que le rodean. Está claro que a pesar de ser un secundario de lujo el auténtico protagonista, más allá del propio escenario, es él. Su vis ambigua y su presencia amenazante le confieren un carácter de difícil definición. Es aquí donde radica la originalidad de lo que en un principio podría haberse convertido en un puro cliché y en algo más que sobado.
Para empezar Howard es un personaje que no nos muestra sus intenciones reales en ningún momento más allá de que tan sólo está ahí para proteger a los que le rodean, en este caso Michelle y Emmett. También lo demuestra en el momento en el que rescata del accidente a ella y la cura. Incluso les da directrices específicas a los dos para poder mantenerse a salvo en el interior de este refugio, el cual se encuentra con suficientes víveres para poder aguantar el tiempo que se encuentren en el interior. Pero a medida que vamos rascando y perforando en las capas emocionales que envuelven a este personaje descubriremos (no del todo) todo hasta donde llega la maniática opresión de un ser, en apariencia, bienintencionado. Su pasado irá aflorando a cuentagotas, tan sólo para descubrir que su autoridad se convierte en casi dictadura [...].
Otro de los mayores aciertos con los cuales cuenta “Calle Cloverfield 10” es que el género al que se supone pertenece tan sólo es la punta del iceberg. El terror malsano tan sólo es un envoltorio con el cual tapar lo que realmente esconde la película: un thriller psicológico a la antigua usanza que bajo un tono casi teatral, más que nada por estar rodado con apenas tres actores y dentro de un mismo escenario, va demostrando que el hombre es un lobo para sí mismo. Cada escenario es un campo de batalla para descubrir qué se esconde detrás de las intenciones, en apariencia, bien intencionadas del propio Howard. A medida que los dos jóvenes se alían mutuamente con intención de poder escapar de los dominios de su cautivador iremos descubriendo pequeñas píldoras de violencia tensa como aquella donde Michelle logra acceder a la parte más alta y descubrir un pendiente ensangrentado junto con una llamada de socorro grabada en la ventana o el descubrimiento de una foto reveladora que deja al descubierto que quizás y sólo quizás Howard es la auténtica amenaza [...].
Con un guión a tres bandas entre Josh Campbell, Matthew Stuecken y Damien Chazelle construyen una historia que a su vez también rinden pleitesía al espíritu de aquellas películas de serie B de los años 50 donde se dejaba ver ese terror social hacia la invasión de un enemigo desconocido o sin forma definida [...]. Con cierta influencia pop de casos tan concretos como “La guerra de los mundos” (H. G. Wells, 1898) y convirtiéndose por derecho propio en una especie de episodio aventajado de la mítica serie “The Twilight Zone” estamos ante un filme que a pesar de contar con algún que otro desafortunado error de concepción (la conversación entre Michelle y Emmett a través de las paredes resulta más un impostado efecto de soledad y distancia humana que un acierto en la narrativa) y que aún teniendo un metraje milimétrico hay cierta sensación de que hay algún que otro momento irregular que hace languidecer el ritmo un tanto todo cuanto contemplamos la película está al servicio del cine de evasión junto con un terror mucho más tenso cuando implica a los seres humanos (la aparición en el exterior de la mujer pidiendo auxilio, lo que acontece en el punto culminante ante el bidón del ácido, la resolución que toma Howard y toda la tensa persecución entre éste y Michelle por todo el lugar).
- continúa en spoiler -
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Tristemente todo lo acontecido en el último tercio a modo de clímax final resulta poco agradecido por ser el camino más fácil y el menos acertado en lo visual. Es comprensible que si una película está formulada, creada y enfocada a pertenecer a lo acontecido en “Monstruoso” y se intenta concebir una serie de películas entrelazadas entre sí aunque no lleguen a formar una saga se tenga a bien recurrir a que los tan cacareados extraterrestres tomen forma y aparezcan en última instancia para darle la razón al personaje de Howard y se confirme que sí, que estamos ante un ataque alienígena devastador que no tiene solución posible. Pero cuando en todo momento has estado manteniendo la atención en una tensión latente, en una amenaza subjetiva y con la posibilidad de que el mal tan sólo está en la cabeza del personaje de Howard, cuando has logrado crear un (casi) perfecto tour de force bien hilvanado, orquestado y narrado recurrir a un “corre corre que te pillo” final mal rodado, mal enfocado y ante todo con unos efectos especiales desdibujados, poco vistosos, difuminados y con un diseño feo y abstracto para los extraterrestres ese recurso narrativo como golpe de impacto se convierte, para su propia desgracia, en un recurso fácil y vacuo [...].
No puedo negar que la tensión de una amenaza extraterrestre siempre es agradecida y más aún cuando juega en el campo de lo subjetivo pero aquí, por extraño que parezca, la aparición final de criaturas procedentes del espacio exterior resulta, a mi modo de verlo, bastante torpe y poco cuidada. Incluso puede llegar a ser hasta inverosímil por convertir a la actriz en una súper heroína desdibujada y carente de credibilidad ante una resolutiva de una magnitud increíble y forzada, esto es enfrentarse a los monstruos plantándoles cara y cual McGyver construir armas arrojadizas (por mucho que previamente hayamos visto sus dotes inventivas para crear un traje de supervivencia). Tristemente el final deja, para su desgracia, un sabor agridulce que no me complace en su totalidad debido a que un punto de vista más subjetivo y sin recurrir a un efecto especial tan pobre en su resultado hubiese sido mucho mejor. Pero entiendo que estamos en los tiempos donde todo tiene que estar mascado, de fácil digestión, que el espectador no piense demasiado o saque sus propias conclusiones, no vaya a ser que la película no se venda bien. Eso demuestra que si alguna vez aparecen guionistas y directores que quieren apostar por la innovación, por esa sugerencia atractiva que el propio Abrams promete y difunde en todas y cada una de sus producciones, los que dirigen la maquinaria de Hollywood prefieren no calentarse la cabeza.
Lo que aquí interesa es que quede claro al género que pertenece, que aquí va a haber ruido y efectos visuales al final ante una despreocupada puesta en escena ruidosa, casi insustancial en forma y fondo. Con un diseño horrible para los extraterrestres no puede haber (de ahí se desprende que aparezcan entre las sombras y sin mucha exposición ante la cámara más allá de ser algo feo y poco definido) y lo que tan bien había dirigido / enfocado el director sin necesidad de estruendos ni espavientos acaba convirtiéndose en un título que durante casi todo el metraje resulta solvente y maduro para su propio beneficio pero que cuenta con un final que no merecía. Es más, si hay que spoilear el propio producto ya desde los pósters de promoción, cuando habían conseguido una campaña viral realmente conseguida manteniendo la sorpresa, no importa. Como filme tenso y ejemplo de que los seres humanos nos convertimos en monstruos a nuestro pesar es más que factible [...]
https://claquetadebitacora.wordpress.com/2016/07/01/critica-calle-cloverfield-10-dan-trachtenberg-2016-el-monstruo-amable/
No puedo negar que la tensión de una amenaza extraterrestre siempre es agradecida y más aún cuando juega en el campo de lo subjetivo pero aquí, por extraño que parezca, la aparición final de criaturas procedentes del espacio exterior resulta, a mi modo de verlo, bastante torpe y poco cuidada. Incluso puede llegar a ser hasta inverosímil por convertir a la actriz en una súper heroína desdibujada y carente de credibilidad ante una resolutiva de una magnitud increíble y forzada, esto es enfrentarse a los monstruos plantándoles cara y cual McGyver construir armas arrojadizas (por mucho que previamente hayamos visto sus dotes inventivas para crear un traje de supervivencia). Tristemente el final deja, para su desgracia, un sabor agridulce que no me complace en su totalidad debido a que un punto de vista más subjetivo y sin recurrir a un efecto especial tan pobre en su resultado hubiese sido mucho mejor. Pero entiendo que estamos en los tiempos donde todo tiene que estar mascado, de fácil digestión, que el espectador no piense demasiado o saque sus propias conclusiones, no vaya a ser que la película no se venda bien. Eso demuestra que si alguna vez aparecen guionistas y directores que quieren apostar por la innovación, por esa sugerencia atractiva que el propio Abrams promete y difunde en todas y cada una de sus producciones, los que dirigen la maquinaria de Hollywood prefieren no calentarse la cabeza.
Lo que aquí interesa es que quede claro al género que pertenece, que aquí va a haber ruido y efectos visuales al final ante una despreocupada puesta en escena ruidosa, casi insustancial en forma y fondo. Con un diseño horrible para los extraterrestres no puede haber (de ahí se desprende que aparezcan entre las sombras y sin mucha exposición ante la cámara más allá de ser algo feo y poco definido) y lo que tan bien había dirigido / enfocado el director sin necesidad de estruendos ni espavientos acaba convirtiéndose en un título que durante casi todo el metraje resulta solvente y maduro para su propio beneficio pero que cuenta con un final que no merecía. Es más, si hay que spoilear el propio producto ya desde los pósters de promoción, cuando habían conseguido una campaña viral realmente conseguida manteniendo la sorpresa, no importa. Como filme tenso y ejemplo de que los seres humanos nos convertimos en monstruos a nuestro pesar es más que factible [...]
https://claquetadebitacora.wordpress.com/2016/07/01/critica-calle-cloverfield-10-dan-trachtenberg-2016-el-monstruo-amable/