Impecable trabajo de Cesc Gay. Todos y cada uno de los actores de esta película están magníficos (exceptuando a la insufrible Cayetana Guillén Cuervo, que no lo hace mal... ¡pero no deja de ser "Cayetana a mi pesar"!); ¡hasta el inexpresivo Eduardo Noriega está bien! Pero no basta ver a un Javier Cámara increíble; ni el duelo intenso entre dos grandes: Tosar vs. Darín; ni el momento de venganza de Candela Peña contra un más que correcto Noriega; ni a Eduard Fernández, ni a Sabraglia, ni a la Waitling, ni a Alberto San Juan, ni a Jordi Mollá... Tanta intensidad acaba cansando y el diálogo sostenido hasta las últimas consecuencias corre el riesgo de caer en la monotonía y en el aburrimiento.

Hay que decir que el magnetismo de sus actores te mantiene pegado a la pantalla con la esperanza de que la trama se mueva más allá de la pura confesión, de la confidencia a media voz, de la sombra de un fracaso asumido, del influjo del desencanto, de la pereza vital...

Hasta el final, estuve esperando que alguna de esas pistolas se decidiera por fin a disparar. Pero, desgraciadamente, no fue así.