Depredador es una de esas películas con la que es difícil ser objetivo, aunque una crítica personal no tenga que serlo. El caso es que como muchas otras veces a la hora de valorarla pesa tanto la calidad del film (que no es poca), como todos los recuerdos que lo acompañan. Es difícil olvidar el subidón que fue para muchos la primera vez que la vimos, y fuimos tantos que hoy, veinticinco años después, Depredador sigue siendo una de las películas más recordadas y queridas de la fructífera década de los ochenta.

Supuso en el momento el largometraje de mayor éxito de Arnold Schwarzenegger, y más importante, el descubrimiento de un director como John McTiernan, que a posteriori (y con cuentagotas) ofreció otras obras tan recordables como Jungla de Cristal y La Caza del Octubre Rojo. Eran acompañados de un productor especialista en cine de acción, Joel Silver (Arma Letal), y de un reparto de fornidos secundarios de la época: Carl Weathers (Apollo Creed en Rocky), Elpidia Carrillo (Salvador), Bill Duke (Commando, también con 'Chuache'), Jesse Ventura (Perseguido, otra con 'Chuache'), Sonny Landham (Límite: 48 Horas) y Shane Black, quien no siguió con su carrera de actor pero destacó como guionista en Arma Letal, y como director en Kiss Kiss Bang Bang e Iron Man 3 (2013).

Un comando de élite (Schwarzenegger al mando) es enviado a Guatemala con el encargo de liberar a un ministro. Lo que empieza como una misión rutinaria se complica cuando los mercenarios empiezan a morir uno a uno, la razón: un ser procedente del espacio exterior que tiene la capacidad de camuflarse, y que está de vacaciones en la Tierra pasando una temporada de caza.

Versión 'fantastique' de El Malvado Zaroff, la típica película de caza al hombre por deporte. Aquí el cazador es un extraterrestre de más de dos metros, los cazados un grupo de mercenarios a cada cual más musculado. El resultado es una película que durante la primera parte ofrece un entonado suspense (ante la incertidumbre de la procedencia de los ataques), combinado con escenas de acción repletas de testosterona y momentos de horror sangrientos. En la segunda parte de metraje Depredador cambia las tornas, el cazador pasa a ser cazado, y nos ofrece un 'tête à tête' entre Schwarzenegger y el extraterrestre, sin duda el rival que le ha puesto las cosas más difíciles al actor austriaco en su filmografía.

Un espectáculo de poco más de hora y media de duración con un John McTiernan especialista en crear escenas de acción y tensión. Un reparto perfecto (dentro de sus limitaciones) y carismático. Le añadimos la dirección artística asfixiante que ofrece la selva, el maquillaje excelente de la bestia y el musicón de Alan Silvestri, nos queda una de las mejores muestras que ha dado el cine de ciencia-ficción reciente, nacimiento de uno de los iconos del género inclusive (el Predator del título).

Tuvo una continuación de tono serie B entretenida (Depredador 2, 1990), un pseudo-remake que no convenció (Predators, 2010) e incluso un par de Crossovers con la saga Alien (AvP) que solo ensuciaron el recuerdo de los originales. Nunca se acercaron a lo obtenido en Depredador, una de esas películas que no te cansas de ver.