Siempre he tenido aversión a gran parte de las películas de Walt Disney en imagen real, bajo mi punto de vista subestiman la inteligencia del espectador infantil (y al resto) tratándoles como si de tontos se tratasen con una serie de bromas y situaciones supuestamente graciosas que en la mayoría de ocasiones caen en saco roto debido a su estupidez, y que solo sirven para que la película pierda todo su prestigio instantáneamente.

Esa es la sensación que me daba El Aprendiz de Brujo antes de su visionado, a lo que no ayuda que en tareas de producción apareciese el nombre de Jerry Bruckheimer, que hace años perdió el norte y que ahora solo nos bombardea con blockbusters de segunda fila repletos de las imbecilidades que he comentado más arriba (Prince of Persia, la saga La Búsqueda, ambas también de Walt Disney). Para acabar de rematar las pocas expectativas que podía tener El Aprendiz de Brujo, aparece tras las cámaras el nombre de Jon Turteltaub, director bastante impersonal que no tiene problemas para encontrar nuevos proyectos debido a que sus películas suelen dar dinero, no por la calidad de las mismas.

La idea de El Aprendiz de Brujo surge de un famoso acto de Fantasía. Vista la película sorprende que la inspiración sea el fragmento del largometraje protagonizado por Mickey Mouse, pues la película sigue unos derroteros totalmente distintos, aunque hay en ella un pequeño homenaje al famoso fragmento del ratón con las escobas.

Así, lo que nos cuenta El Aprendiz de Brujo es la historia de Balthazar Blake (Nicolas Cage), un brujo que busca al 'elegido', figura que tiene la misión de acabar con la bruja Morgana (Alice Krige). El elegido resulta ser un patoso estudiante de ciencia (Jay Baruchel), que por supuesto desconoce el poder que tiene y que tendrá a Blake como maestro, aunque no todo será tan fácil, porque hace acto de presencia el villano de la función, Horvath (Alfred Molina), que quiere liberar a la bruja de una vasija donde está encerrada para que haga reinar el mal.

En contra de lo que esperaba, a pesar de que no faltan momentos absurdos y la inevitable historia de amor (que en este caso no resulta molesta), la verdad es que El Aprendiz de Brujo se muestra como un film efectivo, con un Turteltaub acertado que dota de un ritmo incansable a la película (todo el rato pasa algo), sacando provecho de los 150 millones de dólares de presupuesto que dispone, bien reflejados en cada una de las innumerables escenas de acción resultantes, espectaculares tal y como requiere un film de estas características (la batalla contra el dragón en Chinatown, la persecución en coche, el desenlace).

En el reparto, Jay Baruchel, uno de esos actores que se gana la vida comportándose como un idiota en cada film que interviene (al igual que Justin Long), resulta difícil de sufrir, un Nicolas Cage que a medida más se le nota que hace la película por dinero más me divierte, Alfred Molina como descafeinado villano (es lo que tiene que sea una producción de Walt Disney), Teresa Palmer como chica florero, Monica Bellucci en una raquítica aparición, y una actriz de culto como Alice Krige, que como es habitual en su filmografía tiene la ocasión de lucir alguna transformación física.

Entretenida y simpática propuesta que sirve para pasar un buen rato sin esperar mucho más, que a pesar de no contar con el beneplácito de la taquilla en el momento de su estreno resulta superior a otra producciones de la misma compañía Disney que no tienen problemas en arrasar allí por donde se estrenan (como las horripilantes secuelas de Piratas del Caribe).