The World's End a estrenar en 2013 es el cierre de la trilogía Cornetto -llamada así por la presencia de tal helado en las tres películas-, el tercer capítulo de las películas dirigidas/escritas por Edgar Wright y protagonizadas por el dúo cómico Simon Pegg -también guionista- y Nick Frost. Cada una de ellas homenaje/parodia a un subgénero cinematográfico, Zombies's Party (2004) lo era al cine de zombies, Arma Fatal (2007) al cine de acción y The World's End al cine de invasiones extraterrestres. Escribo sobre Arma Fatal, la segunda de ellas.

El reparto: los citados Pegg & Frost, Jim Broadbent, Timothy Dalton, Paddy Considine, Rafe Spall, y breves colaboraciones de Martin Freeman, Bill Nighy, Steve Coogan, Cate Blanchett y el director Peter Jackson.

El más eficiente policía de la ciudad de Londres (Pegg) es enviado al pueblo con menos índice de delincuencia del Reino Unido, lugar donde descubre que la vida no es tan apacible como parece -hay un asesino encapuchado que va matando a todo quisqui-.

A falta de ver The World's End, la mejor colaboración entre Wright/Pegg/Frost es Arma Fatal, una comedia con bastante acción que mama del mejor cine americano del género de las últimas décadas. Por decir dos, el thriller Le Llaman Bodhi (1991) y Dos Policías Rebeldes 2 (2003), ambas mencionadas por los protagonistas como el sanctasanctórum del cine de acción -de hecho hay un par de planos que homenajean/copian la labor de Kathryn Bigelow y Michael Bay en ambas películas-.

Como comedia sigue el tono de la misma pareja en Zombies's Party y su variedad en el sentido del humor, desde el humor inglés, las 'sproof movies' (Agárralo como Puedas), el humor negro o las referencias cinéfilas a otras películas. Lo mejor es que independientemente de que las bromas/gags hagan gracia, nunca interfiere en el argumento de la película pues la trama en el fondo es tan seria como el más trascendente de los thrillers.

Los actores están muy bien, la pareja Pegg & Frost casi siempre cumple -no tanto en Paul (2011)-, esta vez acompañada de actores consagrados como Jim Broadbent, un maligno Timothy Dalton -mi 007 favorito- o la comicidad de la pareja Rafe Spall/Paddy Considine -los Andy's-.

Le sobra un poco duración y tiene algún altibajo por el nudo -la caza del cisne por ejemplo, aunque clave en la resolución-, pero la constante simpatía de la película y la desenfrenada media hora final bien hace que se olvide. Merece un visionado, o dos.