Una vez más está en el punto de mira la familia tradicional con un ataque directo a la misma. El film muestra un día de la vida cotidiana de un matrimonio totalmente desnaturalizado por el director. Un matrimonio maduro carente de cualquier emoción, sin alma y con un hijo mayor y ausente. Y digo desnaturalizado porque no hay relación con amigos, ni con vecinos, ni con compañeros de trabajo, ni siquiera con los dependientes de las tiendas de toda la vida, ni con su hijo. Tampoco en la pareja no hay relación alguna, ni afectiva, ni sexual.
Se trata de un largometraje malo típico del actual cine español subvencionado. Sobran metros y metros de cinta y tomas que no dicen nada. Lo que el director quiere contarnos lo podría haber conseguido en un cortometraje de no más de 10 minutos. La práctica inexistencia de banda musical y los insulsos y escasos diálogos hacen que el espectador desee que aparezca la palabra FIN. Nada que destacar de los actores con interpretaciones mediocres.
En definitiva, un película con una carga moral negativa, con guión simplón y mala desde el punto de vista artístico. Si usted, después de leer estas líneas decide verla, sepa que le esperan 90 minutos de mortal aburrimiento.