Si, tenían que ser Ford, Spielberg, Williams y su camarilla. Tenían que venir 19 años más tarde a darnos una lección de cómo se hace CINE DE AVENTURAS. Si, así en mayúsculas.
Porque aunque la película no llega al nivel de la trilogía inicial, si es verdad que le pega patadas en los riñones, boca y demás órganos donde sea doloroso a todas y cada una de las películas del genero que se han hecho antes, durante y, muy probablemente, después de estas dos décadas de espera (tampoco tanta espera, ya que sinceramente, no esperaba volver a ver al tipo del sombrero y el látigo en la gran pantalla hasta que se reveló el proyecto).
Estamos, en resumidas cuentas, ante una muy digna sucesora de la saga inicial, muy bien llevada en todos los apartados tanto artísticos (señor Ford, me vuelvo a descubrir ante usted, y es que es solo usted puede ser Indy. Y Karen Allen esta exquisita en su papel de histérica compañera de viaje), como técnicos. Hacia lustros que no lo pasaba tan bien en el cine, riendo como un crío e incluso aplaudiendo los mordaces comentarios de Jones, acompañados por su eterna sonrisa de medio lado. ¿Y no se trata de eso, al fin y al cabo?. Las tres cuartas partes iniciales de la película son de nota, incluyendo una persecución en moto como solo podían idear Spielberg y compañía, con uno de los finales más hilarantes que puedo recordar. Solo lamento el final, no por mal traído o falto de calidad…es simplemente que este tipo de desenlaces no le pegan, según mi criterio, a nuestro arqueólogo favorito.
En fin, que si podemos tolerar un poco de pérdida de espíritu (mínima pérdida, pero ahí está, como una espinita), y un pequeño exceso final de efectos de nueva generación, podemos decir que si todas las trilogías sagradas fueran abordadas de nuevo del modo en que ha sido abordada esta, no tendría problemas en que todas se alargaran más de los 3 filmes iniciales.