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Voto de caballero blanco:
7
Drama Josh Waitzkin (Max Pomeranc) es un niño normal, pero también un prodigio del ajedrez. Tiene verdadera pasión por el ajedrez y quiere convertirse en un nuevo Bobby Fischer, su ídolo. Su padre (Joe Mantegna), un periodista deportivo, le apoya en todo, decidido a que su hijo se convierta en un futuro maestro. Para ello le asignan un entrenador de lo más frío, Bruce Pandolfini (Ben Kingsley), que le enseña las estrategias de Bobby Fischer. (FILMAFFINITY) [+]
4 de agosto de 2010
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
La excelencia en la infancia en el ajedrez, igual a la excelencia en la física que deriva en la astrofísica: las estrellas y lo innombrable porque es infinito y abstracto.
Con el siglo XX se agotaron los mitos, ya no tienen cabida. Por pura necesidad. No tanto a la manera de "...Liberty Valance", sino más como el umbral de "Centauros del desierto", aunque tampoco. (De hecho, la persona real de la cual es trasunto el protagonista de la película hoy día tiene su propia página web y posa de modo sensual tras un tablero, y eso da mucha tristeza).
Fischer encriptó decenas de sitios. Desde su partida "inmortal" etc. y otras, hasta aquel 1972 en Islandia repleto de periodistas y revuelo y una futura virtual desaparición -los ingredientes de mitificación en el XX-. Encriptó Islandia -donde murió en 2009-, jugando al ataque, y porque no es ruso le dicen el Genio, y con razón.
El ajedrez, ya se sabe, es el ejercicio más solitario que existe. Y es una anomalía su protagonismo.
Esta encantadora película podría haber sustituido el ajedrez por el béisbol -aunque de hecho el béisbol también aparece-, y la música nos habría anunciado y rodeado la moraleja de igual forma, pero trata sobre el ajedrez.
Y como bien dicen el ajedrez no es un juego.
(Trabajar intensamente para nada y para las estrellas. Única justificación del principio antrópico fuerte.)
caballero blanco
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