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Voto de caballero blanco:
8
Drama. Intriga Al poco tiempo de perder a su esposa Rebeca, el aristócrata inglés Maxim De Winter conoce en Montecarlo a una joven humilde, dama de compañía de una señora americana. De Winter y la joven se casan y se van a vivir a Inglaterra, a la mansión de Manderley, residencia habitual de Maxim. La nueva señora De Winter se da cuenta muy pronto de que todo allí está impregnado del recuerdo de Rebeca. (FILMAFFINITY)
3 de octubre de 2010
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Qué thriller, suspense, ni qué niño muerto, ni qué mujer muerta. Esta película se queda a un paso de. De qué. Por varias razones. Pero al mismo tiempo puede quedarse a un paso de por obra y gracia de ese señor redondo y orondo que sale junto a la cabina telefónica.
La casa Usher, el castillo de Barba Azul de Bartók, incluso la futura mansión Bates.
Hitchcock le dice a Truffaut en las famosas conversaciones que esta no es una película de Hitchcock, pero eso no tiene mucha importancia.
Se mencionan los cuentos de hadas en el mismo sitio y en parte es verdad, pero no.
Inglaterra, en una casa -maqueta con niebla- con verja, es un cuento gótico. Potencialmente de los mejores, de esos que sobrepasan lo oscuro e incluso lo doblemente "psicologico".
Y por tanto se nutre de esa materia onírica que infecta Vértigo, pero de un modo distinto, solo igual en tanto que la dirige el mismo hombre, y por tanto la mueve la misma hélice de suspense que hace de Hitchcock un director que, como se sabe, emplea la intriga para otra cosa.
Sólo que aquí esa cosa rebasa el ámbito de los vivos y muertos y se hace acantilado y pared. Por qué. Por el terreno de la Evocación. Que no es firme y, sí, es cierto, pertenece a los ingleses pudientes. Pero qué más da.
Qué falla. El hecho de que una novelilla de intriga se convierta en un aparato de obsesión y sueño psicológico -si existe eso- es algo portentoso y sutil como un gesto o los pasos de la señora Danvers detrás de la que no tiene nombre, pero uno no puede empezar y no terminar.
El problema es tan simple como el argumento.
Uno no puede ceder el territorio de lo Incorpóreo -Tiempo del hombre, memoria difunta- a una investigación terrena.
Y si no queda más remedio, al menos, desde luego, uno no puede salvar la vida de ese otro potencial espejismo que es la señorita Fontaine sin nombre.
Spoiler: La adorable señora De Winter merecía morir. Dejar de ser adorable y estar viva.
Eso entre otras cosas.
Y entonces ya no estaríamos hablando de oficio y Atmósfera sino de algo que dura incluso más que la mera maestría. Algo que reverberaría más allá de solamente las tres primeras cuartas partes de este filme quebrado.
caballero blanco
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