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Voto de Luis:
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Comedia
Una visión nueva del Caballero de la Triste Figura, que vive obsesionado por la caballería andante y sus códigos de honor. Acompañado de su peculiar escudero Sancho Panza, Don Quijote recuerda algunas de las aventuras que han compartido. (FILMAFFINITY)
28 de enero de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
A pesar del exhibicionismo cómico de Cantinflas y de algunas desigualdades artísticas en la dirección del mejicano Roberto Gabaldón, el guión de Carlos Blanco, la espléndida interpretación de Fernán Gómez, la hermosa banda musical de Waldo de los Ríos e incluso aciertos parciales del realizador consiguen un film inteligente y emotivo.
Su argumento se parece al de "El hombre de la Mancha", de Arthur Hiller, pues en ambas películas se convierte a Dulcinea (María Fernanda D´Ocón) en prostituta de venta e igualmente en las dos don Quijote (Fernán Gómez) al considerarla la dama de sus pensamientos consigue devolverle la dignidad perdida.
Curiosamente y a pesar de Cantinflas (Sancho Panza), el film no resulta cómico. No reside ahí su acierto, sino en la parte dramática y poética. Carlos Blanco juega con el clásico tema de realidad y fantasía y toma partido por el idealismo del estrafalario caballero, aunque lo hace con ambigüedad e ironía, pues a ratos el hidalgo ve las cosas como son, si bien cree que su apariencia es un engaño de magos y encantadores.
Destacan los excelentes diálogos del juicio a don Quijote, las ingeniosas burlas de los duques y el empeño de Sancho en que su señor no recobre la razón.
Frente a esta bella película, el Quijote de Rafael Gil, artificioso y de interpretaciones precipitadas, o el de Manuel Gutiérrez Aragón, con un torpe guión de Cela y desangelado en las imágenes, resultan como comparar un mal vino aguado con un jerez de solera.
Su argumento se parece al de "El hombre de la Mancha", de Arthur Hiller, pues en ambas películas se convierte a Dulcinea (María Fernanda D´Ocón) en prostituta de venta e igualmente en las dos don Quijote (Fernán Gómez) al considerarla la dama de sus pensamientos consigue devolverle la dignidad perdida.
Curiosamente y a pesar de Cantinflas (Sancho Panza), el film no resulta cómico. No reside ahí su acierto, sino en la parte dramática y poética. Carlos Blanco juega con el clásico tema de realidad y fantasía y toma partido por el idealismo del estrafalario caballero, aunque lo hace con ambigüedad e ironía, pues a ratos el hidalgo ve las cosas como son, si bien cree que su apariencia es un engaño de magos y encantadores.
Destacan los excelentes diálogos del juicio a don Quijote, las ingeniosas burlas de los duques y el empeño de Sancho en que su señor no recobre la razón.
Frente a esta bella película, el Quijote de Rafael Gil, artificioso y de interpretaciones precipitadas, o el de Manuel Gutiérrez Aragón, con un torpe guión de Cela y desangelado en las imágenes, resultan como comparar un mal vino aguado con un jerez de solera.