"Tránsito" es una película que reta al espectador. No lo sienta y lo entretiene, lo siento y le hace replantearse cada minuto qué película está viendo hasta llegar a los minutos finales. Tanto si se ve por primera vez, como si ya se aprecia desde otro punto de vista una segunda vez, la película cuenta con una extraña mano maestra para mantener la atención del espectador incluso cuando el universo más digno de David Lynch amenaza la integridad de su paciente visionado.
El guión no contiene una historia tan compleja en el fondo, aunque sí una explicación ingeniosa y coherente en su cierre.
La dirección de Marc Forster, así como la factura técnica y el estilo visual desafían las normas habituales del cine comercial de forma elegante y acorde con el espíritu onírico de la cinta.
Las interpretaciones (a excepción de un entregado Ryan Gosling, antes de deslumbrar en "Drive") parecen hallarse en piloto automático, pero hasta la película tiene una explicación para eso.
Sólo cuando acabas de verla comprendes la estimulante experiencia de visionar "Tránsito". Sin dudas es virtuosa en imagen y sonido, así como original en su desarrollo y correcta entreteniendo aunque no es para todo tipo de público. Hay que reconocerle el no tener una trama demasiado compleja cuando ya se entiende por completo (aunque sorprende lo mucho que se puede liar la perdiz con tan "poca" historia y contados datos básicos detrás), pero desde luego no es para nada el desastre sin sentido que otros dicen. Es una "rara avis" y hay que apreciarla como tal.