“Nightcrawler” funciona a múltiples niveles: como radiografía atmosférica de la California de coyotes al acecho de noticias morbosas, como un buen estudio del complejo y perturbado protagonista magistralmente encarnado por Jake Gyllenhaal (con ecos puntuales al Christian Bale de “American Psycho”) y como un thriller de entretenimiento que se ve con gusto, dejando un sabor de boca final tan satisfactorio como perturbador.
El guión, así como su historia, se apoya principalmente en las más que solventes interpretaciones de sus personajes (destacando a un enorme Gyllenhaal por encima de todos ellos, así como una recuperada Rene Russo) para mantener la atención del espectador y sostener en buena parte sus tiempos muertos concentrados en su primera mitad un tanto convencional (personalmente el ecuador de la cinta, pasando los primeros tres cuartos de hora, se me hicieron bastante pesados), antes de dar paso a una hora final pletórica y llena de suspense con ritmo.
La dirección es fascinante. El estilo visual y la edición resultan tan bellos y atractivos, como oscuros y realistas. La banda sonora es la gran ausente en muchísimos momentos, pero la atmósfera y la ambientación suplen su ausencia de tal manera que ni la necesitas.
De haber impreso un ritmo tan virulento como la personalidad de su protagonista en su primera mitad, hablaríamos de un thriller magistral. Pero “Nightcrawler” es como el mejor de los cazadores: aún desesperando por momentos en su paciencia, la cacería y la recompensa están a la altura. Una película de suspense notable.