Si con “Casino Royale” el presentar a un Bond joven en un mundo real lleno de peligros bastó con ganarse mi aplauso total y mi devoción al reinicio de Daniel Craig, “Skyfall” triunfa sucediendo la decepcionante secuela del 2008 y representando a un Bond curtido, viejo en cierto modo, frente a un mundo que ya conoce y al que desprecia pero que contiene una amenaza central que nunca vería venir. “Skyfall” es el complemento de “Royale”, la otra cara de la moneda. Pero eso no significa un descenso en calidad como supuso la anterior entrega, todo lo contrario. “Skyfall” vuelve a sorprender tanto (o casi más) de lo que el Bond de Craig lo hizo en 2006 concentrándose en la visión dramática de Sam Mendes, volviendo a mostrar preocupación por una historia y personajes que apasionen de verdad, más allá de las convenciones habituales del género. Sin olvidar el otorgar a Bond una genial resolución a sus misteriosos orígenes, cual regalo para la audiencia y la cultura popular sobre el personaje.
El guión utiliza una trama primaria de tintes típicos globales para luego centrarse de verdad en la verdadera de la cinta: una historia apasionante de venganza y rencor, salpicada de acertadas y sorprendentes metáforas familiares. Nunca imaginé que una cinta de Bond funcionaría plenamente (llevando la escapista mitología del personaje a terrenos fascinantes e incluso perturbadores) con estos ingredientes. Por conseguir esto, el Bond de Craig recupera el respeto perdido (o lo mantiene en caso de haberlo conservado intacto para quienes les gustó “Quantum of Solace”).
Esta es, sin dudas, la película más elegante e insuperable a nivel técnico de la franquicia. Sam Mendes imprime una dirección espectacular. Los tonos, la fotografía, el estilo visual, la música. Todo está perfecto (incluso aunque hubiera sido interesante escuchar la composición de David Arnold para esta cinta).
Las interpretaciones son, para mi sorpresa dentro de este tipo de películas, lo mejor de la cinta. Daniel Craig ya se había convertido en el mejor Bond. Ahora es un Bond único por sí mismo. Javier Bardem es un villano perfecto e imprescindible para la historia. Judi Dench hace su mejor papel como la carismática M. El resto de secundarios cumplen de sobras.
“Skyfall” es el reflejo endurecido y aún más oscuro de “Casino Royale”, su pariente de sangre perfecto. Personalmente no podría ubicar a una por encima o debajo, pues lo que le pueda faltar a una, la otra lo tiene. Lo que una gana en ritmo, la otra lo gana en trasfondo dramático. Si antes era difícil ver una sola entrega de Bond (“Royale”) con más de siete u ocho estrellas, imaginad ver dos. La película definitiva de la franquicia, junto con el debut de Craig. No creo que Bond llegue tan lejos una tercera vez más, dentro de sus posibles limitaciones o tópicos. Si lo hace, eso sí (no hay nada imposible), bienvenido sea.