La lengua de las mariposas encuentra su espacio en uno de esos tipos de cine atemporales por los que el tiempo no pasa y cuyo mensaje siempre se presenta necesario y recurrente. Acompañada por un excelente guion coordinado por Rafael Azcona, José Luis Cuerda y Manuel Rivas, adapta la novela de este último dotándola de una sensibilidad y una belleza exacerbadas. Dirigida por José Luis Cuerda, se convierte en una de las mejores películas de la carrera del cineasta y también ofrece una de las mejores interpretaciones del actor Fernando Fernán Gómez, yo diría incluso que la mejor.


Los actores secundarios no son menos importantes. Si el papel de Fernando Fernán Gómez es primordial, Manuel Lozano se revela como un niño prodigio del cine español que da vida a un Moncho capaz de evocar la ternura y calidez propias de la infancia, trasladándonos a un mundo de sueños aun sin corromper que se verá trastocado sin remedio por la intolerancia y la maldad humana.


Los paisajes de un verde exuberante que contrasta con el azul del cielo y del mar nos sitúan en una Galicia donde la naturaleza tiene una belleza arrebatadora y deslumbrante, capaz de hacer brotar la vida en los lugares menos pensados, originando una fotografía con la que es fácil deleitarse.


La historia nos sitúa en la aparición de la segunda república y más tarde en el fracaso de la misma, con el ascenso del franquismo. De este modo, para muchos no dejara de ser una película que hable de la guerra. Sin embargo, el mensaje de la cinta aborda muchos más aspectos de los que aparenta a simple vista. El primer año escolar de Moncho, un niño gallego que nunca ha salido de casa y que sufre continuos ataques de asma, parece enunciar lo peor. La figura de un adulto autoritario y cruel que enseña a base de golpes toma un lugar predominante en el mundo de sus fantasías infantiles y la sola presencia de ese maestro con pinta de mal genio le atemoriza y le roba el sueño. No obstante, don Gregorio no podría ser más diferente a lo que se imagina. Nunca le pondría la mano encima a un niño. Es un hombre educado, culto y ama su profesión. Representa a uno de esos profesores que son profesores por vocación, como debieran ser todos los que un día buscan ejercer esa bella vocación. Su máximo afán es transmitir conocimientos y guiar las mentes frágiles de niños que aún no saben si el mundo puede ser un cielo o un infierno perpetuo. Obtiene a través del respeto a sus alumnos la obediencia y el respeto que de ellos necesita para transmitirles sus enseñanzas y rechaza la violencia como método para obtener el control y la sumisión ajena. De este modo, hace posible que los niños se interesen por lo que tiene que mostrarles, les hace pensar, plantearse cosas y aviva y despierta su curiosidad por temas como la naturaleza, a la que venera y respeta. Pero no solo se limita a eso. Gregorio le enseña a Moncho grandes lecciones de vida. Le hace comprender que el odio y la crueldad son el infierno que los hombres han creado en la tierra, que se debe cuidar y respetar el mundo natural que nos rodea porque es una prolongación de nosotros mismos, que la lectura es un refugio en el que siempre podemos resguardarnos y que la violencia no conduce a ningún camino.



Como decía, el mundo iría mucho mejor si hubiera más profesores como don Gregorio. No se debe olvidar que cuando uno se dedica a la enseñanza debe tratar con niños. Seres todavía extremadamente frágiles y fáciles de moldear o dañar. Un profesor es esa primera figura adulta que uno descubre tras vivir amparado bajo la sombra de los padres. Junto a él, los niños pasan muchísimas horas y la escuela comienza a convertirse en una segunda casa que puede ser capaz de formar la personalidad de muchos futuros adultos. Un profesor no solo te enseña matemáticas, biología, ética o literatura. También te debe transmitir valores que te ayuden a afrontar tu vida, a ser mejor persona. Porque a pesar de las notas bajas o altas que se obtengan, al final los únicos profesores que se recuerdan son esos. Los que te enseñaron de que iba eso que empezabas a llamar vida y los que te hicieron convertirte en alguien mejor.


Me parece importante destacar esto, ya que demasiados hemos sufrido el tipo de enseñanza de la ‘’vieja escuela’’ que tanto se empeñaban en defender algunos, pensando en vano que se podía transmitir conocimiento a base de miedo y palos.


La lengua de las mariposas es una de las películas más hermosas que he visto en mi vida y siempre la recordare de forma especial. Todo en ella evoca poesía, nostalgia y también tristeza. Es imposible contener las lágrimas antes esa escena final, donde nuestro Moncho y su familia deben renegar de uno de los hombres que más han admirado para seguir con vida. Es brutal, desgarradora y sumamente realista. El miedo y la represión nos hicieron rechazar a aquellos a los que antes habíamos apreciado. Señalar con el dedo a antiguos amigos, elevar la voz mientras empezabas a ahogarte en lágrimas viendo como una camioneta se llevaba en la piel del otro una parte de tu alma que debería seguir dormida de forma perpetua. Y así se creó un universo de vencedores y vencidos que dejo huellas en las mentes y también en los corazones de los que nos rodeaban… La figura del rico del pueblo o del cura no podrían ser mas realistas….



Me quedo con muchas frases, pero en especial con estas…

-Los libros son como un hogar. En los libros podemos refugiar nuestros sueños para que no se mueran de frío.

-Si conseguimos que una generación, una sola generación, crezca libre en España, ya nadie les podrá arrancar nunca la libertad.

-¿Es usted capaz de guardar un secreto? Pues, en secreto, ese infierno del más allá no existe. El odio, la crueldad... eso es el infierno. A veces el infierno está en nosotros mismos.