‘’Thelma y Louise’’ es uno de esos prodigios del cine, esas obras de arte atemporales que no pasan de moda y que siempre cumplen sus funciones a la perfección, pase el tiempo que pase.
Y es que da igual si la ves por primera vez o por tercera, siempre te deja con muy buen sabor de boca y con una amplia sonrisa dibujada en los labios. Su argumento oscila entre una road movie y un drama, pero los múltiples toques cómicos que la acompañan en su recorrido ayudan a aligerar todo el peso dramático y hacen el visionado mucho más placentero.


Se podría haber hecho una historia muy dura e hiriente con su argumento. Sin embargo, Ridley Scott opto por centrarse en los valores de la amistad femenina y en como la sororidad puede unir a dos personas a las que su entorno afectivo ha maltratado y ninguneado, hasta hacerlas florecer en mitad de los vacíos y las carencias que las rodean.


Thelma es una ama de casa sumisa, ingenua e inocente que convive con un marido déspota que la considera poco más que una sirvienta y que además la maltrata psicológicamente. Resulta más espontanea que su amiga Louise que en unos primeros momentos nos llega a parecer más dura e inaccesible que ella. A pesar de ello, una simple escapada para evadirse de sus complicadas vidas llega marcada por un accidente que une el pasado de una de ellas con el futuro de la otra y las hace fortalecer sus vínculos y crear una amistad a prueba de balas, duradera e inquebrantable. Aunque el tema central de la cinta es la amistad y la sororidad femeninas, aún queda espacio para la crítica social hacia una sociedad patriarcal donde la mujer parece no poder aspirar a ser algo más que un simple complemento del hombre y donde los roles masculinos vienen marcados por un carácter violento, déspota, soberbio, bravucón y misógino.


A muchos les podrá parecer un estereotipo, pero como decía al inicio de la crítica, no es difícil encontrar hombres como el policía chulito, el camionero acosador o el marido machista con los que se cruzan nuestras protagonistas en su aventura. Lo real de Thelma y Louise es que sus personajes siguen siendo demasiado cercanos aun pasados 29 años de su estreno. Ridley Scott supo captar la esencia de una sociedad machista y violenta donde los hombres se imponían a las mujeres a fuerza de golpes y de palabras soeces y esa esencia sigue estando presente en nuestra sociedad. Hacer algo como eso y plasmarlo de la manera en la que se ve plasmado en la cinta no es nada fácil. Y supone un trabajo digno de todas las alabanzas.



Como iba diciendo, la cinta está llena de genialidades. Otra de ellas es la inversión de roles que se produce. Como las mujeres acaban por adoptar actitudes propias de los hombres y del mismo modo como los hombres acaban actuando como se supone para toda una sociedad que deben hacerlo las mujeres. En este sentido, el desarrollo del personaje de Thelma es magnífico. Empieza siendo una mujer sumisa y acaba por convertirse en un ser liberal y fuerte, casi al mismo nivel que su compañera Louise que la acompaña en su camino de crecimiento y superación personal, convirtiéndose a su vez en su mejor versión de sí misma.
Los momentos cómicos donde las fugitivas le dan su merecido a los tipos que las acosan o las menosprecian no tienen desperdicio. En especial la humillación al policía chulito y el escarmiento al camionero.


Thelma y Louise emerge como una cinta majestuosa y necesaria, aun a día de hoy. Su éxito y su posterior reconocimiento, gano un oscar a mejor guion original y fue nominada a otros seis galardones, es más que merecido. Consigue convertir todo un drama, sobre todo en su desarrollo final, en algo cargado de belleza y de lirismo. Porque lo importante no es el destino. Si el lugar al que nos dirigimos es un buen o un mal destino. Lo realmente importante es ser el dueño de ese destino y disfrutar al máximo del viaje. Vivir el momento y ser completa y jodidamente libre. Aunque los demás se empeñen en querer cortarte las alas.


Mención especial a un elenco de actores tan soberbio. Geena Davis y Susan Sarandon están grandiosas. Un jovencito y atractivo Brad Pitt deja momentos muy pasionales con los que se hizo notar, adquiriendo después un mayor protagonismo dentro del mundo del cine. Y Harvey Keitel crea un personaje muy humano. Su banda sonora de Hans Zimmer y su fotografía mostrando unos paisajes áridos y desolados, propios de los badlands aderezan una cinta que ya de por si resulta más que apetecible y ponen la guinda a una tarta perfecta que uno engulliría una y otra vez, sin acabar de saciarse nunca…