¡Claro que los que nos leímos los libros, devorando sus páginas bajo las sábanas, compitiendo con profesores y compañeros de clase para descubrir más hechos y aventuras sobre la vida de Harry Potter; el que sobrevivió; tendremos siempre nostalgia de los momentos vividos con la lectura! Y con cada libro que salía, la ilusión que sentíamos al desenvolver un regalo con forma de prisma rectangular en Navidad, cuando íbamos a comprarlo acompañados de nuestros padres y cuando lo abríamos, dispuestos a sumergirnos en un viaje de cientos de hojas, cada vez más cientos, cada vez con más ganas.

Con cada nueva entrega, eran más y más los seguidores de la saga, y los detractores, colocándose en el ambiente cotidiano, inevitablemente, en el día a día de las familias con niños. Aquellos que siempre vamos en contra de todo lo establecido, nos sumaríamos finalmente al adictivo y mágico viaje intergeneracional con Harry Potter, antes o después (en mi caso con el segundo libro publicado, ¡Prácticamente desde el principio! Comenzaba un viaje fascinante a través de esas páginas llenas de magia y aventura), protagonizando un movimiento que perdurará para siempre en nuestra memoria y en el archivo de la cultura mundial.

Muchos tenemos que agradecer nuestro hábito de lectura, en parte, a J. K. Rowling. Así como a Robert Louis Stevenson con "La Isla del Tesoro" o a Herman Melville por "Moby Dick". Mientras teníamos estos títulos en la estantería entre otros, disfrutábamos de nuestra infancia sin Whatsapp, Spotify o Youtube en los móviles, leyendo "El pequeño vampiro", "La gallina Carolina" o "La historia de una gaviota y del gato que la enseñó a volar" de Luis Sepúlveda (cuando no estábamos manchando nuestro chándal heredado en la calle, descubriendo el mundo). Harry Potter supuso una fantástica revolución. Y lo más especial del movimiento, son los valores que se desprenden de las relaciones que se establecen entre sus personajes.

Creo que somos muchos los que recordamos con cariño a la persona que nos introdujo en este mundo.

No es casualidad que se haya convertido en una franquicia de culto. Ni que quién más quien menos disponga o haya regalado algún complemento, juguete o cosa de Harry Potter alguna vez.

Está película describe perfectamente lo que muestran los libros, con los que desbordaría de magia nuestra imaginación. Es detallista con todos sus elementos: los caracteres, los tiempos, la trama y la intriga. Divertidísima y genial. La imagen y la banda sonora son perfectas. Algunos efectos van quedando desfasados con el avance de la tecnología de la imagen pero funcionan igualmente.

Suceden tantas cosas mientras los personajes se van aventurando en un desconocido y acogedor mundo mágico impregnado de anglicismo y ambiente navideño que el espectador solo puede asentir y sonreír (y por momentos abrir los ojos amplia y sorpresivamente) ante la fantástica sucesión de travesuras, bromas, aprendizajes y aventuras vividas a través de Harry Potter, Hermione Granger, Ron Weasley y compañía, bajo la tutela (la mayoría del tiempo) del director del prestigioso colegio Hogwarts de Magia y Hechicería Albus Dumbledore, uno de los magos más respetados y más poderosos de todos los tiempos. Y los profesores Filius Flitwick, Severus Snape, Minerva McGonagall, Quirinus Quirrell, etc. Tengo que decir que ojalá hubiese sido Ewan McGregor quien interpretase a Gilderoy Lockhart en esta entrega, habría sido brillante. Cada presentación de personajes, clases y elementos mágicos es una maravilla. Desde el trayecto en tren que comienza en el andén 9 y 3/4, el deporte rey en el mundo mágico que es el Quidich o la presencia del Bosque Tenebroso.

Por destacar algunas de las tramas, la sucedida con el espejo de Oested y todo lo referente a encuentros con Hagrid, el guardián de las llaves y terrenos de Hogwarts. No tienen desperdicio en lo disfrutable y en el trato emocional de conceptos como la famila o la amistad. Lealtad, valentía, humildad... Dumbledore es un maestro a través de la pantalla. Se pueden aprender tantas cosas con él que casi parece desarrollado por algún filósofo con cátedra en educación infantil.

«No es bueno dejarse arrastrar por los sueños y olvidarse de vivir, recuérdalo».

«Después de todo, para una mente bien organizada, la muerte no es más que la siguiente gran aventura».

«La verdad. Es una cosa terrible y hermosa, y por lo tanto debe ser tratada con gran cuidado».

«Hay muchos tipos de valentía. Hay que tener un gran coraje para oponerse a nuestros enemigos, pero hace falta el mismo valor para hacerlo con los amigos».

El callejón Diagón, toda la colección de grajeas, cromos, ranas y de más artículos de broma o golosinas, el sombrero seleccionador, los fantasmas, los cuadros, las escaleras móviles y el fantástico techo cambiante del colegio son algunos de los elementos mágicos exquisitamente diseñados. Cada imagen de Hogwarts es hipnótica. Así como la música que las acompaña. Un gran conjunto.

Eso de que -la barita elige al mago- quedó grabado en nuestra memoria para siempre gracias a la destacable actuación de Jhon Hurt como Ollivander.

La presencia de Lord Voldemort es importante como ente que pone en duda todo lo que Harry empieza a descubrir sobre si mismo. Aunque el desenlace de la trama, en esta película, es casi irrelevante. Sin embargo es muy interesante la omnipresencia de ese personaje llamado Nicolás Famel.

Es este un magnífico viaje a través de la imaginación de unos niños en busca de libertad, respuestas, diversión y aventura.

Un perro de tres cabezas. Un coche volador. Una snitch dorada.

Gracias a Chris Columbus por su mejor trabajo, una obra maestra, y a todo el equipo de realización así como a los actores de reparto y a la autora de la novela. ¡Gracias!