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Voto de afrancesado:
8
7,4
17.768
14 de agosto de 2010
20 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta es la gran película clásica de hollywood de un tema bíblico y al mismo tiempo del Antiguo Egipto, por delante de Cleopatra. Si bien el protagonismo de Egipto es parcial, sobre todo después de la primera hora de metraje, queda indudablemente inmortalizado a través de la visión grandilocuente y épica de hollywood: faraones, pueblos conquistados, tributos y embajadores, intrigas palaciegas, crisis de sucesión, ejércitos y batallas, grandes construcciones de monumentos y ciudades, etc.
No es sin embargo la película más historicista, en aquella época pocas lo eran. La fuente principal utilizada no lo permite, el Éxodo dentro del Antiguo Testamento. A esto se le pueden añadir los inevitables tópicos y clichés americanos de la época, criticando los imperios antiguos y presentándolos como dictaduras y monarquías tiránicas, antidemocráticas y esclavizadoras frente a pueblos oprimidos y deseosos de libertad.
Ocurre que no se puede pedir historicismo al capítulo del Éxodo, está lleno de mitología (independientemente de su valor didáctico, moral y religioso), en él se asegura la emigración de cerca de un millón de hebreos de Egipto, una cifra inverosímil de la que no queda ningún indicio ni rastro arqueológico o documental; y nunca se le da un nombre concreto al Faraón, siempre se le nombra como "Faraón", lo cual ha dado para ríos de tinta sobre cuál pudo ser "el Faraón del Éxodo" en cuestión. La película, no podía ser de otra manera, apuesta para mayor dramatismo y épica por el más famoso y poderoso de entre los posibles candidatos, Ramsés II.
Pero si históricamente la película no deja de ser un gran mito, hay que decir que se trata de un mito relevante que ha perdurado y dejado su impronta a lo largo de la historia, que no podemos despreciar. Tal vez algún día se demuestre que tal éxodo tuvo lugar, ya fueran cien, mil o diez mil los exiliados, pues es inegable que hay en el relato bíblico detalles sobre Egipto que lo dotan de coherencia interna y externa. Pero incluso aceptando que fuera sólo un mito, éste engrandece la historia, significancia y trascendencia del Antiguo Egipto, lo engrandece que un pueblo extranjero entronque sus raíces con la tierra de los faraones, aunque les toque hacer de "malos" a los egipcios, demuestra la gran importancia e influencia que ejercían en la época. Es parte de su herencia haber marcado tan profundamente a todos los pueblos del Levante antiguo. También los griegos a la hora de buscar e imaginar sus raíces se mirarían muchas veces en el espejo egipcio.
No es sin embargo la película más historicista, en aquella época pocas lo eran. La fuente principal utilizada no lo permite, el Éxodo dentro del Antiguo Testamento. A esto se le pueden añadir los inevitables tópicos y clichés americanos de la época, criticando los imperios antiguos y presentándolos como dictaduras y monarquías tiránicas, antidemocráticas y esclavizadoras frente a pueblos oprimidos y deseosos de libertad.
Ocurre que no se puede pedir historicismo al capítulo del Éxodo, está lleno de mitología (independientemente de su valor didáctico, moral y religioso), en él se asegura la emigración de cerca de un millón de hebreos de Egipto, una cifra inverosímil de la que no queda ningún indicio ni rastro arqueológico o documental; y nunca se le da un nombre concreto al Faraón, siempre se le nombra como "Faraón", lo cual ha dado para ríos de tinta sobre cuál pudo ser "el Faraón del Éxodo" en cuestión. La película, no podía ser de otra manera, apuesta para mayor dramatismo y épica por el más famoso y poderoso de entre los posibles candidatos, Ramsés II.
Pero si históricamente la película no deja de ser un gran mito, hay que decir que se trata de un mito relevante que ha perdurado y dejado su impronta a lo largo de la historia, que no podemos despreciar. Tal vez algún día se demuestre que tal éxodo tuvo lugar, ya fueran cien, mil o diez mil los exiliados, pues es inegable que hay en el relato bíblico detalles sobre Egipto que lo dotan de coherencia interna y externa. Pero incluso aceptando que fuera sólo un mito, éste engrandece la historia, significancia y trascendencia del Antiguo Egipto, lo engrandece que un pueblo extranjero entronque sus raíces con la tierra de los faraones, aunque les toque hacer de "malos" a los egipcios, demuestra la gran importancia e influencia que ejercían en la época. Es parte de su herencia haber marcado tan profundamente a todos los pueblos del Levante antiguo. También los griegos a la hora de buscar e imaginar sus raíces se mirarían muchas veces en el espejo egipcio.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Entrando en materia, la dirección artística es colorista y esplendorosa, contrasta con gran efectividad el lujo y la suntuosidad palaciega de los egipcios, frente a la austeridad y sencillez de los hebreos. Pese a los llamativos vestuarios faraónicos, con diseños salpicados de dorado, colores vivos, imponentes formas de águila, extravagantes coronas, etc., etc. ha quedado en la memoria como lo más icónico de la película el manto a rayas rojo y negro de Moisés.
El tono y las interpretaciones pueden parecer muy solemnes y hasta teatrales, pero estamos hablando de una película de temática bíblica por un lado y de una sociedad muy protocolaria como la egicia de los faraones por otro. El estilo es parte del género y de la época en que fue rodada, y posiblemente no se vuelva a hacer cine así nunca más, hay que disfrutarlo.
El cartel que ha acabado perdurando es el de Moisés sosteniendo o lanzando las tablas de los mandamientos, pero el poster original del estreno mostraba en dos recuadros enfrentados a Moisés por un lado y Ramsés por otro, remarcando la rivalidad entre dos personajes y dos actores, Heston y Brynner. Brynner queda perfecto, pero gana Heston, su personaje tiene muchos más minutos y matices, pasando por más cambios. Sería además su primer gran papel protagonista en una superproducción épica, antes de Ben-Hur y El Cid.
Como curiosidad, se dice que Audrey Hepburn era la elección original de DeMille para el papel de Nefertari (en la película renombrada como Nefretiri, lo cual lleva a la confusión con Nefertiti) pero que su figura no tenía las suficiente curvas, por lo que optó finalmente por Anne Baxter quien con los vestidos imitaba mejor a las mujeres egipcias dibujadas en los muros.
El guión puede parecer irregular, con un bajón de ritmo considerable a mitad de la trama, pero a mi juicio necesario. Como adaptación del mito rellena huecos y hace algunos cambios, discutibles a tenor de la gran influencia de esta película; muchísima gente conoce el Éxodo a través de ella, y pocos son los que se molestarán alguna vez en su vida de leerlo o informarse directamente. Por eso habría que ser especialmente cautos con la intencionalidad (a veces simplificadora con el objetivo de entretener o dramatizar, otras veces más sútil e ideológica) de dichos cambios.
Porque a nadie se le escapa que esta es una película de clara vocación educadora. Perteneciente a una época en que todavía se creía que el cine podía alcanzar el conocimiento y la cultura a las masas, aunque estuviera predominada por temas religiosos. Sólo hay que ver la campaña de promoción que tuvo la película, con el director Cecil B. DeMille erigiendo monumentos de los decálogos, los diez mandamientos, por todo el país, o la presentación que hace en persona antes de comenzar la película.
Y es por ello, en definitiva, que hablamos de la película bíblica más influyente de la historia hasta 2004, a partir de entonces le tocará compartir ese honor con “La Pasión de Cristo”.
El tono y las interpretaciones pueden parecer muy solemnes y hasta teatrales, pero estamos hablando de una película de temática bíblica por un lado y de una sociedad muy protocolaria como la egicia de los faraones por otro. El estilo es parte del género y de la época en que fue rodada, y posiblemente no se vuelva a hacer cine así nunca más, hay que disfrutarlo.
El cartel que ha acabado perdurando es el de Moisés sosteniendo o lanzando las tablas de los mandamientos, pero el poster original del estreno mostraba en dos recuadros enfrentados a Moisés por un lado y Ramsés por otro, remarcando la rivalidad entre dos personajes y dos actores, Heston y Brynner. Brynner queda perfecto, pero gana Heston, su personaje tiene muchos más minutos y matices, pasando por más cambios. Sería además su primer gran papel protagonista en una superproducción épica, antes de Ben-Hur y El Cid.
Como curiosidad, se dice que Audrey Hepburn era la elección original de DeMille para el papel de Nefertari (en la película renombrada como Nefretiri, lo cual lleva a la confusión con Nefertiti) pero que su figura no tenía las suficiente curvas, por lo que optó finalmente por Anne Baxter quien con los vestidos imitaba mejor a las mujeres egipcias dibujadas en los muros.
El guión puede parecer irregular, con un bajón de ritmo considerable a mitad de la trama, pero a mi juicio necesario. Como adaptación del mito rellena huecos y hace algunos cambios, discutibles a tenor de la gran influencia de esta película; muchísima gente conoce el Éxodo a través de ella, y pocos son los que se molestarán alguna vez en su vida de leerlo o informarse directamente. Por eso habría que ser especialmente cautos con la intencionalidad (a veces simplificadora con el objetivo de entretener o dramatizar, otras veces más sútil e ideológica) de dichos cambios.
Porque a nadie se le escapa que esta es una película de clara vocación educadora. Perteneciente a una época en que todavía se creía que el cine podía alcanzar el conocimiento y la cultura a las masas, aunque estuviera predominada por temas religiosos. Sólo hay que ver la campaña de promoción que tuvo la película, con el director Cecil B. DeMille erigiendo monumentos de los decálogos, los diez mandamientos, por todo el país, o la presentación que hace en persona antes de comenzar la película.
Y es por ello, en definitiva, que hablamos de la película bíblica más influyente de la historia hasta 2004, a partir de entonces le tocará compartir ese honor con “La Pasión de Cristo”.