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Ciencia ficción. Aventuras
Último capítulo de la trilogía de precuelas de Star Wars, en el que Anakin Skywalker definitivamente se pasa al lado oscuro. En el Episodio III aparece el General Grievous, un ser implacable mitad-alien mitad-robot, el líder del ejército separatista Droid. Los Sith son los amos del lado oscuro de la Fuerza y los enemigos de los Jedi. Fueron prácticamente exterminados por los Jedi hace mil años, pero esta orden del mal sobrevivió en la clandestinidad. (FILMAFFINITY) [+]
27 de agosto de 2010
23 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para muchos el fallo del Episodio I residó en su infantilización, siendo el blanco de las iras Jar Jar (no en vano creado digitalmente). Además no dejaba de narrar una guerra minúscula en un planeta insignificante. Sin embargo llegado el Episodio III el tono era oscuro y pesimista y la épica altisonante. Para algunos eso fue suficiente, pero no para todos, algo seguía fallando.
Y es que, curiosamente, la nueva trilogía es más compleja que la antigua, y es ese germen de la complejidad que a George Lucas se le escapó de las manos y no supo dominarlo. Me extenderé sobre este punto después.
Tampoco la dirección artística terminó de encandilar. Hay mucha más variedad y cantidad de todo, pero sin duda falta el carisma y la solidez de la estética original. Y ese es el estilo de la trilogía nueva, la cantidad por encima de la calidad.
Se nos satura con incontables criaturas, naves, arquitecturas, vestuarios, batallas, duelos, personajes, etc. Un estallido de colores, formas y movimientos poco efectivo e incapaz de poner el acento en ningun sitio. No desvelo nada nuevo al decir que gracias a la infografía algunos cineastas cuanta mas libertad de medios han tenido más ha caído en picado su imaginación y creatividad.
No es lo mismo estrujarte la cabeza cuando solo puedes permitirte 2 o 3 diseños de naves imperiales y rebeldes, no más de 10 o 20 alienígenas y localizaciones, que cuando puedes permitirte docenas de naves diferentes y cientos y miles de criaturas con que poblar todos los escenarios que te apetezcan, igual que no es lo mismo que James Cameron tenga que filmar Aliens en una central térmica abandonada a que se permita el lujo de recrear la fauna entera de un planeta con miles de variedades botánicas en Avatar.
También pasa con la narrativa, no es lo mismo currarse un buen antagonista a lo largo de 3 películas (Vader), que ir cambiando de antagonista por película (Darth Maul, Dooku, Grievous). No es lo mismo currarse una buena batalla (Yavin, Hoth, Endor) y un duelo a espada por película, que meter multitud de batallas y varios duelos a espada como pasa en el Episodio III, que es de lejos la película mas bulímica de todas, posiblemente Lucas se quedó sin tiempo para contar todo lo que quería, y encima habiendo perdido su Episodio 2 contra Peter Jackson, debió sentir la necesidad de resarcirse y ponerse épico a lo grande…
TRILOGIA ORIGINAL: El imperio está a punto de acabar con la Rebelión gracias a un arma poderosa. Los rebeldes consiguen destruir esa arma en una batalla al borde del exterminio. El imperio rehace su estrategia y casi captura y mata a los líderes rebeldes. Mientras, vuelve a reconstruir el arma poderosa, preparando una trampa para que la Rebelión ataque con todo y sea aniquilada. En la batalla final el Imperio pierde y es derrocado.
Una trama sencilla, clara y directa. El peso de la narración recae en los personajes, la aventura, la acción, y un buen diseño artístico que decore ese universo.
Y es que, curiosamente, la nueva trilogía es más compleja que la antigua, y es ese germen de la complejidad que a George Lucas se le escapó de las manos y no supo dominarlo. Me extenderé sobre este punto después.
Tampoco la dirección artística terminó de encandilar. Hay mucha más variedad y cantidad de todo, pero sin duda falta el carisma y la solidez de la estética original. Y ese es el estilo de la trilogía nueva, la cantidad por encima de la calidad.
Se nos satura con incontables criaturas, naves, arquitecturas, vestuarios, batallas, duelos, personajes, etc. Un estallido de colores, formas y movimientos poco efectivo e incapaz de poner el acento en ningun sitio. No desvelo nada nuevo al decir que gracias a la infografía algunos cineastas cuanta mas libertad de medios han tenido más ha caído en picado su imaginación y creatividad.
No es lo mismo estrujarte la cabeza cuando solo puedes permitirte 2 o 3 diseños de naves imperiales y rebeldes, no más de 10 o 20 alienígenas y localizaciones, que cuando puedes permitirte docenas de naves diferentes y cientos y miles de criaturas con que poblar todos los escenarios que te apetezcan, igual que no es lo mismo que James Cameron tenga que filmar Aliens en una central térmica abandonada a que se permita el lujo de recrear la fauna entera de un planeta con miles de variedades botánicas en Avatar.
También pasa con la narrativa, no es lo mismo currarse un buen antagonista a lo largo de 3 películas (Vader), que ir cambiando de antagonista por película (Darth Maul, Dooku, Grievous). No es lo mismo currarse una buena batalla (Yavin, Hoth, Endor) y un duelo a espada por película, que meter multitud de batallas y varios duelos a espada como pasa en el Episodio III, que es de lejos la película mas bulímica de todas, posiblemente Lucas se quedó sin tiempo para contar todo lo que quería, y encima habiendo perdido su Episodio 2 contra Peter Jackson, debió sentir la necesidad de resarcirse y ponerse épico a lo grande…
TRILOGIA ORIGINAL: El imperio está a punto de acabar con la Rebelión gracias a un arma poderosa. Los rebeldes consiguen destruir esa arma en una batalla al borde del exterminio. El imperio rehace su estrategia y casi captura y mata a los líderes rebeldes. Mientras, vuelve a reconstruir el arma poderosa, preparando una trampa para que la Rebelión ataque con todo y sea aniquilada. En la batalla final el Imperio pierde y es derrocado.
Una trama sencilla, clara y directa. El peso de la narración recae en los personajes, la aventura, la acción, y un buen diseño artístico que decore ese universo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
TRILOGIA NUEVA: Un senador de la República desata él solito desde la sombra una guerra civil. Consigue que la República le dé plenos poderes y crea una ejército de millones de soldados clonados. Pero gracias a una palabra clave secreta el ejército de clones da un golpe de estado.
Esto ya es otro tipo de trama, no es sencilla de contar, se introduce el engaño y la manipulación, las intrigas y la guerra dentro de un régimen político parlamentario.
Los referentes son bien sabidos: Julio César, Napoleón, Lenin, Hitler. Y se nos desvela qué papel ejercía la institución Jedi, guardianes del orden y la justicia, pero ajenos a la política (una mezcla entre monjes, escolásticos, diplomáticos y el FBI).
Me chirría, en cambio, el uso de la tecnología que hace el guión. Resulta absurdo lo fácil que es encargar en secreto un ejercito de millones de soldados clonados (una tecnología muy normalita al lado de la velocidad de la luz) y con ellos conquistar al único Estado que abarca casi todo el universo, por muy desmilitarizado que estuviera. Nada que ver con Julio Cesar, ni Napoleón, ni Hitler, que lograron la adhesión de miles y de millones de hombres que entregaron su voluntad y su vida por ellos, eso sí es interesante.
La trilogía original nació de la fantasía, Lucas no parece entender a su propia criatura, y mete la ingeniería biogenética como atajo y solución de guión.
Si la Estrella de la Muerte podía ser un castillo inexpugnable o la bomba atómica; el halcón milenario un caballo o un barco; la Fuerza la magia o la fe, ¿el ejército clon qué símil tendría en otro genero? (ni los germanos que defendieron la Roma tardía tenían una palabra mágica con la que ser controlados, ni los nazis en Alemania salieron de pronto de debajo de una piedra).
Tal vez no invalide el mensaje, una democracia con miedo puede aceptar lo que sea aunque luego se arrepienta (ya lo advirtió Pericles cuando la Guerra del Peloponeso se torció para los atenienses), pero este ejército clon y su palabra secreta no queda lejos de lo que Aristóteles llamaría un deus ex machina.
Seamos claros, la nueva trilogía ha decepcionado tanto porque el advenimiento del Imperio no representa ningún acontecimiento interesante ni trascendente. Hitler trajo consigo el cambio: aplicar el ordenamiento militar a toda una sociedad, de arriba a abajo, convertir a Alemania en la nueva Esparta de su tiempo, aquel del darwinismo social, cultural y racial.
El Emperador Palpatine usurpa el poder, su único objetivo es el poder personalista, para ello elimina a los guardianes de la república, nada más. Su imperio es intrascendente, una dictadura vacua que no durará ni medio siglo.
Asistimos decepcionados al nacimiento de aquel gran imperio de la trilogía original, con su estética ideológica: uniforme, homogéneo, monolítico, estéril, anónimo y sin cara, donde la tecnología y la máquina eran omnipresentes. Pero también imponente y seductor salvaguardia del poder, el orden y la fuerza.
Esto ya es otro tipo de trama, no es sencilla de contar, se introduce el engaño y la manipulación, las intrigas y la guerra dentro de un régimen político parlamentario.
Los referentes son bien sabidos: Julio César, Napoleón, Lenin, Hitler. Y se nos desvela qué papel ejercía la institución Jedi, guardianes del orden y la justicia, pero ajenos a la política (una mezcla entre monjes, escolásticos, diplomáticos y el FBI).
Me chirría, en cambio, el uso de la tecnología que hace el guión. Resulta absurdo lo fácil que es encargar en secreto un ejercito de millones de soldados clonados (una tecnología muy normalita al lado de la velocidad de la luz) y con ellos conquistar al único Estado que abarca casi todo el universo, por muy desmilitarizado que estuviera. Nada que ver con Julio Cesar, ni Napoleón, ni Hitler, que lograron la adhesión de miles y de millones de hombres que entregaron su voluntad y su vida por ellos, eso sí es interesante.
La trilogía original nació de la fantasía, Lucas no parece entender a su propia criatura, y mete la ingeniería biogenética como atajo y solución de guión.
Si la Estrella de la Muerte podía ser un castillo inexpugnable o la bomba atómica; el halcón milenario un caballo o un barco; la Fuerza la magia o la fe, ¿el ejército clon qué símil tendría en otro genero? (ni los germanos que defendieron la Roma tardía tenían una palabra mágica con la que ser controlados, ni los nazis en Alemania salieron de pronto de debajo de una piedra).
Tal vez no invalide el mensaje, una democracia con miedo puede aceptar lo que sea aunque luego se arrepienta (ya lo advirtió Pericles cuando la Guerra del Peloponeso se torció para los atenienses), pero este ejército clon y su palabra secreta no queda lejos de lo que Aristóteles llamaría un deus ex machina.
Seamos claros, la nueva trilogía ha decepcionado tanto porque el advenimiento del Imperio no representa ningún acontecimiento interesante ni trascendente. Hitler trajo consigo el cambio: aplicar el ordenamiento militar a toda una sociedad, de arriba a abajo, convertir a Alemania en la nueva Esparta de su tiempo, aquel del darwinismo social, cultural y racial.
El Emperador Palpatine usurpa el poder, su único objetivo es el poder personalista, para ello elimina a los guardianes de la república, nada más. Su imperio es intrascendente, una dictadura vacua que no durará ni medio siglo.
Asistimos decepcionados al nacimiento de aquel gran imperio de la trilogía original, con su estética ideológica: uniforme, homogéneo, monolítico, estéril, anónimo y sin cara, donde la tecnología y la máquina eran omnipresentes. Pero también imponente y seductor salvaguardia del poder, el orden y la fuerza.