Roland Emmerich, con experiencia en esto de los desastres naturales y especialmente con la destrucción del planeta o de alguna gran ciudad, nos hace palpable la teoría de un posible aunque materialmente incalculable fin del mundo basándose en una profecía del calendario Maya que predice un gran cambio para la humanidad en el año 2012.

Emmerich nos da un paseo por el planeta en destrucción allá por donde va el protagonista, con unas imágenes de lo más espectacular haciendo que escondas la cabeza cada vez que se nos viene encima algún edificio, montaña, roca o cualquier otra cosa susceptible de salir por los aires en un día cualquiera del fin del mundo.

2012 casi no deja un momento de respiro y digo casi porque al final la acción decelera de manera harto forzada haciéndose en algún que otro momento hasta ligeramente aburrida, pero por suerte esos momentos son muy puntuales ya que por lo general es una cinta de muy buen ver sin más pretensión que la de entretener y asustar un poquillo a los espectadores.