Pésima película de un director que ya nos tiene acostumbrados a bombardearnos por estas fechas con sus infames bodrios veraniegos. Si bien la primera entrega se dejaba ver, este tormento en forma de secuela fomenta todos los fallos de su antecesora, los eleva a dimensiones exageradas y minimiza lo poco afortunado que podría tener esta saga.

Las actuaciones rozan lo esperpéntico, con unos actores que si bien se distinguen de las máquinas, es sólo en el plano físico. La belleza de Megan Fox es explotada hasta lo indecible, con abusivos planos cortos y escenas slow motion que parece que no van a acabar nunca, al igual que la película. No es que los personajes no tengan carisma, es que te dan ganas de que los decepticons los aplasten uno por uno de lo insufribles que son. En algunas escenas de corte dramático, incluso me pareció ver que se les escapaba una ligera sonrisa, como si ni ellos mismos se tomasen en serio la película. Lógico por otra parte.

El guión es un despropósito desde el primer hasta el último segundo. 145 minutos de insufribles desvaríos absurdos, aderezados con avergonzantes sketches cómicos y una trama que si te paras a pensarla durante más de tres segundos, puedes morir de un coma cerebral.

Lo único que nos queda son unos efectos especiales sublimes... pero inefectivos. Las escenas de acción están rodadas de forma tan desordenada y rápida que tienes la sensación de que han grabado agitando la cámara sin parar en un desguace.

Por si fuera poco, ni siquiera es entretenida, que es lo mínimo exigible a este tipo de films. Los 145 minutos te parecen horas, y al poco rato ya nada te importa, ni Optimus, ni las batallas, ni la absurda trama, sólo que acabe esta tortura de una vez.

Lo mejor: Optimus Prime, aunque aparezca poco

Lo peor: Todo lo demás