No hay otra alternativa en All the king´s men (1949), dirigida por Robert Rossen y ganador del Oscar a mejor película. Un hombre honesto inicia una carrera política que inevitablemente lo llevará a la perdición.

Por Nicolás Bianchi

All the king´s men es un drama politico basado en la novela homónima de Robert Penn Warren que obtuvo un premio Pullitzer. Como película podría inscribirse dentro del film noir, tanto por su propuesta estética como por un inexorable aire de fatalismo que recorre toda la narración. Los personajes del film lucen condenados de antemano a repetir un curso vicioso ya antes surcado por otros cuyo desenlace no puede ser distinto al de la tragedia.

El protagonista es el periodista Jack Warden (John Ireland), que comienza a seguir la carrera de un ascendente político, Willie Stark (Broderick Crawford), que tiene como principal blasón su honestidad y espontaneidad. A medida que Stark se abre paso y denuncia la corrupción del sistema, su carrera se complica, recibe amenazas y sus candidaturas son boicoteadas.

Pero con el tiempo Stark prospera, se abre camino y llega a gobernador. Cuando se reencuentre con Jack, que dejó el oficio de periodista y comienza a trabajar con él, ya es otra persona. Ahora es él quien aplica todos los trucos posibles y le pone obstáculos a sus rivales. Stark finalmente llegó pero el sistema lo modeló a imagen y semejanza de quienes supuestamente iba a combatir.

En este sentido la visión que la película da de la política es unilineal y sombría. El hombre con poder siempre acaba corrompido, parecería ser el mensaje. Stark no solo es un canalla en privado, mediante las operaciones que no son visibles para el público, sino que además es lo que hoy despectivamente se suele sindicar como ‘populista’. Detrás de cada obra hay un interés específico que no es, justamente, el del pueblo.

Visualmente All the king´s men es impecable. En las secuencias en las que los hechos se sintetizan, mediante compactos o clips que hacen avanzar la trama por lapsos de tiempo considerables, la película luce deudora de la estética moderna de Citizen Kane. Si bien el personaje que sirve para narrar la historia es el del sombrío Jack, el peso dramático está puesto en el carismático Stark, en un gran trabajo de Crawford.

Jack, el cronista que comienza a seguir al político en ascenso, está seguro de que el gran público subestima a Crawford, su idealismo y su capacidad. Por eso cuenta su historia, por más que sea menor, lo acompaña y lo vuelve a buscar. Quizás sea todo una cuestión de expectativas y el problema no sea de Crawford sino de Jack, quien estuvo convencido, prácticamente hasta el final, de algo que no era, de algo que no fue.