Spiral: from the book of Saw (2021) es la novena entrega de la franquicia del asesino Jigsaw, en la que nuevamente se combinan los elementos del thriller con el terror y el gore. Dirigida nuevamente por Darren Lynn Bousman. Con Chris Rock, Samuel L. Jackson y Max Minghella.

Por Nicolás Bianchi

Bousman fue el autor de las entregas II, III y IV de la ya muy extensa franquicia Saw, películas que agregaron un ritmo frenético a la narración más acompasada de la primera versión que dio origen al personaje alrededor del cual orbitan las películas. Aquí Jigsaw, siempre interpretado por Tobin Bell, no es más que una inspiración lejana que cuenta con algunos cameos fotográficos, más a modo de ceremonia que por algún aporte puntual a la narración.

Spiral se centra en una comisaría y en un grupo de policías, varios de los cuales tienen un legajo turbio. En la primera escena del film uno de ellos es emboscado por un hombre con una máscara con la figura de un cerdo e ‘invitado’ a jugar a uno de los clásicos juegos sádicos de la franquicia. Aquí, en principio, es el asesino quien va a buscar a los agentes de policía y no a la inversa.

Por medio de sangrientos mensajes el nuevo imitador de Jigsaw se comunica con el agente Zeke (Chris Rock), quien comienza a investigar la muerte de su compañero, pero en verdad es él y los demás policías quienes van a comenzar a ser cazados por quien dice querer ‘limpiar’ a la fuerza del orden. Las víctimas en principio no están encerradas de antemano, como en otras películas de la saga, sino que van a ser sorprendidas en distintos momentos de su vida cotidiana.

La gran diferencia de Spiral con las otras ocho películas es el cast estelar integrado, además de Rock, por Samuel L. Jackson como Marcus, el padre ex policía de Zeke, y Max Minghella (de la serie The Handmaid´s Tale) como el detective que acompaña al protagonista en la investigación. Por lo demás, el cuarto film de Bousman dentro del tortuoso mundo Saw se atiene a las formas y contenidos habituales.

El terror está puesto sobre todo en lo duro que es digerir las escenas en las que algunas de las víctimas son desmembradas de formas muy creativas, por llamarlo de algún modo. El asesino, de voz más aflautada que el original y siempre bajo la máscara de cerdo (en alusión a que a los policías se los suele llamar despectivamente como ‘pigs’), es otro artesano de la muerte y el dolor, que presenta una serie de máquinas y muy complicados dispositivos para atormentar a los desafortunados que caen en sus manos.

La lección que pretende dar el nuevo admirador de Jigsaw también es fuertemente moral y apunta a los policías corruptos. La velocidad a la que Bousman narra la película, con la inclusión de muchos flashbacks para contar la historia de Zeke, su padre y los demás agentes, no permite que la información, que para las revelaciones del final son importantes, se asiente. Por eso cuesta sentir algo de simpatía por los nuevos personajes, a pesar de que a priori el cartel de los actores supone un salto de calidad para la franquicia.

Bousman y los demás realizadores que participaron en la saga nunca lograron igualar el impacto de la primera película estrenada en 2004, cuyo principal activo fue contar con una idea original desarrollada hasta sus últimas consecuencias. Spiral por momentos puede lucir más volcada hacia el thriller policial pero es solo una apariencia, apenas una mueca. Es la misma película de siempre solo que con actores reconocidos.