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Voto de El Golo Cine:
7
7,3
13.393
Bélico. Drama
Otoño de 1936. David Carr (Ian Hart), un joven comunista en paro, deja Liverpool para intervenir en la guerra civil española, dentro del bando republicano, e ingresa en la Brigada Internacional del frente de Aragón. Allí conocerá a muchos milicianos procedentes de toda Europa y Estados Unidos, en especial la española Blanca (Rosana Pastor), una atractiva anarquista. David y Blanca están convencidos de luchar por la defensa de la ... [+]
5 de julio de 2020
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Land and freedom (1995), del director británico Ken Loach, es una historia romántica sobre los milicianos revolucionarios durante la Guerra Civil Española pero también un relato amargo sobre lo que pudo haber sido y no fue.
Por Nicolás Bianchi
La historia de la Guerra Civil Española es, para cualquier persona con sensibilidad de izquierda, amarga ya que se trata de la victoria del fascismo ante un conjunto de movimientos del campo socialista que se desintegraron con el correr del conflicto. El bando conducido por Francisco Franco ganó e instauró una dictadura que perduró durante más de tres décadas.
Land and freedom, del realizador británico Ken Loach, comienza con un hombre mayor que sufre un infarto. Su nieta intenta asistirlo, llama a los médicos, se comienza con el traslado en la ambulancia pero a mitad de camino el hombre muere. Después la nieta comienza a descubrir las pertenencias del viejo y en un baúl encuentra una serie de cartas, fotos y noticias de la Guerra Civil Española.
David en su juventud (Ian Hart) era un obrero afiliado al partido comunista inglés que se encontraba en Londres sin trabajo por lo que en 1936 decide cruzar al continente e integrarse a la lucha que comenzaba en España. El relato de la aventura de David comienza en un tono inocente, al punto que por momentos parecen más unas vacaciones en las que el protagonista se hace de amigos que un conflicto sangriento. De todas maneras existe la salvedad del relato que proviene del pasado. La película es la reconstrucción que hace la nieta de David a partir de las cartas, las fotos y los recortes, por lo que se puede permitir esa suavidad inicial.
El joven David se integra a una de las milicias del POUM, un partido marxista fundado en Barcelona en 1935 que se inscribe dentro del trotskismo. Los milicianos que comparten el frente con el protagonista son idealistas, nobles, buscan no solo derrotar a los fascistas sublevados contra la República sino iniciar la revolución social en España. A partir de ese conjunto de personaje secundarios Loach escenifica un debate entre distintas posiciones de izquierda. Están los que consideran que es primordial derrotar al fascismo en la guerra a toda costa y luego debatir qué tipo de sociedad se puede construir, y también quienes sostienen que las milicias deben ir llevando la revolución a medida que pelean en los pueblos de la campiña española. Un miliciano alemán cuenta que en su país eran millones de comunistas pero demoraron en producir la revolución y ahora son gobernados por Hitler.
El director británico filma escenas asamblearias, en las que los milicianos debaten como si estuvieran en un mitin político y no en un frente de batalla. Una de esas reuniones versa en torno a la colectivización, o no, de las tierras ganadas. Hay campesinos que apoyan a los milicianos pero se oponen a perder los derechos de propiedad sobre lo que consideran suyo. Otro de los debates, más acuciante para el devenir de la película, se produce en torno a si las milicias deben integrarse a los ejércitos regulares de la República y el partido comunista.
Cuando Loach comienza a exhibir las diferencias entre las fracciones de izquierda los socialistas, revolucionarios y republicanos empiezan a retroceder en el campo de batalla. El punto de vista del director está claro. La desunión jugó en favor del fascismo. David oscila entre el trotskismo alegre de los milicianos y la rigidez de los stalinistas, pero finalmente opta por la milicia, lo que ya también es su grupo de amigos.
Por Nicolás Bianchi
La historia de la Guerra Civil Española es, para cualquier persona con sensibilidad de izquierda, amarga ya que se trata de la victoria del fascismo ante un conjunto de movimientos del campo socialista que se desintegraron con el correr del conflicto. El bando conducido por Francisco Franco ganó e instauró una dictadura que perduró durante más de tres décadas.
Land and freedom, del realizador británico Ken Loach, comienza con un hombre mayor que sufre un infarto. Su nieta intenta asistirlo, llama a los médicos, se comienza con el traslado en la ambulancia pero a mitad de camino el hombre muere. Después la nieta comienza a descubrir las pertenencias del viejo y en un baúl encuentra una serie de cartas, fotos y noticias de la Guerra Civil Española.
David en su juventud (Ian Hart) era un obrero afiliado al partido comunista inglés que se encontraba en Londres sin trabajo por lo que en 1936 decide cruzar al continente e integrarse a la lucha que comenzaba en España. El relato de la aventura de David comienza en un tono inocente, al punto que por momentos parecen más unas vacaciones en las que el protagonista se hace de amigos que un conflicto sangriento. De todas maneras existe la salvedad del relato que proviene del pasado. La película es la reconstrucción que hace la nieta de David a partir de las cartas, las fotos y los recortes, por lo que se puede permitir esa suavidad inicial.
El joven David se integra a una de las milicias del POUM, un partido marxista fundado en Barcelona en 1935 que se inscribe dentro del trotskismo. Los milicianos que comparten el frente con el protagonista son idealistas, nobles, buscan no solo derrotar a los fascistas sublevados contra la República sino iniciar la revolución social en España. A partir de ese conjunto de personaje secundarios Loach escenifica un debate entre distintas posiciones de izquierda. Están los que consideran que es primordial derrotar al fascismo en la guerra a toda costa y luego debatir qué tipo de sociedad se puede construir, y también quienes sostienen que las milicias deben ir llevando la revolución a medida que pelean en los pueblos de la campiña española. Un miliciano alemán cuenta que en su país eran millones de comunistas pero demoraron en producir la revolución y ahora son gobernados por Hitler.
El director británico filma escenas asamblearias, en las que los milicianos debaten como si estuvieran en un mitin político y no en un frente de batalla. Una de esas reuniones versa en torno a la colectivización, o no, de las tierras ganadas. Hay campesinos que apoyan a los milicianos pero se oponen a perder los derechos de propiedad sobre lo que consideran suyo. Otro de los debates, más acuciante para el devenir de la película, se produce en torno a si las milicias deben integrarse a los ejércitos regulares de la República y el partido comunista.
Cuando Loach comienza a exhibir las diferencias entre las fracciones de izquierda los socialistas, revolucionarios y republicanos empiezan a retroceder en el campo de batalla. El punto de vista del director está claro. La desunión jugó en favor del fascismo. David oscila entre el trotskismo alegre de los milicianos y la rigidez de los stalinistas, pero finalmente opta por la milicia, lo que ya también es su grupo de amigos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
En una escena clave del film David es herido durante una instrucción a unos jóvenes reclutas porque su fusil, precario, explota al pulsar el gatillo. El debate de fondo es sobre las condiciones materiales y políticas de la guerra. Para obtener armas y equipos de calidad los milicianos deberían unirse a las filas del ejército regular, pero claro que allí deberían dejar de lado sus costumbres asamblearias para acatar órdenes. En la película de Loach los que tienen las buenas ideas no tienen las armas y los que tienen las armas no tienen las buenas ideas.
A medida que comienzan los enfrentamientos de los que participa David el tono naive con el que había comenzado el relato se diluye. El film adopta, a partir de que comienzan los tiros, un cariz documental. Las peleas se dan a la luz del día y están filmadas con luz natural. La cámara parece llevada por uno de los milicianos por lo que el espectador está siempre involucrado emocionalmente del mismo lado. No hay una épica de la batalla sino cierta crudeza en los cuerpos que caen por los disparos. El dolor de los heridos se transmite de la misma manera que la angustia de los vencidos. La violencia no se celebra ni se banaliza en la película.
A modo de despedida la nieta de David lee un breve poema de William Morris: “Únete a la batalla, en la que ningún hombre fracasa, porque aunque desaparezca o muera, sus actos prevalecerán”. Se trata de un consuelo, una mirada esperanzadora luego de una derrota, quizás apenas un aliciente. Loach no se resigna, la épica socialista se traslada a un velorio, la única escena posible después de una derrota.
A medida que comienzan los enfrentamientos de los que participa David el tono naive con el que había comenzado el relato se diluye. El film adopta, a partir de que comienzan los tiros, un cariz documental. Las peleas se dan a la luz del día y están filmadas con luz natural. La cámara parece llevada por uno de los milicianos por lo que el espectador está siempre involucrado emocionalmente del mismo lado. No hay una épica de la batalla sino cierta crudeza en los cuerpos que caen por los disparos. El dolor de los heridos se transmite de la misma manera que la angustia de los vencidos. La violencia no se celebra ni se banaliza en la película.
A modo de despedida la nieta de David lee un breve poema de William Morris: “Únete a la batalla, en la que ningún hombre fracasa, porque aunque desaparezca o muera, sus actos prevalecerán”. Se trata de un consuelo, una mirada esperanzadora luego de una derrota, quizás apenas un aliciente. Loach no se resigna, la épica socialista se traslada a un velorio, la única escena posible después de una derrota.