En Les confins du monde (2018), el director francés Guillaume Nicloux, presenta la historia de un soldado francés que busca vengar el brutal asesinato de su hermano y su cuñada entre la Segunda Guerra Mundial y la Guerra de Indochina.

Por Nicolás Bianchi

Tropas japonesas ocuparon distintos enclaves continentales de Asia durante la Segunda Guerra Mundial. Al producirse la derrota los regimientos del Imperio del Sol Naciente se retiraron, no sin antes provocar algunos desastres. En Vietnam masacraron a miles de franceses, los anteriores colonizadores, que habían mantenido como prisioneros durante años.

Les confins du monde comienza en una fosa común, atestada por decenas de cuerpos sanguinolentos, de la que emerge un solo sobreviviente que, malherido, logra escapar. Se trata de Robert Tesson (Gaspard Ulliel), un soldado francés que presenció el horror perpetrado por los japoneses. Según cuenta vio cómo mataron y torturaron a su hermano y su cuñada. Los vietnamitas, que son los que en definitiva vencen a los japoneses, no hicieron nada para evitarlo, se limitaron a observar, permitieron que suceda.

Tesson es encontrado en la jungla por una niña que lo rescata. Lo llevan a una choza donde lo curan y lo alimentan. Al mes está listo para emprender su venganza. Vuelve al pueblo y se enlista nuevamente en el ejército francés, a pesar de tener la oportunidad de regresar. Su obsesión tiene nombre: Bo Vinh es el general vietnamita que permitió el horror que tuvo que experimentar.

Guillaume Nicloux presenta un personaje traumatizado, vacío por dentro, cuya única compulsión es cazar al responsable de su dolor. Hasta que conoce a Mai (Lang Khe Tran), una jovencísima prostituta de la que se enamora, o mejor, con la que también se obsesiona. En la tensión entre las dos fuerzas que afectan a Tesson, amor y venganza, transcurre la película.

En el film se observa un particular reparo en lo fálico, quizás como metáfora del emprendimiento colonizador, de la guerra y la conquista. En el nuevo regimiento de Tesson uno de los soldados sufre de picaduras de sanguijuelas en su miembro, y teme que lo amputen, que lo decapiten. Nicloux también repara con detalle en Cavagna (Guillaume Gouix), compañero de Tesson, que se masturba por las noches. Como contrapunto de los soldados se encuentra el escritor Saintonge (Gerard Depardieu), a quien Tesson conoce casualmente y con quien luego se permite conversar sobre sus pareceres. Ante el horror que el soldado deseoso de venganza le expone, Saintonge contesta, seguro pero resignado que “la decapitación es una tradición francesa”.

Les confins du monde está en un universo similar a grandes clásicos del cine bélico como Apocalypsis Now (1979) o Platoon (1986). La jungla vietnamita es una azarosa fábrica de horrores, de la que se expelen cuerpos mutilados y cercenados, pero también en la que se puede encontrar cierto reparo, como el que le permitió a Tesson sobrevivir. Otro elemento es el devenir propio de una pesadilla, o por lo menos de una experiencia onírica, que adquiere el paso de los personajes por los pasillos que se abren entre el barro y la muy tupida forestación. Y, por último, el horror en el centro de todo y una mirada que puede ser culposa. Siempre la primera idea del colonizador parece ser que el otro es un salvaje, lo que explicaría sus conductas. Pero, de manera inquietante, parece crecer la noción que ese otro no es otra cosa que un ser civilizado a imagen y semejanza de sus conquistadores, de quienes lo quieren oprimir y en el proceso, de alguna manera, lo moldean. ¿No habrán sido los franceses quienes exportaron las decapitaciones y torturas, el horror, a las espesuras vietnamitas?

La película fue filmada íntegramente en Vietnam y exhibe los paisajes bucólicos del lugar. Fue presentada en distintos festivales de cine durante 2018 y 2019. No fue estrenada en ningún país hispano parlante, tal es así que no tiene un título oficial en castellano, aunque se puede traducir fácilmente como ‘Los confines del mundo’.