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Argentina Argentina · Ciudad Autónoma de Buenos Aires
Voto de El Golo Cine:
6
Drama Ezequiel está solo en casa mientras sus padres están de viaje. Carga con el peso de desear a otros chicos y mantenerlo en secreto. Hasta que conoce al "Mono", un atractivo skater, que supone para él más que el deseo y la experimentación que buscaba. (FILMAFFINITY)
10 de septiembre de 2020
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
En El Cazador (2020), película argentina de Marco Berger, se disponen una serie de controversiales relaciones entre adolescentes y adultos varones homosexuales, en los que el punto de vista y los roles, el que persigue y los que son perseguidos, están en movimiento.

Por Nicolás Bianchi

Mientras Ezequiel (Juan Pablo Cestaro), un adolescente en edad escolar, fuma en una plaza a la salida del colegio se le acerca otro muchacho, más joven aún, y le pide un cigarrillo. ‘¿Cuántos años tenés?’, pregunta Ezequiel. ‘Catorce’, responde Juan Ignacio (Patricio Rodríguez), que ante la desconfianza de su interlocutor repone: ‘Ahora cumplo catorce’. ‘Tomá, te voy a dar pero sos muy pendejo para fumar vos’, cierra Ezequiel.

Las situaciones que expone El Cazador están en buena medida atravesada por la edad de sus personajes, y la controversia que eso puede (¿busca?) generar. Ezequiel, de 15 años, se queda solo en su casa de clase media acomodada porque sus padres están de viaje por Europa e invita a un amigo a pasar la tarde, a jugar a la play y estar un rato en la pileta. Cuando sea el momento de las insinuaciones, Ezequiel verá que le cierran la puerta en la cara y se verá forzado a contener la energía sexual que parece desbordarlo.

Más tarde el protagonista encontrará cierto sosiego cuando en aquella misma plaza conozca al Mono (Lautaro Rodríguez), un joven algo mayor que él con el que inicia una relación que lo lleva a pasar un fin de semana en una casa en el Conurbano, supuestamente del Chino (Juan Barberini), que es un primo lejano de su reciente amante. Pero allí hay un peligro latente. Berger no tuerce del todo el tono de drama pero algunas escenas podrían corresponderse con las de una película de terror, en la que se espera que algo salga de las sombras.

Otro factor que tiene un peso considerable en la narración es el título de la película, porque mientras se desarrolla un drama adolescente sobre el despertar y el apetito sexual, la palabra ‘cazador’ pende sobre las acciones que se muestran, obligando al espectador a pensar quién ocupa ese rol y quién es la presa, el objetivo. Ezequiel alternará en esos papeles, de ida y de vuelta, luego de que ese peligro latente se revele.

Berger filma a los personajes con cierta distancia, los contempla. Hay tiempo para los silencios y los espacios vacíos. Por momentos Ezequiel y el Chino son admirados como efebos lampiños de cuerpos atléticos. Con sus tatuajes el cuerpo del Chino da cuenta del paso del tiempo, ya que es mayor que Ezequiel. Por esas imágenes, y por la edad de los personajes de Ezequiel y Juan Ignacio, se cuela también la polémica, presente en la película de la misma manera que la amenaza para el protagonista. Nunca del todo velada pero inevitablemente en cuestión.
El Golo Cine
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