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Voto de JACHi:
8
5,9
14.261
Thriller. Intriga
Sy (Robin Williams) trabaja como dependiente en una tienda de revelado rápido de fotos en unos grandes almacenes. Es un hombre solitario, tranquilo y sensible, con un único defecto: necesita una familia a la que querer y cuidar. Ahora por fin la ha encontrado... y está dispuesto a hacer lo qué sea para mantenerla como a él le gusta. (FILMAFFINITY)
25 de diciembre de 2012
5 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Bien, mi opinión sincera es que a los americanos en general no se les da bien el intimismo. Siempre he pensado que ese era terreno de los europeos. O sea, dejar a los primeros las persecuciones trepidantes y el espectáculo, ya que indiscutiblemente no tienen parangón; y a los segundos, las sensaciones, los sutiles gestos que expresan el equivalente a un extenso diálogo, las miradas, la introspección...
Y llegó a mi vida ONE HOUR PHOTO, una increíblemente buena película del desconocido Mark Romanek, especializado según parece en videoclips, nada prolífico a pesar del talento que demostró en 2002 con esta peculiar e infravalorada filmación (¡¿5'8?!).
Si para conseguir enganchar a un espectador al uso como yo, le pedimos al productor cuatro decorados (maravillosamente minimalistas, por cierto), una banda sonora poco estruendosa pero suficiente, un elenco de secundarios aceptable, y una única estrella que lleve el peso de casi toda la narración... Quizá es que James Cameron, Peter Jackson y Ridley Scott tendrían que aprender de los humildes, y no tener que invertir 200 millones de dólares en su siguiente timo, ¿no estáis de acuerdo?
Claro, pero he aquí que volvemos a olvidar que para hacer una película en condiciones, nuestra atención debe recaer casi exclusivamente en los dos pilares básicos que cualquier producción cinematográfica que se precie ha de cuidar al máximo. No es la fotografía: los planos bonitos, los encuadres impactantes, la cromática de la escena... son adornos; tampoco es la música: maravillosa, inolvidable muchas veces... pero no crucial; no son los efectos digitales: a todos nos gustan (sobre todo a los peques) ver navecitas pasar y echar rayos y esas cosas... pero no determinan el auténtico valor de una película; ni siquiera es la edición: Orson Welles dijo que el cine es montaje, pero basta con tener nociones elementales de continuidad y animación para saber cómo se monta un film, tampoco hace falta ahora hacer aquí un SNATCH o un ASESINOS NATOS.
Y llegó a mi vida ONE HOUR PHOTO, una increíblemente buena película del desconocido Mark Romanek, especializado según parece en videoclips, nada prolífico a pesar del talento que demostró en 2002 con esta peculiar e infravalorada filmación (¡¿5'8?!).
Si para conseguir enganchar a un espectador al uso como yo, le pedimos al productor cuatro decorados (maravillosamente minimalistas, por cierto), una banda sonora poco estruendosa pero suficiente, un elenco de secundarios aceptable, y una única estrella que lleve el peso de casi toda la narración... Quizá es que James Cameron, Peter Jackson y Ridley Scott tendrían que aprender de los humildes, y no tener que invertir 200 millones de dólares en su siguiente timo, ¿no estáis de acuerdo?
Claro, pero he aquí que volvemos a olvidar que para hacer una película en condiciones, nuestra atención debe recaer casi exclusivamente en los dos pilares básicos que cualquier producción cinematográfica que se precie ha de cuidar al máximo. No es la fotografía: los planos bonitos, los encuadres impactantes, la cromática de la escena... son adornos; tampoco es la música: maravillosa, inolvidable muchas veces... pero no crucial; no son los efectos digitales: a todos nos gustan (sobre todo a los peques) ver navecitas pasar y echar rayos y esas cosas... pero no determinan el auténtico valor de una película; ni siquiera es la edición: Orson Welles dijo que el cine es montaje, pero basta con tener nociones elementales de continuidad y animación para saber cómo se monta un film, tampoco hace falta ahora hacer aquí un SNATCH o un ASESINOS NATOS.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Señores, es el GUIóN y los ACTORES lo único que cuenta. Una buena historia que contar, algo que interese, que contenga personajes verosímiles, creíbles, y situaciones que podamos haber experimentado nosotros mismos, ya en la realidad, ya en nuestra fantasía. Y cuyo contenido esté bien hilvanado, y bien documentado, que se note que el que ha inventado la ficción que vemos, al menos se ha informado del mundo y de las personas que pretende reflejar; y joder, unos intérpretes carismáticos, buenos, con dicción, con buena voz, con capacidad de expresión...
Qué queréis que os diga, a mí me parece que no es tan diíficil, pero esta obviedad se practica insultantemente poco en nuestros días. Y en nuestra patria, ya ni digo.
Gracias a Dios, en RETRATOS DE UNA OBSESIóN llamaron a Robin Williams que, ojo, considero hace su mejor papel (de entre docenas destacables y un par sencillamente increíbles) y que logra contener toda esa excentricidad que lleva el actor en su interior, para sólo transmitir aquello que quiere en cada momento, y consiguiendo que conozcamos perfectamente la manera de pensar y de sentir del personaje al que da vida. Y como ninguno de entre el resto del reparto la caga, sino al contrario, ejercen magníficamente bien su función de secundarios, pues este film no tiene tacha alguna en absolutamente ningún aspecto.
Y lo mejor es que no pretende ser la Hostia, no quiere cambiar nuestras vidas y que reneguemos de cualquier otra película que hayamos visto antes que esta, no. El director no se llama Iñárritu, ni Del Toro, ni Von Trier, ni Coixet. Se diría que es anónimo, y sin hacer mucho ruido nos regaló un verdadero estudio de la soledad y del alma humana a través del objetivo de una simple cámara de fotos doméstica, de aquellas que cada veinticuatro flashes las llevábamos a revelar, lo que es una buena metáfora sobre la vieja y la nueva escuela, y la vieja y la nueva forma de hacer las cosas.
Una producción, en efecto, impecable, sin fallas, sin aristas, atrevida pero elegante. A la que solamente puedo criticar (y no es culpa de los creadores) el desafortunado título español, que echó para atrás a más de uno (yo incluido) y no le dio la oportunidad que esta rara exquisitez se merecía. Que alguien me explique qué tiene que ver ONE HOUR PHOTO con la imbecilidad de RETRATOS DE UNA OBSESIóN... Los traductores de los títulos, como siempre, tratando a los españoles de subnormales.
Para mí resulta inaudito cómo los americanos cogen un tema, casi al azar (en este caso, las fotografías familiares), lo exprimen hasta el límite, y lo utilizan de hilo conductor de una estupenda historia. Qué artesanía, de verdad. Qué impensable hacer cosas de estas por aquí...
Qué queréis que os diga, a mí me parece que no es tan diíficil, pero esta obviedad se practica insultantemente poco en nuestros días. Y en nuestra patria, ya ni digo.
Gracias a Dios, en RETRATOS DE UNA OBSESIóN llamaron a Robin Williams que, ojo, considero hace su mejor papel (de entre docenas destacables y un par sencillamente increíbles) y que logra contener toda esa excentricidad que lleva el actor en su interior, para sólo transmitir aquello que quiere en cada momento, y consiguiendo que conozcamos perfectamente la manera de pensar y de sentir del personaje al que da vida. Y como ninguno de entre el resto del reparto la caga, sino al contrario, ejercen magníficamente bien su función de secundarios, pues este film no tiene tacha alguna en absolutamente ningún aspecto.
Y lo mejor es que no pretende ser la Hostia, no quiere cambiar nuestras vidas y que reneguemos de cualquier otra película que hayamos visto antes que esta, no. El director no se llama Iñárritu, ni Del Toro, ni Von Trier, ni Coixet. Se diría que es anónimo, y sin hacer mucho ruido nos regaló un verdadero estudio de la soledad y del alma humana a través del objetivo de una simple cámara de fotos doméstica, de aquellas que cada veinticuatro flashes las llevábamos a revelar, lo que es una buena metáfora sobre la vieja y la nueva escuela, y la vieja y la nueva forma de hacer las cosas.
Una producción, en efecto, impecable, sin fallas, sin aristas, atrevida pero elegante. A la que solamente puedo criticar (y no es culpa de los creadores) el desafortunado título español, que echó para atrás a más de uno (yo incluido) y no le dio la oportunidad que esta rara exquisitez se merecía. Que alguien me explique qué tiene que ver ONE HOUR PHOTO con la imbecilidad de RETRATOS DE UNA OBSESIóN... Los traductores de los títulos, como siempre, tratando a los españoles de subnormales.
Para mí resulta inaudito cómo los americanos cogen un tema, casi al azar (en este caso, las fotografías familiares), lo exprimen hasta el límite, y lo utilizan de hilo conductor de una estupenda historia. Qué artesanía, de verdad. Qué impensable hacer cosas de estas por aquí...