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Voto de S Burgos:
8
6,7
368
Animación
Una historia sobre el fuego en el corazón del sufrimiento. Una mirada crítica sobre los acontecimientos de la pasada década en el mundo. (FILMAFFINITY)
2 de agosto de 2016
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
A la hora de visionar y querer disfrutar una pieza tan sugerente y polémica como puede ser ‘I, Pet Goat II’, tenemos dos opciones, las que solemos tener en el cine, por ejemplo, de David Lynch. Podemos dejarnos llevar por las imágenes y el uso de la música, por la indudable belleza que origina esta unión, dando rienda suelta a nuestro lado más puramente sensible; o podemos prestar muchísima atención a todo tipo de detalles, visionando si es necesario varias veces la obra, para comprender en su totalidad (o al menos, en la mayor cantidad posible) la multitud de mensajes que se nos plantea. Sabiendo que el cortometraje tiene una fuerza tremenda por sí mismo, sin necesidad de profundizar en él en gran cantidad para poder disfrutar de una experiencia muy interesante, ‘I, Pet Goat II’ gana muchísimo cuando uno se fija en todos los detalles y comprende el durísimo mensaje que se aborda.
En lo personal, la primera vez que vi este corto no me apasionó, principalmente porque no profundicé -o no quise- profundizar en él y su mensaje. Aun así, quedé totalmente asombrado ante escenas tan poderosas como la caída de las Torres Gemelas o el viaje del Anticristo en la barca de Anubis. Sin embargo, cuando te empiezas a dar cuenta de todos los detalles que tiene en su interior esta pequeña joya (el símbolo de la CIA en el pecho de Bin Laden, el símbolo Illuminati…), todo va cobrando un sentido cada vez mayor y no puedes sentir otra cosa que no sea sorpresa o admiración. Es cierto que las escenas que se suceden parecen inconexas, pero cada una guarda un sentido metafórico propio que se convierte en la comprensión del cortometraje en su práctica totalidad cuando comparas con detenimiento las imágenes entre ellas.
En definitiva, es un magnífico cortometraje apocalíptico tremendamente polémico que debe ser comprendido y minuciosamente visionado para ser verdaderamente disfrutado.
He intentado hacer un análisis breve y sencillo pero -eso creo- acertado en el spoiler. De todas formas, es muchísimo más interesante y entretenido intentar, como en una película de Lynch, encontrar el sentido de cada detalle, de cada imagen, para hacerte una idea propia, y contrastar con las opiniones de otras personas, en vez de ir a lo fácil y buscar una inmediata explicación a lo que se acaba de ver. Ejercitar el cerebro y construir opiniones propias son los mejores caminos para evitar que lo que se plantea en este cortometraje llegue a ser cierto.
En lo personal, la primera vez que vi este corto no me apasionó, principalmente porque no profundicé -o no quise- profundizar en él y su mensaje. Aun así, quedé totalmente asombrado ante escenas tan poderosas como la caída de las Torres Gemelas o el viaje del Anticristo en la barca de Anubis. Sin embargo, cuando te empiezas a dar cuenta de todos los detalles que tiene en su interior esta pequeña joya (el símbolo de la CIA en el pecho de Bin Laden, el símbolo Illuminati…), todo va cobrando un sentido cada vez mayor y no puedes sentir otra cosa que no sea sorpresa o admiración. Es cierto que las escenas que se suceden parecen inconexas, pero cada una guarda un sentido metafórico propio que se convierte en la comprensión del cortometraje en su práctica totalidad cuando comparas con detenimiento las imágenes entre ellas.
En definitiva, es un magnífico cortometraje apocalíptico tremendamente polémico que debe ser comprendido y minuciosamente visionado para ser verdaderamente disfrutado.
He intentado hacer un análisis breve y sencillo pero -eso creo- acertado en el spoiler. De todas formas, es muchísimo más interesante y entretenido intentar, como en una película de Lynch, encontrar el sentido de cada detalle, de cada imagen, para hacerte una idea propia, y contrastar con las opiniones de otras personas, en vez de ir a lo fácil y buscar una inmediata explicación a lo que se acaba de ver. Ejercitar el cerebro y construir opiniones propias son los mejores caminos para evitar que lo que se plantea en este cortometraje llegue a ser cierto.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
El análisis de un cortometraje tan complejo como éste llevaría párrafos y párrafos, a causa de la gran simbología y cantidad de interpretaciones que tiene. Voy a intentar explicarlo de manera bastante básica, desde mi punto de vista:
En mi opinión, la principal crítica de ‘I, Pet Goat II’ va dirigida hacia un mundo en el que el poder económico manipula al poder político, lo que se puede ver en la magistral primera escena: una mano (de reptil) que tiene el símbolo del dólar manipula a Bush, quien se encuentra en una escuela (el lugar donde estaba cuando se produjeron los ataques del 11-S) y que más tarde se transforma en Obama, dando a entender que, a pesar de las supuestas diferencias ideológicas entre los dos presidentes (aunque de todos es sabido que en Estados Unidos los dos principales partidos, Republicano y Demócrata, son realmente las dos caras de una misma moneda), ambos están subordinados, al fin y al cabo, al poder económico. Un mundo en el que el poder económico también manipula en el ámbito social a través de los medios de comunicación (la televisión, que tiene un cuerpo de serpiente, reptil, como la mano que manipulaba a Bush, y una cara con el símbolo Illuminati del dólar en su mentón), alienando a las personas y dejándolas sin opinión propia (el personaje con la cabeza rota, sin cerebro). Un mundo en el que el poder económico, en definitiva, se siente a gusto dentro de un sistema capitalista que le permite subsistir, ya que es el único que le permite gobernar, quitándose de en medio cualquier intento de oposición a éste: el bombardeo a las mezquitas, la bomba nuclear, el niño indígena que recibe un arma de regalo, la caída de la Unión Soviética (representada por un hombre con una hoz y un martillo ahogándose en un charco de agua contaminada) o la conversión de China hacia este sistema (nos lo muestra una chica agresiva, quizá representando el espíritu inicialmente anticapitalista de la China de Mao, que se pone delante de unos tanques -el lado imperialista del capitalismo- pero que acaba cediendo ante las maravillas que le muestra el esqueleto con sombrero que representa a Estados Unidos).
Pero quizá la crítica más importante es la que se le hace a las religiones en general -más bien, al cómo se utilizan-, presentando el lado más apocalíptico de cada una de ellas: Bin Laden y la Luna Roja ensangrentada representando al Islam; Anubis, dios de la muerte egipcio; Shiva, dios de la destrucción hindú; y, el más importante, el Anticristo, de la religión cristiana. Todos estos personajes van apareciendo mientras vemos cómo los grandes edificios religiosos (mezquitas, catedrales, pirámides…) se destruyen. Al fin y al cabo, es el poder económico quien hace uso de las religiones, sobre todo de la cristiana (véase el símbolo Illuminati en la frente del Anticristo), para lograr sus propósitos. Como ya dijera Marx en su momento, “la religión es el opio del pueblo”, uno de los principales instrumentos para manipularlo. Como vemos al final, las flores de loto, representando a las personas, crecen detrás de la figura del Anticristo, siguiéndolo.
Hay muchísimos más detalles que no he mencionado, y puede que la interpretación del cortometraje difiera dependiendo de puntos de vista, pero ésta es la que yo le doy a una pieza de tan impecable factura como es ésta.
En mi opinión, la principal crítica de ‘I, Pet Goat II’ va dirigida hacia un mundo en el que el poder económico manipula al poder político, lo que se puede ver en la magistral primera escena: una mano (de reptil) que tiene el símbolo del dólar manipula a Bush, quien se encuentra en una escuela (el lugar donde estaba cuando se produjeron los ataques del 11-S) y que más tarde se transforma en Obama, dando a entender que, a pesar de las supuestas diferencias ideológicas entre los dos presidentes (aunque de todos es sabido que en Estados Unidos los dos principales partidos, Republicano y Demócrata, son realmente las dos caras de una misma moneda), ambos están subordinados, al fin y al cabo, al poder económico. Un mundo en el que el poder económico también manipula en el ámbito social a través de los medios de comunicación (la televisión, que tiene un cuerpo de serpiente, reptil, como la mano que manipulaba a Bush, y una cara con el símbolo Illuminati del dólar en su mentón), alienando a las personas y dejándolas sin opinión propia (el personaje con la cabeza rota, sin cerebro). Un mundo en el que el poder económico, en definitiva, se siente a gusto dentro de un sistema capitalista que le permite subsistir, ya que es el único que le permite gobernar, quitándose de en medio cualquier intento de oposición a éste: el bombardeo a las mezquitas, la bomba nuclear, el niño indígena que recibe un arma de regalo, la caída de la Unión Soviética (representada por un hombre con una hoz y un martillo ahogándose en un charco de agua contaminada) o la conversión de China hacia este sistema (nos lo muestra una chica agresiva, quizá representando el espíritu inicialmente anticapitalista de la China de Mao, que se pone delante de unos tanques -el lado imperialista del capitalismo- pero que acaba cediendo ante las maravillas que le muestra el esqueleto con sombrero que representa a Estados Unidos).
Pero quizá la crítica más importante es la que se le hace a las religiones en general -más bien, al cómo se utilizan-, presentando el lado más apocalíptico de cada una de ellas: Bin Laden y la Luna Roja ensangrentada representando al Islam; Anubis, dios de la muerte egipcio; Shiva, dios de la destrucción hindú; y, el más importante, el Anticristo, de la religión cristiana. Todos estos personajes van apareciendo mientras vemos cómo los grandes edificios religiosos (mezquitas, catedrales, pirámides…) se destruyen. Al fin y al cabo, es el poder económico quien hace uso de las religiones, sobre todo de la cristiana (véase el símbolo Illuminati en la frente del Anticristo), para lograr sus propósitos. Como ya dijera Marx en su momento, “la religión es el opio del pueblo”, uno de los principales instrumentos para manipularlo. Como vemos al final, las flores de loto, representando a las personas, crecen detrás de la figura del Anticristo, siguiéndolo.
Hay muchísimos más detalles que no he mencionado, y puede que la interpretación del cortometraje difiera dependiendo de puntos de vista, pero ésta es la que yo le doy a una pieza de tan impecable factura como es ésta.