Confieso que me siento más que sorprendido por el entusiasmo de público y sobre todo de crítica (la mayor parte de ella, por cierto, condicionada por la censura y los compromisos publicitarios de los medios donde trabajan) con que se recibe cada nueva serie, sobre todo si es yanqui. Debo confesar que la mayoría de esas series no ha pasado por mi pantalla, salvo algún epidodio ocasional, y debo decir que eso poco que he visto no merece ni la mitad de los aplausos que recibe. De "Perdidos" sí puedo hablar pues he visto varias temporadas, además desde el primer capítulo, tirando en el sofá los fines de semana (creo que al principio la ponían en Telecinco la tarde de los domingos, si no recuerdo mal) y aguantando capítulo tras capítulo sin quejarme sólo para no contrariar a mis familiares, que sí gustaban de ella. Esta serie, por lo que veo, tiene un 7'9 de puntuación. Increíble. El público la equipara así a algunas grandes obras del cinema mundial, cuando no es más que una colección de enredos (a veces simples cotilleos de chiscón de portería) de los que los guionistas no tenían ni idea de cómo salir y que no son más que una copia vista una y mil veces en otras tantas series mucho más añejas y olvidadas. Eso sí, la producción es mucho más llamativa, se nota que hay más pasta; pues ese es su único secreto (al igual que el de la inmensa mayoría de las series por las que el público de hoy babea). Mucho dinero, es decir buena producción y mucha más promoción (para condicionar la opinión de la crítica y del público irreflexivo, que es una buena parte de él), y pocas ideas nuevas, tanto de guión como visuales. Las mejores son tributarias (es decir, copias) del cine, tanto antiguo como moderno, que, digan lo que digan, y a pesar de que evidentemente no es el mismo de antaño, sigue albergando lo mejor en cuanto a creatividad se refiere en el área de la imagen en movimiento.
En resumen que Perdidos era un rollete.