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Voto de Mauri:
907
Musical
Un prometedor guardameta del Real Madrid ve su oportunidad cuando su compañero sufre una lesión y es convocado para sustituirle. Pero la desgracia se cebará con él cuando un inoportuno accidente de coche le daña la columna y se ve obligado a renunciar al que tenía que ser el partido de su vida. Cansado de tanta mala suerte, se retira a un hotel de la costa, donde el azar le subirá a los escenarios. (FILMAFFINITY)
27 de agosto de 2022
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
La vida sigue igual es una perla trashy del cine español.Un Film de culto en toda regla.
Dirigida por el todo terreno Eugenio Martín, responsable de film tan notables como Pánico en el Transiberiano (1972) o Una vela para el diablo (1973), estamos ante un film de culto, que pretende narrar los inicios de la carrera de Julio Iglesias. Lo particular es que no es un biopic al uso, ya que Julio Iglesias se interpreta a sí mismo (con un nivel de interpretación difícil de cualificar, para ser benévolos), y el film está concebido como un pseudomusical donde las canciones están perfectamente en sintonía con la trama de la película.
Sobre el resultado final del film, es difícil escribir sobre un film que es placer culpable y vergüenza ajena a la vez. Basura y maravilla. Esa es la base perfecta para un Film de Culto. Y es que no cualquier película puede ser un film de culto. Hay que destacar, hay que creérselo, hay que tener cero pudor. Y la vida sigue igual se lo cree, y mucho.
Espectaculares los movimientos de cámara y encuadres de Eugenio Martín, así como brillantes las interpretaciones de Charo López o Jean Harrington. Lamentable el doblaje y ciertos recursos tramposos (el niño con muletas), o ciertos personajes que no aportan nada (el cantante Micky por ejemplo). Muy agradecida la presencia de Andrés Pajares, aunque en algún momento de vergüenza ajena.
Al final, un film muy disfrutable como placer culpable, donde dar rienda suelta a la mitomanía y a la vez, donde alucinar con la puesta en escena y progresión dramática, que (como todo film de culto) carece de pudor alguno.
Dirigida por el todo terreno Eugenio Martín, responsable de film tan notables como Pánico en el Transiberiano (1972) o Una vela para el diablo (1973), estamos ante un film de culto, que pretende narrar los inicios de la carrera de Julio Iglesias. Lo particular es que no es un biopic al uso, ya que Julio Iglesias se interpreta a sí mismo (con un nivel de interpretación difícil de cualificar, para ser benévolos), y el film está concebido como un pseudomusical donde las canciones están perfectamente en sintonía con la trama de la película.
Sobre el resultado final del film, es difícil escribir sobre un film que es placer culpable y vergüenza ajena a la vez. Basura y maravilla. Esa es la base perfecta para un Film de Culto. Y es que no cualquier película puede ser un film de culto. Hay que destacar, hay que creérselo, hay que tener cero pudor. Y la vida sigue igual se lo cree, y mucho.
Espectaculares los movimientos de cámara y encuadres de Eugenio Martín, así como brillantes las interpretaciones de Charo López o Jean Harrington. Lamentable el doblaje y ciertos recursos tramposos (el niño con muletas), o ciertos personajes que no aportan nada (el cantante Micky por ejemplo). Muy agradecida la presencia de Andrés Pajares, aunque en algún momento de vergüenza ajena.
Al final, un film muy disfrutable como placer culpable, donde dar rienda suelta a la mitomanía y a la vez, donde alucinar con la puesta en escena y progresión dramática, que (como todo film de culto) carece de pudor alguno.
