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Voto de Mauri:
5
20 de octubre de 2020
27 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
Baby es una arriesgada apuesta tan cautivadora como pretenciosa.
Su director Juanma Bajo Ulloa siempre fue un verso libre en la industria cinematográfica española y esta vez nos regala un cuento tenebroso envuelto en una presentación visual hermosísima con una arriesgada apuesta formal en su puesta en escena, la ausencia de diálogos.
Baby es visualmente espectacular. Su diseño de producción, fotografía, iluminación, escenografía, música se conjugan para generar unas imágenes de extremada belleza, que son auténtica poesía para los sentidos.
Parte de una trama incómoda: la venta de un bebé por su madre drogadicta y posterior arrepentimiento, e intento de recuperarlo. El problema viene que el film pretende un desarrollo dramático que se fracasa a mitad de metraje cuando los personajes se estancan en un juego de escondite. La apuesta formal de eliminar los diálogos acaba resultando forzada e inverosímil y el espectador acaba perdido en un metraje excesivo. Es complicado pretender narrar y hacer poesía a la vez.
A pesar de ello, hay que reconocer su valentía al desafiar las normas del cine mainstream, el esfuerzo de sus actrices para defender sus personajes y agradecer la maravilla de sus imágenes, más allá del resultado dramático.
Su director Juanma Bajo Ulloa siempre fue un verso libre en la industria cinematográfica española y esta vez nos regala un cuento tenebroso envuelto en una presentación visual hermosísima con una arriesgada apuesta formal en su puesta en escena, la ausencia de diálogos.
Baby es visualmente espectacular. Su diseño de producción, fotografía, iluminación, escenografía, música se conjugan para generar unas imágenes de extremada belleza, que son auténtica poesía para los sentidos.
Parte de una trama incómoda: la venta de un bebé por su madre drogadicta y posterior arrepentimiento, e intento de recuperarlo. El problema viene que el film pretende un desarrollo dramático que se fracasa a mitad de metraje cuando los personajes se estancan en un juego de escondite. La apuesta formal de eliminar los diálogos acaba resultando forzada e inverosímil y el espectador acaba perdido en un metraje excesivo. Es complicado pretender narrar y hacer poesía a la vez.
A pesar de ello, hay que reconocer su valentía al desafiar las normas del cine mainstream, el esfuerzo de sus actrices para defender sus personajes y agradecer la maravilla de sus imágenes, más allá del resultado dramático.