Los placeres ocultos es un film tosco en su apariencia exterior, y valiente en el subtexto.

Recién muerto el dictador, estamos ante una de las primeras películas comerciales españolas en mostrar abiertamente los aspectos sórdidos de la homosexualidad reprimida de la época. De realización tosca y con un desarrollo dramático a trompicones, contiene un trazo de personajes muy verosímiles, con espectaculares interpretaciones de Charo López y Simón Andreu.

Las relaciones sexuales como reflejo de relaciones de poder, el film presenta apuntes sobre la sociedad española postfranquista de valor sociológico impagable. Desacomplejada y visceral, es honesta y valiente al mostrar las diferencias de clases y el conflicto interior de su protagonista sin maniqueismos o morbos innecesarios.

No es un film redondo pero tiene momentos brillantes (la dinámica de familia que establece el protagonista con su objeto de deseo y la novia de éste, o la conversación con la madre del protagonista antes de que fallezca) por intensos, sinceros, aunque toscos. Hay mucha verdad en esta historia y se nota.