Haz click aquí para copiar la URL
España España · sevilla
Voto de K Rossman:
8
Drama Después de una cena en la mansión de los Nóbile, los invitados descubren que, por razones inexplicables, no pueden salir del lugar. Al prolongarse la situación durante varios días, la cortesía en el trato deja paso al más primitivo y brutal instinto de supervivencia. Una parábola sobre la descomposición de una clase social encerrada en sí misma. (FILMAFFINITY)
9 de agosto de 2011
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Buñuel tiene los pies en la tierra, no se deja embaucar por el atractivo del existencialismo pesimista que no encuentra el sentido al ser humano en sí ni el ser humano encuentra sentido a su existencia, Buñuel es mucho más tajante: la existencia esta ahí, estamos condenados y desencantados por ser unos lobos, pero es lo que somos, y el contrato social entre nosotros es imposible. Buñuel en esta ocasión demuestra la depravación humana a través del surrealismo, pero un surrealismo peculiar que deriva en una situación kafkiana. Decimos peculiar porque en ellas el individuo está involucrado en una situación que escapan a su control de tal forma que éste se ve entrelazado en un enigmático camino que puede acaecer en cualquier momento. A esta situación involuntaria del individuo, se añade otro elemento propio de Lo Kafkiano: tales situaciones siempre suelen ser verosímiles, es decir, no suelen caer en lo fantástico, sino que suelen estar trazadas en un entorno muy real ante el espectador.

Lo demás ya es historia: Don Buñuel comienza su juego de rol particular, animalizando a la élite. Comienzan a perder la compostura, y la diversión para director sólo acaba de comenzar.

Para ser más precisos, no es que Buñuel deteste la naturaleza humana, lo que al director le provoca arcadas es la naturaleza del señor burgués, exaltado por su condición de adinerado y adornado con un lenguaje cursi y pedante. Se aprecia entre líneas de una forma sutil pero no lo disimula: Buñuel odia a la burguesía. O para no ser tan rotundos, se ríe de ella y la satiriza hasta lo ridículo.

Sí, Buñuel odia las banalidades burguesas. Y no tiene ni la mínima intención de disimulo.


El espectador no sólo asiste a la proyección de la decadencia del hombre del siglo XX, sino también a la crónica de una (no)libertad anunciada. Es imposible no recurrir a la inevitable comparación con la sociedad orwelliana.

La angustia humana lleva a querer tomar una decisión: aniquilar al anfitrión que le ha llevado ante tan aberrante situación. Lo natural sería que se percibiese una animalización, sin embargo, en realidad lo que se pretende es empatizar al burgués con la clase proletaria: en una situación extrema, la idea de acabar con el opresor puede llegar a ser una cuestión de lógica.

Al final los protagonistas acaban ensalzados en una pelea, resumiendo así la eterna dinámica de la historia y su inevitable la lucha de clases. En la película se pueden extraer varios elementos marxistas.
El hecho de que la escena final sea en una iglesia dice mucho de la narrativa y la ideología de Buñuel: la religión y lo burdo de la superstición simplifica la complejidad humana. Que el broche final de Don Luis sea en una Iglesia supone una cosa: el director se ríe de la incongruencia de la religión, también. La sutileza y el genio van de la mano.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
K Rossman
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow