No es imposible tener un tierno amor exótico con una prostituta sin casi ni darse cuenta.

Tampoco lo es darse de bruces con un narco y pasar un buen rato juntos aún a sabiendas de que probablemente sea una mala persona.

Más fácil todavía es conectar con una familia desconocida que te invita a comer y hasta te monta fiestas de bienvenida tras un reencuentro.

Sobre lo del secuestro y posterior salvación, no puedo decir ni que sí ni que no... pero como metáfora descabellada no funciona mal del todo.

Los viejos amores ocupando espacio en un rinconcito de nuestra mente no son nada desconocido para muchos. Y, efectivamente, reencontrarse suele ayudar a pasar página.

Y que lo bueno esté a nuestro lado y con la tontería no hayamos sabido verlo también pasa muy muy a menudo.
Así que abrir los ojos a estas posibilidades con una película ("mema", si tú quieres) como ésta, no le va a hacer daño a nadie.

El problema que le veo, no a la peli sino a la gente, es que muchos prefieren ir con los ojos cerrados, pegándose hostias con la vida, en vez de abrirlos y sonreír por todo lo hermoso que (todavía) nos queda... que no es poco.

Pero oye, ni caso ¿eh? Sigue cabreado... Tú a lo tuyo que la vida es muy seria.