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España España · Cáceres
Voto de Alter_ego:
5
Ciencia ficción. Comedia Parodia de los filmes de ciencia ficción de los años 50. Unos platillos volantes procedentes de Marte sobrevuelan todas las capitales del mundo. La población, aterrada, espera conocer sus intenciones. Al presidente de los Estados Unidos, su asesor científico le asegura que serán absolutamente pacíficas. Sin embargo, sus asesores militares le aconsejan que aniquile a los marcianos antes de que sea demasiado tarde. (FILMAFFINITY)
27 de agosto de 2013
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sábado después de comer. Anoche saliste a quemar la ciudad pero regresaste a casa cabizbajo y sin un zapato. No has podido terminar el plato de lentejas que tu madre ha preparado con tantísimo cariño y demasiada sal. Te hundes en el sofá, boqueas como un pez fuera del agua buscando una postura en la que no marearte. Algo se te clava en el costado y tú, varón de 25 con pelo en el pecho y que dice una palabrota al final de cada frase, profieres un femenino: ay. Es el mando a distancia. La herida es profunda: lo tienes dentro. Ahora, con cada latido de tu corazón, cambias de cadena.

¿Quién con diez años no ha mirado de reojo a su padre con un leve y nuevo y premonitorio sentimiento de culpa cuando en pantalla salía la sinuosa marciana de cónicos senos ondeando fantasmagórica como una culebra lenta a ritmo de theremin? Ah, si sólo guardáramos ese recuerdo vago la nota sería más alta. Pero TVE ha hecho mucho daño y la cabeza de Pierce Brosnan diciendo cosas sin cuerpo pierde la gracia la vigésimo tercera vez.

Salí de mi casa con Un pingüino en mi ascensor en el walkman, meneando las caderas y saludando a las vecinas levantando ambos brazos como en un musical de Bollywood. Estaba tan contento porque iba a una sesión de ciclo latino (que también existe) en la famosa casina, centro cultural cacereño. Cuando iba a la altura del indio una luz extraña cayó sobre mí. Noté cómo se me enrojecían las orejas. Entonces comencé subir. En mi bonito ascenso pude ver que en el papel ese que tiene el indio que nadie sabe lo que es porque está muy alto pone "Pa´ mi compadrito chingón Ibarra. De su amigote latino, Robespierre". Y al poco, entré en la nave.

Una vez hube adaptado mis ojos a la oscuridad, comprobé que me hallaba en un pasillo estrecho, con el techo de uralita. Unas flechas parpadeantes de neón en el suelo me indicaban un camino a seguir. Llegué a un espacio amplio pero aún más oscuro que el pasillo; avancé unos pasos y una puerta se cerró a mi espalda. De repente, de las tinieblas, una voz.
- Dame pan tumaca.
-Yo... yo no soy de aquí.
Como fumo cerillas, llevaba un cartón en el bolsillo de bacterias y flores. Prendí el fuego y se iluminó una sala adornada al estilo medieval, con paredes de piedra, un potro de tortura, mazas con pinchos y grilletes por aquí y por allá. En un extremo había una mujer encadenada, pero que conservaba el peinado. Era Susana Griso.
-¡Pero si eres humano!... Aunque un poco bajito...
Hubo un silencio incómodo.
-¿Qué haces aquí? -le pregunté.
- ¡De vacaciones, no te giba! ¿Pues no ves que estoy prisionera, que me han abducido los marcianos?
-Bueno, Susana, tampoco te pongas así.
-Alienígena Eugenio me ha fecundado porque quiere que su prole empiece a poblar la Tierra. Pero el muy bicho no quiere casarse. Ni de penalty.
-Uf, se ha pasado tres pueblos, ¿no?
-Sí.
Entonces me di la vuelta y salí por la puerta que se había cerrado, porque estar más de diez minutos en una habitación a solas con una mujer y hablar todo el rato sin besarla me parece de gays. Escuché unos pasos que se aproximaban por el pasillo. Empuñando una antorcha, el batería dobló la esquina (suenan aplausos enlatados y silbidos entusiastas).
-Tirití... ya estoy aquí (risas enlatadas).
-Ostras, el batería. ¿A ti también te han abducido?
-No, juaujajua (risa maléfica), yo trabajo para ellos (serio) (risotadas enltadas). De noche, cuando ellos cargan sus cerebros, entro donde Susana Griso, que está indefensa y vulnerable, y la miro dormir.
-Eres un sátiro.
El batería se quita la gorra para secarse el sudor de la frente (suena música de streaptease).
-¿Y a mí para qué me quieren?
-Te van a dar veinte euros si acabas con Patricia Hernando, porque ella sabe muchísimo de ellos y anda avisando a todo el mundo.
-Pero nadie la cree, todos hacemos con que la escuchamos pero estamos pensando en el verano.
-Bueno, como quieras.
-No,no. Veinte euros son veinte euros (risas enlatadas).
Me da el billete. Nos estrechamos la mano y le pregunto si me pueden dejar en la casina, que igual todavía llego a Baby shower o no sé qué. Ok makey, me dice. Mientras desciendo lentamente en Aguas Vivas (¡Vivas!) pienso que no voy a acabar con Patricia. Porque ella es más fuerte que yo.
A Jorge ese día le quedaba fatal la barba.
Alter_ego
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